Crecí en los 70 bajo la influencia de la Señorita Pepis, un set de maquillaje para niñas del que arranca un amor interminable por el rojo de labios y el khol enmarcando la mirada. Las tendencias y la moda, la cosmética y el sublime arte del perfume me interesan con una pasión que solamente los adictos sabemos reconocer. Y sí, somos cientos de miles de personas -por cierto, muy distintas en edad y características sociales- para quienes la moda es una motivación, un bálsamo, un acicate, un exquisito pasatiempo. Ahora que Internet y las redes sociales han incendiado el mundo con la revolución fashionista, por qué no echar más leña al fuego desde las páginas de CORDÓPOLIS.
Lo esencial
Sobre este blog
Crecí en los 70 bajo la influencia de la Señorita Pepis, un set de maquillaje para niñas del que arranca un amor interminable por el rojo de labios y el khol enmarcando la mirada. Las tendencias y la moda, la cosmética y el sublime arte del perfume me interesan con una pasión que solamente los adictos sabemos reconocer. Y sí, somos cientos de miles de personas -por cierto, muy distintas en edad y características sociales- para quienes la moda es una motivación, un bálsamo, un acicate, un exquisito pasatiempo. Ahora que Internet y las redes sociales han incendiado el mundo con la revolución fashionista, por qué no echar más leña al fuego desde las páginas de CORDÓPOLIS.
La vida va en serio desde la primera milésima de segundo, esa del nacer y su parafernalia. Y creo, con permiso de Jaime Gil de Biedma, que hasta la gente jovencísima es consciente de lo que se juega a cada paso, de lo que quiere, de lo que se le concede o se le quita, a pesar de estos tiempos líquidos de velocidades cuánticas.
Andamos a veces aturdidxs, desnortadxs, mareadxs de girar sobre nosotrxs mismxs, de mirar allí, allá, acá y a trescientas cosas a la vez; pero cuanto más (se) nos enmarañen las razones, los datos, los horizontes, más se requiere clarificar, reflexionar, fajarse el chaleco antibulos y hacer acopio de nuestro catálogo de esenciales: esto verdaderamente indispensable, gratificante, compartible, eternizable.
Y estamos en buen momento para ello. Diciembre es un mes esperanzador, y no solo por la Navidad (este relato, para mí, sobre un excepcional recién nacido y la granítica fe en su ciencia de unos extranjeros que lo buscan para rendirle homenaje siguiendo una estrella), sino, sobre todo, por la feliz memoria de nuestra capacidad, como sociedades, de construir acuerdos sobre una generosa lista de cuestiones esenciales.
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