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Sobre este blog

Crecí en los 70 bajo la influencia de la Señorita Pepis, un set de maquillaje para niñas del que arranca un amor interminable por el rojo de labios y el khol enmarcando la mirada. Las tendencias y la moda, la cosmética y el sublime arte del perfume me interesan con una pasión que solamente los adictos sabemos reconocer. Y sí, somos cientos de miles de personas -por cierto, muy distintas en edad y características sociales- para quienes la moda es una motivación, un bálsamo, un acicate, un exquisito pasatiempo. Ahora que Internet y las redes sociales han incendiado el mundo con la revolución fashionista, por qué no echar más leña al fuego desde las páginas de CORDÓPOLIS.

El sombrero

El sombrero de la toma de posesión. Enero de 2025

Ana Fernández

31 de enero de 2025 20:05 h

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La esposa del emperador dejó estupefacta a la audiencia con el sombrero que le cubría prácticamente el rostro. La primera dama llegó a la investidura del 47º presidente de los Estados Unidos, luciendo una prenda de las que marcan no el estilo sino el tono, la táctica y el temblor de las gobernanzas bañadas en autocracia.

Pudo vestirse con la flor y la nata de la elegancia de EE.UU., aunque existen diseñadorxs del Olimpo que públicamente ya dijeron que se abstienen de embellecer al trumpismo; pudo dejar patente un esfuerzo de vestido bonito en pos de la admiración de las plumas y los ojos que al estilismo se dedican, y pudo mil y una cosas antes que elegir una vestimenta peculiar, candidata a la polémica y el meme.

Mas el sombrero habló por sí mismo: la cuestión es ponerse el mundo por montera y que nadie espere cuentos de hadas, sino acción inmisericorde.

Así, un complemento raro y de ala ancha viene a decir que el emperador y su corte solo respetan su soberana voluntad; que más vale demostrar cuanto antes que lo trumpista va como un obús imparable, ajeno a todo límite, despreciativo de los padecimientos de lxs projimxs, alérgico a la razón (pues qué bien funciona la barra libre de bulos, conspiraciones, manipulación de las sociedades y las personas) y desconocedor de todo pudor.

La falta de pudor del trumpismo y de sus primos de lo ultra no me cabe en la cabeza, de verdad. Si hay que culpar en caliente, acaso sin pruebas, a gobiernos anteriores de un terrible accidente de aviación se hace; si hay que colocar a un antivacunas en un puesto sanitario de responsabilidad se coloca; si hay que pegarle patadas a los atlas renombrando el Golfo de México y lograr que Google haga caso en la navegación desde USA se hace, si se pueden crear criptomonedas y venderse perfumes por Navidad ya en calidad de presidente electo se consigue la autorización y él se lucra, que la vida está muy cuesta arriba y hay que pagar muchxs abogadxs.

Y es también un maldito sombrero de la suerte, una especie de cornucopia de la abundancia, pues donaciones como la del fundador de FB y toda clase de regalos le caen a esta gente tan campechana y sincera que proclama sin despeinarse que van a transformar la base militar de Guantánamo en un centro de control de migración.

Les damos igual. A lxs depredadorxs les damos igual. El sombrero, pobre sombrero, es un símbolo o un pretexto para escribir sobre lo que pasa.

El mundo está un poco en shock. La desfachatez trumpista siempre sorprende con algo malo. Pero no toda la gente calla o tiene los brazos caídos. La obispa Mariann Edgar Budde, que logró torcer el gesto a Trump al censurarle en su cara inhumanas medidas discriminatorias, apeló en su predicación a la misericordia, a la empatía, al corazón. No sé si encomendarnos a los sentimientos, a la entraña de lo mejor de los seres humanos, funcionará con todo el mundo, en todas las circunstancias o, en todo caso, será suficiente.

Ha comenzado una era. Puede ser trumpista o lo opuesto. Para evitar una autocracia ficcional, generadora de neoesclavitudes, tecnosiervos y excluidxs, destrozos ecológicos, expolios y laminación de las clases medias, se necesitan proyectos de equitativa gobernanza global. ¿Quién sabe si la cabeza, el corazón, la voluntad, la energía solidaria y la acción cooperadora no se han calado ya poderosos sombreros de trabajo y se están construyendo alternativas?

Nota: Las menciones a marcas y productos no llevan aparejada ninguna contraprestación

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Crecí en los 70 bajo la influencia de la Señorita Pepis, un set de maquillaje para niñas del que arranca un amor interminable por el rojo de labios y el khol enmarcando la mirada. Las tendencias y la moda, la cosmética y el sublime arte del perfume me interesan con una pasión que solamente los adictos sabemos reconocer. Y sí, somos cientos de miles de personas -por cierto, muy distintas en edad y características sociales- para quienes la moda es una motivación, un bálsamo, un acicate, un exquisito pasatiempo. Ahora que Internet y las redes sociales han incendiado el mundo con la revolución fashionista, por qué no echar más leña al fuego desde las páginas de CORDÓPOLIS.

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