Crecí en los 70 bajo la influencia de la Señorita Pepis, un set de maquillaje para niñas del que arranca un amor interminable por el rojo de labios y el khol enmarcando la mirada. Las tendencias y la moda, la cosmética y el sublime arte del perfume me interesan con una pasión que solamente los adictos sabemos reconocer. Y sí, somos cientos de miles de personas -por cierto, muy distintas en edad y características sociales- para quienes la moda es una motivación, un bálsamo, un acicate, un exquisito pasatiempo. Ahora que Internet y las redes sociales han incendiado el mundo con la revolución fashionista, por qué no echar más leña al fuego desde las páginas de CORDÓPOLIS.
Peaje, papel o tijera
El regusto de Portugal aún nos queda. Las lubinas, las pastelerías de tierno bocado del dulce de nata, el café bueno, la gente tradicionalmente amable y formal, las playas, los bosques de Sintra y el Atlántico como la ventana infinita al universo americano.
Pero existen marañas de pseudo-negocio que en, un abrir de carta, arruinan ese poso proteico y umami de la estancia y la vida portuguesas. Hace meses que estuvimos por allí. No recordamos haber perpetrado ni medio céntimo de sinpas de peajes.
¡Y oh, qué molesta desgracia!, resulta que dos empresas especializadas en cobros, recobros y la cédula que los fundó tienen la dirección de nuestro domicilio (¿cómo es esto posible?) y nos remiten tres cartas a color por correo ordinario, con foto del vehículo y su matrícula, reclamando las correspondientes sanciones con recargo.
Así, un peaje supuestamente impagado de menos de un euro crece, como multa, hasta 50 respetables que la persona supuestamente infractora y deudora debe ingresar en cuentas bancarias de países que no son la hermana tierra lusitana sino lugares que me sonaron a paraísos bancarios y asiento de lobistas.
¡Hala, toma cartas! Respiras. Piensas. Te enfada tener que lidiar con la pesadilla de gestiones.
Y consultas los buscadores: a ver qué encuentras sobre multas de peajes en Portugal.
Pues hay, alguna noticia hay.
Pero ninguna información da una respuesta oficial por parte portuguesa o española. Ni de la DGT. Ni de Consumo. Ni de la UE. Solo aparecen -al menos en ese momento de la búsqueda- noticias, fechadas desde marzo de 2025, que cuentan que, en Huelva, en Extremadura y a centenares de domicilios del Estado español, están llegando cartas que reclaman el abono de multas por infracciones de impago de peajes en carreteras de Portugal.
Buceas un poco más y surgen entradas de blogs de bufetes de abogados, páginas informativas sobre turismo en Portugal, de asociaciones de defensa de automovilistas en las que ya te enteras de más, pero sin despejar del todo la cuestión ni quitarte el pellizco.
Lees cosas como que existen dudas sobre si estas cartas tienen validez para reclamarnos, que quizás es mejor no pagar, que las multas prescriben a los cinco años, que un bufete español está colaborando con las empresas de cobro contratadas por las autopistas lusas, que antes de nada hay que consultar en una dirección oficial de Portugal si el vehículo en cuestión está fichado como infractor, que si se regresa al país vecino con las multas impagadas podría ser que la Guardia Nacional Republicana (GNR) accediera a esa información en caso de una infracción de tráfico o accidente, y tuviera la potestad de inmovilizarnos el vehículo.
En resumen, que te quedas con el cuerpo algo mejor, aunque con ganas de que esto no te pase más.
Descubres o te hacen descubrir que necesitas un machete y una buena linterna en esta jungla europea de los peajes; porque existen arcos que permiten el pago sin detenerse, otros controles con cabinas y cajeros a los que se está más acostumbrado; vías que eran de pago y ya han dejado de serlo desde enero de 2025. Y, sobre todo, existen lobistas que presionan en Bruselas para implantar peajes que favorecen a las grandes constructoras (pobrecillas). Una recomendación, vía directiva, que gobiernos como el español posponen o se saltan con algún cambalache, pues lo que faltaba, por lo menos ahora, es pagar más peajes y escuchar las sufridas razones de quienes día sí y día también van a trabajar a otra localidad o recorren el mundo cargando palés de leche, naranjas, paquetería…
Sigues navegando en la red con las cartas de las multas a la vista. Hay que subirse la moral y entrar en modo combate. Conclusiones: 1. A la DGT buena gana llamar. Posiblemente, sigan con esa centralita automatizada de nula posibilidad de dejar mensajes o hacer algo fuera del menú. (No obstante, el 13 de junio ha publicado una detallada información “Operación Paso de Portugal – 2025” en la que se explica cómo moverse por las carreteras lusas e incluye enlaces y teléfonos de país vecino sobre pago de peajes y llamadas de emergencia y demás). 2. Las diversas y laberínticas puertas de las políticas de Consumo parece que no están especializadas en el tema de los peajes. Por tanto, tampoco es para entretenerse ahí. 3. Servicios profesionales de defensa jurídica: mejor es reservarlos quizás para el caso de una hipotética notificación judicial o tributaria; porque invertir en un asesoramiento preventivo abonando cuotas de membresía o una consulta profesional, como que no, aún no. 4. Preguntas al aire: ¿Cómo unas empresas de cobros han conseguido a partir de fotografías de matrículas las direcciones de los domicilios de cientos de personas conductoras a las que ha llegado esta avalancha de cartas en España? (Y mira que es férrea la protección de datos cuando se quiere saber algo que deja en paños menores a los poderes públicos). Como el programa de Buenafuente y Berto Romero: “Nadie sabe nada”. Y 5. Las informaciones más claras y resolutivas proceden de páginas que informan sobre sistemas de pago de peajes como Bip & Drive que por un módico precio salva a la ciudadanía de malos sueños de indefensión y persecución inmisericorde ante el Goliat de turno.
Ni que decir tiene que en casa ya nos va a llegar por mensajería un dispositivo para abonar peajes sin contacto, salvándonos de la pesadilla -aseguran- de problemas de multas para un abanico de países europeos (que Italia, Francia también poseen sus particularidades peajísticas).
Esta plataforma, Bip&Drive, de pago de peajes y de compra de servicios sin contacto desde el coche, es una maravilla a la que nos ha abocado otra jungla más del capitalismo omnipresente, una jungla ad hoc en la que se nutren, se acrecientan y se enredan los negocios.
¿De quién es la amable y avanzada plataforma? De las propietarias de las autopistas. ¡Quiénes si no!
Acabas alimentando a una sociedad mercantil. A ello, en cierta forma, te han empujado. Eso lo sabemos o lo sospechamos y estoicamente nos aguantamos. Queda tan mal quejarse.
Mientras tanto, se cacarea y se vuelve a cacarear sobre el libre mercado y la transparencia (léase la siempre bien informada Contraoferta de Rodrigo Ponce de León en eldiario.es) y cuestiones, que tendrán su porqué legal, como el no hacer públicas cuáles instalaciones de las compañías eléctricas fueron las causantes, las corresponsables o contribuidoras en el pecado del apagón del 28 de abril, al tiempo que la hipocresía y el cinismo erigen rascacielos de grandes corporaciones.
A ti te llega una carta reclamándote calderilla, te meten miedo, te generan dudas que nadie resuelve, te conducen como a una presa-cliente a la trampa-hoyo de adquirirles un servicio que arregle problemas creados artificialmente, que garantice un tránsito seguro, un alquiler sin riesgos, una prestación que debía ser pública y gratuita.
¿Serán estos el lugar, el papel, el peaje consuetudinario de la ciudadanía? ¿Ahí se nos colocó? “Usted aguántese, que sale harto gravoso y muy probablemente estéril, recurrir; ni hablar de los derechos humanos, de la urgente paz, de poner fin a todas las guerras”.
Lejos, ocultos o bien visibles, en las inestables alturas, o en alguna presunta, persistente y secular cloaca, lo mismo está una parte (aunque sea esa pequeña y podrida parte) de quienes manejan los hilos.
Pero hay tijera, una tijera de sensata, culta y afilada democracia.
Nota: Las menciones a marcas y productos no llevan aparejada ninguna contraprestación
Sobre este blog
Crecí en los 70 bajo la influencia de la Señorita Pepis, un set de maquillaje para niñas del que arranca un amor interminable por el rojo de labios y el khol enmarcando la mirada. Las tendencias y la moda, la cosmética y el sublime arte del perfume me interesan con una pasión que solamente los adictos sabemos reconocer. Y sí, somos cientos de miles de personas -por cierto, muy distintas en edad y características sociales- para quienes la moda es una motivación, un bálsamo, un acicate, un exquisito pasatiempo. Ahora que Internet y las redes sociales han incendiado el mundo con la revolución fashionista, por qué no echar más leña al fuego desde las páginas de CORDÓPOLIS.
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