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Sobre este blog

Crecí en los 70 bajo la influencia de la Señorita Pepis, un set de maquillaje para niñas del que arranca un amor interminable por el rojo de labios y el khol enmarcando la mirada. Las tendencias y la moda, la cosmética y el sublime arte del perfume me interesan con una pasión que solamente los adictos sabemos reconocer. Y sí, somos cientos de miles de personas -por cierto, muy distintas en edad y características sociales- para quienes la moda es una motivación, un bálsamo, un acicate, un exquisito pasatiempo. Ahora que Internet y las redes sociales han incendiado el mundo con la revolución fashionista, por qué no echar más leña al fuego desde las páginas de CORDÓPOLIS.

Soda y solaz

Soda Makeup 2025

Ana Fernández

3 de enero de 2025 19:52 h

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Las bebidas pudieron ser otras, pero ingerí soda, suave soda coreana 0,0%, con sabor a arándanos y a lichi, la reciente Nochevieja.

Tantas bolsas, tantas manos, tanto despiste, que se quedaron fatalmente olvidados, en aquella penosamente iluminada gasolinera, los espumosos catalanes, una botella de champán -que era un regalo- y unos bien escogidos tintos, blancos y el Pedro Ximénez.

Y sí, hubo bronquilla, se buscó y se halló a la culpable de no revisar los maleteros; y esa (es decir, yo) se autocastigó sorbiendo sodas con pajita de cartón, aunque pasándolo como nunca mientras zapeaba, mareando medidores de audiencias, de unas a otras campanadas, y de TikTok en TikTok, con mi sobri imbuida de cultura manga y k-pop.

Las sodas orientales son más para esta generación Z y Alfa. Las gentes de la EGB y anteriores quizás solo estamos acostumbradas a las bebidas carbonatadas que se añaden al alcohol destilado o al vino de nuestro vargas (búsquese en caso de duda el nombre cordobés del tinto con gaseosa).

Pero como ser tita cambia la vida, encantada me puse a celebrar una fiesta de pijamas con lentejuelas el inolvidable 31 de diciembre de 2024. Y así fue: todo se regó con soda y con SODA también nos maquillamos, que la marca de cosméticos homónima puede competir con las más pintadas por muchos de sus embalajes sin plásticos y sombras ojos a prueba de horas y horas de francachela.

En consecuencia, el 1 de enero estábamos radiantes. La adulta, lúcida, esperanzada, sin resaca, y absuelta del episodio de las bolsas de los alcoholes premium. Antes de levantarme, en esa pereza sin culpa de las mañanas de festivo, estuve pensando en los buenos deseos para el nuevo año, en un disco por mí muy escuchado de la banda argentina Soda Stereo y en la simbología vital de las sodas.

Cuántas veces se las emplea para diluir amargores, desamores, injusticias que resultan insoportables en estado puro. Cuántas veces las malas noticias se transmiten a plazos, en fragmentos que, a modo de soda, nada, en fin, atenúan. Mas las sodas son también burbujas de risa en la boca, el aditivo que afina el placer de un cóctel o el paisaje liliputiense que dibuja el lago de un vaso cristalino de agua con gas.

A la hora del café, el paseo de Capodanno fue glorioso. Ese contemplar a mis congéneres pisar las mismas calles de siempre con la solemnidad de estar inaugurando un nuevo tiempo, días que vendrán de 2025. Espacio, tiempo, destino.

Lo memorable de mi caminata queda en las siguientes líneas. Iba pensando en roscones de reyes y otras cosas por el estilo -esa es la verdad-, cuando, de repente, a un niño de unos seis años que llevaba delante le escucho decir a quien parecía su padre: “No me gusta mi especie. Me gustaría ser pulpo, calamar, reptil”. Me pareció tan inteligente el chico, ponerse en la situación de pertenecer a otra especie distinta a la humana. El adulto, que lo llevaba de la mano, no hizo comentario en ese momento. Reduje el paso y dejé que se fueran alejando con su conversación.

Me pregunté si me había cruzado con un futuro biólogo o con un pequeño filósofo. ¡Ay la especie humana!, me dije.

Caía la tarde y temí que en numerosos experimentos la gaseosa fuéramos nosotrxs.

Nota: Las menciones a marcas y productos no llevan aparejada ninguna contraprestación

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Crecí en los 70 bajo la influencia de la Señorita Pepis, un set de maquillaje para niñas del que arranca un amor interminable por el rojo de labios y el khol enmarcando la mirada. Las tendencias y la moda, la cosmética y el sublime arte del perfume me interesan con una pasión que solamente los adictos sabemos reconocer. Y sí, somos cientos de miles de personas -por cierto, muy distintas en edad y características sociales- para quienes la moda es una motivación, un bálsamo, un acicate, un exquisito pasatiempo. Ahora que Internet y las redes sociales han incendiado el mundo con la revolución fashionista, por qué no echar más leña al fuego desde las páginas de CORDÓPOLIS.

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