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La teoría del diente de sierra

Enrique Merino

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Creo que en alguna ocasión ya la comenté o, al menos, dejé caer su existencia. Dicho así suena hasta grandioso, la verdad, pero es que esta teoría no tiene ninguna base científica ni se sustenta sobre un paradigma de fe. Es simple y llanamente una experiencia de vida, y que seguro te habrás visto reflejado en ella.

Pero en esta ocasión quiero aplicarla específicamente a los ciclos de la vida.

Esta teoría surge de vivir y sobrevivir, de levantarte día tras días para luchar por tu empresa y tu proyecto profesional. De un día estar supercontento por la mañana porque un cliente te ha aceptado un presupuesto y por la tarde no saber qué hacer porque te han devuelto un recibo por falta de liquidez. De preparar con ilusión una oferta muy atractiva para un cliente a que te diga ese mismo cliente al día siguiente que va a trabajar con otra empresa. Es decir, un día estás arriba y ese mismo bajas sin remedio y así constantemente. Pero lo importante es estar, nunca lo olvides.

Pues esta teoría, que tantas veces cuento y a la que recurro yo mismo para animarme, es también un mantra de vida. Es una fórmula fantástica para darnos cuenta de que en la vida los cambios son inevitables. Que muchas veces son deseados y los buscamos con ahínco, pero en otras nos vienen sin previo aviso y nos suponen un autentico trastorno.

Si analizamos ambas opciones, está claro que una tiene una lectura más positiva que otra. Si el cambio viene porque lo hemos buscado, lógicamente el conseguirlo supondrá una tranquilidad, relajación, un bienestar placentero, y así hasta los adjetivos que queramos según lo ansiado que fuera para nosotros ese cambio. Si por el contrario es inesperado y, sobre todo, nos afecta de manera negativa a nuestro día a día profesional o personal... Pues no hay más que decir.

Pero ante ambas opciones, tengo una sensación clara. Más que una sensación, una verdad que sí es absoluta: el día termina y empieza otro. Y eso sí es importante. Que siga habiendo días.

El tiempo es el único y verdadero juez de nuestros hechos. Que el día que venga sea mejor que el anterior a veces dependerá de nosotros y otras veces no, pero seguro que el hecho de que vengan los días te permitirá pelear porque cada día sea de los buenos. A veces enganchamos muchos días buenos, y apenas nos rozan los malos.

Otras veces sentimos que vamos a ahogarnos en la “mierda” (perdón por la expresión, pero es esclarecedora). Pero oye, en esto que viene otro día, y volvemos.

No es que esté filosófico (bueno, un poco), pero sí quisiera transmitir que en esta vida todo son ciclos, que unas veces duran más y otras menos. Que los hay buenos y malos, pero que están ahí. Que lo importante es intentar rodearnos siempre de aquello que haga que nuestros ciclos sean buenos, alejarnos de los malos y no permitir que estos eclipsen a los buenos. Y, sobre todo, luchar y luchar, día tras día, por conseguir lo mejor para nuestra gente y para uno mismo, claro que sí.

He visto a grandes profesionales afrontar con una entereza enorme cambios drásticos en sus vidas y no titubear ni arrepentirse. Afrontar y tirar adelante. Igual que he visto a personas a las que por desgracia la vida les ha dado reveses personales tremendos, y a pesar de ello te saludaban con una sonrisa o un abrazo.

La vida no es fácil, vaya por delante. Si eres empresario se te puede complicar un poquito más. Pero lo bueno es vivirla. Hace poco me decía una persona una frase maravillosa: “La vida está para vivirla, no para contarla”. Y desde luego, los cambios que nos rodean, los buenos y los malos, son parte de ella. Hay que asumirlos, decidirlos y tirar hacia delante. Porque con suerte al día siguiente vendrá otro día maravilloso.

No desfallezcas, asume la situación y pelea por reconducirla. Si es un momento bueno, recuerda cómo llegaste a él y valóralo. Intenta no perder esa senda y lucha por que dure lo máximo posible. Si por el contrario estás en un momento complicado, piensa que ya te queda menos para salir de él que cuando llegaste, que tienes y debes luchar por mejorar y que rodeándote de gente que te ayude, lo vas a conseguir.

Tengo un cliente que siempre que lo llamo le pregunto “¿cómo estás?”, a lo que siempre me responde “cada día mejor”. Y en el fondo sé que no es así. Pero su actitud de superación es brutal. Y lo va a conseguir.

Los ciclos, ciclos son. La vida está llena de ellos. Si estás leyendo este post, que sepas que lo he escrito después de cerrar un gran ciclo en mi vida profesional. Una decisión que supone un cambio pero que también me abre puertas a cosas nuevas (espero). ¿Quién sabe? Solo el tiempo. Pero desde luego, a por ello voy. Tiempo, ven a mí, que te espero valiente, sin miedo alguno.

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