Inmediatamente

¡Cómprame un disfraz de Spiderman inmediatamente¡

El día comenzó con Iago impecablemente disfrazado de jefe indio, y así entró en su clase, en la que todxs los niñxs y la maestra iban también disfrazadxs. Semanas llevaba ilusionado haciéndose el disfraz con su madre, primero llamándose Furgoneta Mariano, denominación que cambió por Spagueti con tomate y almóndigas, porque las risas que provocaba aquello de la Furgoneta no le gustaban, a los niños les molesta no entender porqué se ríen con él o de él, y decidió acabar con aquello y pasar del absurdo al más puro hiperrealismo. Entró en su clase y comenzó divertido a mirar a un lado y a otro, y su mirada se quedó fija unos breves segundos en dos compañeros disfrazados de Spiderman que llevaban un relleno que simulaba una impresionante musculatura. Había un tercero con disfraz del héroe de Marvel, pero éste no tenía relleno, y más bien parecía un delantal excéntrico de esos que venden en las tiendas de souvenirs. Los tres llevaban el rostro descubierto, y Iago sólo se fijó unos instantes en aquellos primeros momentos de la mañana, y a sus tres años, ya pareció entender que el éxito sería de esos cuerpos musculados e imposibles, esos cuerpos que no eran el suyo.

Lo recogí a las cuatro, ya con las pinturas casi borradas, los pantalones caídos, las plumas guardadas en el carcaj. Ibamos al gimnasio, en el que se divertiría en distintos talleres, y le propuse quitarse ya el disfraz, pero no quiso. Allí que se fue callejeando con su aspecto de indio desvencijado, orgulloso de sentirse el centro de las miradas y los comentarios. El día terminó a eso de las seis y media de la tarde, cuando salió de los talleres con la excitación y el cansancio que tienes los niños en estos días de celebraciones, y allí que nos fuimos andando hasta que llegamos a la altura de la Torre de la Malmuerta...

-¡Cómprame un disfraz de Spiderman inmediatamente¡

-¿Inmediatamente? ¿ A quién le has escuchado esa palabra?

-Todo el mundo la dice. ¿Es una palabra fea?

-Un poco.