Crecí en los 70 bajo la influencia de la Señorita Pepis, un set de maquillaje para niñas del que arranca un amor interminable por el rojo de labios y el khol enmarcando la mirada. Las tendencias y la moda, la cosmética y el sublime arte del perfume me interesan con una pasión que solamente los adictos sabemos reconocer. Y sí, somos cientos de miles de personas -por cierto, muy distintas en edad y características sociales- para quienes la moda es una motivación, un bálsamo, un acicate, un exquisito pasatiempo. Ahora que Internet y las redes sociales han incendiado el mundo con la revolución fashionista, por qué no echar más leña al fuego desde las páginas de CORDÓPOLIS.
Difuminado
Sobre este blog
Crecí en los 70 bajo la influencia de la Señorita Pepis, un set de maquillaje para niñas del que arranca un amor interminable por el rojo de labios y el khol enmarcando la mirada. Las tendencias y la moda, la cosmética y el sublime arte del perfume me interesan con una pasión que solamente los adictos sabemos reconocer. Y sí, somos cientos de miles de personas -por cierto, muy distintas en edad y características sociales- para quienes la moda es una motivación, un bálsamo, un acicate, un exquisito pasatiempo. Ahora que Internet y las redes sociales han incendiado el mundo con la revolución fashionista, por qué no echar más leña al fuego desde las páginas de CORDÓPOLIS.
Andan en boga nuevos afeites que disimulan cuanto en la piel del rostro es accidente: es decir, poro, granito, rojez, morada o verdosilla ojera… Entre lo mejor para ello figura la línea Easy Blur (Huda Beauty), que puede traducirse como difuminado o borrado fácil.
La expresión inglesa Blur no solo trae recuerdos de una música para mí imprescindible, sino que hace dudar sobre la percepción humana en general. ¿Qué pesa más? ¿El difuminado que camufla y oculta? ¿La táctica del perfil bajo? ¿O la mirada enturbiada que, por momentos o largo tiempo, solamente es capaz de mostrar realidades borrosas, desdibujadas, hurtadas quizás, pues se orillan con habilidad para situarlas en lo que no se analiza, no se cuestiona, no se reformula o, simplemente, no existe (porque no conviene a algún poder que eso, esto o aquello o estas, esas o aquellas personas existan)?
Casi siempre nos movemos entre lo difuminado, ocultado o confundido en la vorágine, y lo enfatizado, al ser encumbrado, repetido, subrayado, enmarcado, sobrevalorado o escoltado por gritos en el cielo y métricas de redes sociales. ¿Dónde quedan el análisis y los elementos de juicio que han de estar presentes tanto en la realidad analizada como en las personas que valoran y deciden?
0