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#MerciLesProfs….(Y ni un duro de “corresponsabilidad”).

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Antonio Monterroso

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Hay anhelos que sólo ocurren en Francia. O que jamás llegan aquí. Hace semanas que el país modélico y pionero en enseñanza pública, donde los alumnos sobresalientes de las Escuelas Normales Superiores cotizan desde primer curso de carrera, lleva agradeciendo a su sistema docente el haber mantenido parte de la civilización en pie, junto al resto del sistema público y por supuesto privado. Por ello La Republique es lo que es. Palabra de afrancesado.

Ha sido un curso extenuante, el que más. Para eso os pagan. Cierto, no hay problema monsieur. Sin embargo, si tuviéramos derecho a cobrar horas extra…. ni les cuento las horas de balde que nos deben a nosotros los de la pública, a los “privilegiados”.

Impartir Arqueología mediante ese espejo cóncavo de internet ha supuesto otra manera de ver las cosas. Una especie de caverna platónica donde el entusiasmo sólo se ve impedido por los bytes de la conexión. Para lo antiguo, hace falta saber mirar. Para esta nueva forma de dar clase, hace falta saber sentir. Parece mentira que pueda hacerse ante una máquina.

Sin normativa que nos amparase a unos y otros, nos hemos saltado unas cuantas normas de privacidad en este tiempo. Unas cuentas. Yo me he metido en sus casas, ellos en la mía, con todo el respeto que sigue insuflando nuestra facultad y nuestra universidad. No he tenido el más mínimo inconveniente. Como suele ser norma en este país, nos las hemos apañado. Si en vez de apaño tuviéramos procedimiento y hábito, como en Francia, seríamos Francia. Y entonces no sería posible.

He cambiado cuatro veces de método. Primero, presentaciones pwp lo más detalladas posible; luego la moda de Zoom hasta que resultó ser un boom de peligro para nuestra privacidad que luego se arregló; tras él llegó Cisco, que no resolvía los problemas; y por fin Blackboard. San Blackboard de Collaborate y todos los santos. Junto a ello, veinte o treinta mensajes todos los días, ya sea en el correo institucional, ya sea en el de la plataforma e-learning Moodle. Levantarse para ir al baño podría sonar a deserción, como la viñeta. Acostarse sin mirar el e-mail, puro remordimiento.

Lo hemos hecho. Hemos llegado a final de curso sin ninguna tragedia. Diré, incluso, los alumnos se extrañarán, que han aprendido más y mejor arqueología de la España prerromana y romana que en las clases presenciales. Ha faltado el contacto, pero hemos puesto atención extra para que no se nos escapase el reto: querer hacer las cosas bien. Demostrar que, por algo, queremos estudiar. Que, por algo superior a nosotros, existe la universidad. ¡Que se nos va la especie sin ella!

Y esa especie se ha querido medir a la tragedia. Esta especie de segundo curso, y de todos los cursos, ha querido no perder el tren, no querer ser menos, no querer que el CoVid se notase en sus vidas. No querer ser menos arqueólogos que los del año pasado. Como incipientes historiadores saben que, a los años, esto no será más que una anécdota, y que les quedará la arqueología y el resto de saberes de la Facultad bien aprovechados. Con poco, con birlibirloque, nos hemos repuesto de las Sirtes que nos ha mandado la vida. Si Eneas llegó, los alumnos también lo han hecho.

Siempre, constantemente, han tenido una palabra para nosotros; gracias profesor. Y nosotros, gracias a ustedes. Han sido conscientes de dónde estábamos. Esas gracias son las más íntimas y por ello la más valiosas. Allí en nuestra caverna. Emanan de aquello que nos construye como docentes, la parte no divisible de esta historia, el alumnado.

Fuera de su seno, lo primero que nos va empezando a sonar es la música envolvente, de nuevo, de que la Universidad tiene que ser “corresponsable” del palo que se nos avecina. Esa cantinela ya no cuela otra vez. Que agachemos la cabeza y que apoquinemos nuestra parte. Eso es lo primero que se le ocurre a la Junta de Andalucía, cuyo primer recorte no es otro que amenazar por A, por B o por C, que si te doy por aquí que si te pongo por allá y que ya verás que no lo notas, a la Universidad. Al saber. A lo que os va a salvar la vida, ¡oh honorables!.

No hemos tenido libros, ni bibliotecas y nos hemos pagado la conexión y el equipamiento. He tenido alumnos sin conexión. He tenido alumnos con portátiles sin sonido. He tenido alumnos con portátiles sin tarjeta gráfica o RAM suficiente. La UCO ha tenido que mandarlos. Otros han convertido el teléfono en micrófono para poder escucharme. He tenido alumnos en unas condiciones familiares imposibles para poder concentrarse. Con todo ello, sobre todo estos míos de segundo curso, han sacado notas admirables en la adversidad y en la honestidad: lo fácil era copiar y no lo han hecho. Han trabajado como nunca. Se merecen este país. No lo olvidaré.

No, en su nombre. No, en mi nombre. Ni un duro menos para los presupuestos universitarios. Y dennos las gracias, que ya están tardando, por haber sacado el sistema educativo de este país adelante, desde Primaria a la Universidad, con un puñado de arena y tres rodajas de chóped.

No somos “corresponsables” de ninguna crisis que venga: la Universidad y nuestro sistema Educativo ya estaban en crisis de recursos antes de la crisis.

Honorables señorías: Trabajen desde casa,  sin medios y páguenselo. Saquen las cosas adelante y entonces hablamos de recortes....en la conexión.

@AntMonterrosoCh

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