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Sobre este blog

Crecí en los 70 bajo la influencia de la Señorita Pepis, un set de maquillaje para niñas del que arranca un amor interminable por el rojo de labios y el khol enmarcando la mirada. Las tendencias y la moda, la cosmética y el sublime arte del perfume me interesan con una pasión que solamente los adictos sabemos reconocer. Y sí, somos cientos de miles de personas -por cierto, muy distintas en edad y características sociales- para quienes la moda es una motivación, un bálsamo, un acicate, un exquisito pasatiempo. Ahora que Internet y las redes sociales han incendiado el mundo con la revolución fashionista, por qué no echar más leña al fuego desde las páginas de CORDÓPOLIS.

Paraguas (fuera de indicación)

Lola de calor, de Jaroriro!, y paraguas fuera de indicación

Ana Fernández

4 de julio de 2025 20:04 h

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Lo miro, dudo, lo dejo. Usar paraguas para protegerme del sol me da vergüenza y pereza. O viceversa.

¡Ay!, mujer -me digo-, que siga él a la sombra, cerrado y tan pancho en el paragüero, mientras sufrimos 40º, 41º, 42º…, es tirar piedras contra el propio tejado, que las calles arden, que el sol abrasa, que el aire quema y nos derrota al respirarlo.

Otra vez el oxígeno candente que asfixia. Calidad del aire: baja, sensación de pésima; demasiadas substancias de esas malas y el valle del Guadalquivir como un foso trampa de calores y calimas saharianas.

Venga ya -pienso-, llévatelos, llévalos siempre, el paraguas, el sombrero, las gafas polarizadas y homologadas, la friega de protector solar, las chanclas…, esta armadura de retales, tu escudo, cada vez que, urbanita y huérfana de sombra, caminas, deambulas, surfeas, oscilas, transpiras, zombi, por las dunas de calor, en un desierto que, todavía invisible, se configura.

Horno, horno, horno, colmo, colmo, cloroformo, más cloroformo, que nadie duerme, aunque andemos adormecidos, que nadie vive con vida si se ahoga y lo aplasta el calor. Es hundirse en espiral hacia un infierno. ¿Hiperbólica? No.

Otra cuestión es que cerremos los ojos ante un cielo oscurecido de dragones lanzallamas. Otra es que se quiera, interesadamente, que no cunda el pánico; que, como todos los veranos, cada vez más interminables, baste con apelar a las recomendaciones sanitarias y al sentido común, reiterando el mantra de la prudencia, como si el mantra fuera a curar las “patologías previas” que se agravan mortalmente con las altísimas temperaturas y el bajísimo acondicionamiento del entorno urbano y de la mayoría de las viviendas (a fecha de hoy, dos personas en Córdoba han fallecido recientemente debido al calor); como si se pudieran parar tan fácil las obras, los repartos, las tareas… cuando aprieta la canícula; como si el mantra fuera a abaratar la factura de la luz de la gente humilde que no puede invertir en paneles solares ni en reformas de eficiencia energética; como si se fuera a materializar una ambulancia con UVI justo a tiempo; como si se entoldara en serio la calle Cruz Conde, de la que penden tres tiras de toldo que, vistas de lejos, parecen un trozo de papel higiénico.

Todo es de chillar. Y me pongo en bucle La niña de fuego -pasando por alto la letra-, con Lola Flores bailando ante Manolo Caracol, y la versión de Pony Bravo, que es una ninja andaluza que no necesita redenciones sino soluciones nacidas de sus propias manos.

Porque asistimos a una pura combustión. Llevamos lustros viéndole las orejas a este tsunami de calor que devora semanas de verano, vidas y haciendas. ¿Qué se ha hecho frente a ello en realidad? Esconder la cabeza como el avestruz da muy mala espina. Así comienzan las tragedias de la humanidad. Mirando a otro lado, negando la evidencia.

¿Qué respuesta dar ante los paraguas parasol, los sombreros de segar de uso urbano, las personas viandantes urbanitas tapadas como tuaregs? Este mundo al revés delata caos y abismos terribles. Cartones fuera de indicación como asiento de personas sin hogar; montones de restos fuera de lugar como poblado chabolista; lugares refugio de pensionistas en esta guerra de las altas temperaturas; charcos milagro fuera indicación donde beben pájaros sedientos; voluntariado regando arbolitos que, sin agua municipal, se mueren.

No me engaño. Cientos, miles nos hemos zafado del cloroformo.

El calor es una gravísima amenaza y devalúa a Córdoba entera.

Hay que actuar ya con una intervención central y sostenida. Córdoba tiene que ser proactiva, ambiciosa, constante, y desplegar una estrategia de primera magnitud contra el calentamiento global y el cambio climático.

¿Por qué, durante años y en los últimos años, no se ha hecho casi nada contra el calor? Bueno, la UCO sí investiga y desarrolla proyectos punteros, la industria del frío es potente en nuestro territorio; pero el entorno urbano, que sigue tan ajeno a lo bioclimático, más la escasez y la ausencia de sombras y la fijación con las extensiones de losetas de granito, hablan de pasotismo y de quizás dar ya por perdida la causa de veranos habitables. Que nadie crea que porque inversores estén hambrientos de hoteles cordobeses de cinco estrellas está todo arreglado. Una cosa es pasar unos días en la bellísima ciudad de la Mezquita y otra convivir de sol a sol con el calor, esta bestia letal.

Nota: Las menciones a marcas y productos no llevan aparejada ninguna contraprestación

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Crecí en los 70 bajo la influencia de la Señorita Pepis, un set de maquillaje para niñas del que arranca un amor interminable por el rojo de labios y el khol enmarcando la mirada. Las tendencias y la moda, la cosmética y el sublime arte del perfume me interesan con una pasión que solamente los adictos sabemos reconocer. Y sí, somos cientos de miles de personas -por cierto, muy distintas en edad y características sociales- para quienes la moda es una motivación, un bálsamo, un acicate, un exquisito pasatiempo. Ahora que Internet y las redes sociales han incendiado el mundo con la revolución fashionista, por qué no echar más leña al fuego desde las páginas de CORDÓPOLIS.

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