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Echar la vista atrás es bueno, a veces...

Juana Guerrero

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Ahora que mi criatura, afortunadamente, se está haciendo mayor, como terapia de choque para superar los traumas ocasionados por sus  diez o doce primeros meses de existencia, paso cierto tiempo visionando las fotografías que hicimos en aquellos tiempos, porque la verdad es que gran parte han desaparecido de mi memoria. Y, ¿qué he notado?, pues básicamente dos cosas:

La PRIMERA es que, prácticamente ¡¡ no aparezco en ninguna fotografía¡¡. ¿Será que tras tanta noche, a mi pesar despierta, me he convertido en un vampiro y mi imagen no la capta la cámara?. Va a ser que no, porque los vampiros duermen de día y yo durante el día tampoco es que duerma mucho. Hagan la prueba, porque es curioso: si se examinan las fotografías desde el periodo de gestación, se percibe que cuando estás embarazada te haces mil fotos, pero no a ti misma sino que el primer foco de atención es la tripa. Incluso se lleva primeros planos y es objeto de pintadas de lo más artísticas.  Ahí empieza a desdibujarse tu imagen: pasas a ser una tripa adherida circunstancialmente a un cuerpo de mujer. Luego, una vez nacida la criatura, los primeros años sobre todo, el 97% de las fotos (seguro que este dato aparece en algún reportaje del Muy Interesante) son exclusivas para ella: comiendo, durmiendo, en el baño con su patito, sonriendo sin dientes, sonriendo con las dos paletas, en la piscina con los manguitos de B. Esponja, en la playa con las palitas, con churretes de chocolate, por supuesto varias docenas de desnudos,…). Luego, hay un 2,8% de fotografías realizadas al padre o a la madre, por supuesto en compañía de la criatura. Y, el resto, un 0,2%, son fotografías de paisajes, de fotos que haces sin darte cuenta cuando no bloqueas bien el móvil y… ¡ATENCIÓN¡, lo mismo apareces tú en alguna en solitario.

En verdad creo que se agradece no tener recuerdos gráficos de aquella época en la que la estética se caracterizaba por el moño recogido o el pelo corto para las más asfixiadas ( no siempre es fácil hacerse una coleta, sobre todo si tienes a un bebé en brazos todo el tiempo), las ojeras gris marengo, la mirada perdida, cierta sombra en el labio superior y de atuendo el socorrido chándal. ¿quién quiere una foto así?. Ni el Loco de la Colina, que bastante tuvo ya con el Pozí. Quizá, a pesar de la locura, haya algo inconsciente que nos aleja del objetivo para evitar enfrentarnos con la imagen decrépita que presentamos en su primer año de vida.

El SEGUNDO aspecto a destacar es que, no se si de manera deliberada o no, la criatura aparece o durmiendo o de buen rollito, que ya es difícil haber captado tanta foto así cuando te sale un descendiente más bien llorón. Y claro, viendo esas fotos, cualquiera, incluso tú misma, piensas que tu retoño era un ángel. Craso error que hará que te plantees ir a por la parejita. Si, lo tengo claro: esa imagen sesgada de la realidad que capta el objetivo es sin duda un mecanismo natural para la supervivencia de la especie. Porque si sacáramos fotos de las criaturas cuando vomitan, lloran (bueno, al llanto mejor un video, que cale bien el sonido), o se echan la comida encima, o si hiciéramos un selfie con el retoño y el reloj que marca las tres de la mañana, creo que serían innecesarias las ayudas para familias numerosas.

Si usted aun está a tiempo, ¡¡que no le falte una autofoto¡¡. Si, si, pero no de esas en las que se sacan morros, sino de las decadentes. Que va usted a una boda y nota que algún pelito (o matojo de pelos) se escapa por la media de rejilla: foto a la pantorrilla; que su retoño le vomita encima: con mucha serenidad, foto a la pota; que usted es muy coqueta y sólo tiene tiempo de pintarse las uñas de los pies que sobresalen del calzado, foto al pie descalzo con las dos uñas pintadas, que abre su Hotmail después de tres semanas y tiene en la bandeja de entrada 149 mail sin leer, captura de pantalla; y así con las pequeñas cositas del día a día que hacen que la tarea reproductiva nos aleje un pelín de nosotras mismas.

Fijen esa imágenes en su retina, porque en un futuro les servirá para tener menos criaturas y poder ser un poco más libres. No siempre cualquier tiempo pasado puede parecer mejor y en esta ocasión, como continua la canción “echar la vista atrás es bueno a veces”. Ya valorará su retoño positivamente lo de ser el único cuando le haga heredero universal.

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