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Sobre este blog

Vivo Córdoba actualmente como Prof. del Área de Arqueología de la UCO. He soñado Córdoba como: Investigador ?Ramón y Cajal? del Ministerio de Ciencia e Innovación (2013-2019). Investigador posdoctoral del Centro de Ciencias Humanas y Sociales del CSIC en Madrid (2010-2013). investigador posdoctoral del Institut de Recherches sur l´Architecture Antique del CNRS-Universitè de Provence en Aix-en-Provence (2007-2010), investigador predoctoral y posdoctoral de la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla (2005-2006), investigador predoctoral de la Escuela Española de Historia y Arqueología de Roma del CSIC (2003-2004) y miembro de la Real Academia de España en Roma (2002-2003) Licenciado de la 1ª Promoción de Hª del Arte de la UCO (1999). De aquello lejano y de lo diario cercano les dejaré aquí mis aprendizajes, ensayísticos, científicos, críticos y siempre personales, que espero remuevan la viveza de aquel plátano vigoroso que Julio César plantara, símbolo de vida y fertilidad, en esa Córdoba histórica que nos alumbra siempre los buenos días.

Córdoba Capital, Córdoba capital militar

Córdoba Capital, Córdoba capital militar

Antonio Monterroso

27 de noviembre de 2025 07:11 h

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Córdoba, capital romana. Córdoba, capital andalusí. Córdoba, capital militar. Ya hace tiempo escribí que Córdoba movía posiciones, es decir, volvía a reclamar, por fin, su magna y capital solvencia como entidad neurálgica histórica de interior desde tiempos inmemoriales: esta vez con la mayor base militar terrestre de España. Si Cartagena, Cádiz y Ferrol, son las marítimas, Córdoba es, de siempre, la gran base terrestre en el sur: y desde el sur hasta el norte. En antiguo lo fue por sus metales. En antiguo y en actual lo es por su posición. Un día pregunté a un militar de rango, de los que vemos tanto y afortunadamente por la Universidad, que por qué las capitales empezaban estando un ratito en Sevilla, acababan consolidándose en su mayor esplendor en Córdoba y acaban volviendo, otro ratito, a Sevilla en el declive de este.

En época tartésica, Spal, la Sevilla fenicia de entonces, fue puerto de mar: una ciudad-emporio de no más de 4has. Aguas arriba, la gran ciudad del río, Corduba, multiplicaba esa superficie en aquellos entonces de s. IX-VIII a. C, aprox. Tras la conquista romana (206 a. C), Itálica, Sevilla, fue el último y más simbólico bastión, pero la capital oficiosa y oficial acabó estando en Córdoba, desde 197 a. C, al menos, por más de cinco siglos. En época visigoda, parece que Córdoba perdió esa preeminencia y que Spali se convirtió, gracias a Amalarico, en capital del imperio visigodo antes de que Atanagildo se la llevase, de nuevo al interior, esta vez a Toledo. Los nombres no son de mi cosecha. Tras la llegada de los árabes en 711, Sevilla fue la primera sede del poder islámico. Ese poder pronto pasó a Córdoba, por otros tres siglos más, hasta que volvió a Sevilla con los reinos de Taifas y la época Almohade; si bien en muy menor dimensión política y territorial en comparación con la gran capital del Al-Andalus clásico. La imperial Sevilla puerto de las Américas ya era Nueva York al lado de aquella vieja Córdoba del Renacimiento que vio correr a Cervantes de niño por sus calles, como hasta hoy lo es. No es mía la comparación, obviamente. Sevilla es más urbe, Córdoba es más capital.  

Mi buen militar, al que abandoné allá en el primer párrafo, me dijo que las casas se guardan desde los adentros y no sólo desde los umbrales; y que la posición de Córdoba, a distancia prudencial del mar, era la clave de esa realidad histórica móvil. Eso, y sus metales. Eso y sus comunicaciones, es decir, ese tridente divino que la une, pronto, con el Atlántico, por el Estrecho y Cádiz. Con el Mediterráneo por la vía corta de Málaga y con el Mediterráneo por la vía larga de Cartagena (Maximiano tenía los intereses y la flota allí). Por fin, con la Meseta y el NO a través de la aurífera Sierra Morena. Córdoba Capital.

Sabemos que los militares romanos del final de la República venían a invernar desde el norte a los campamentos de Córdoba. Sabemos que César y los hijos de Pompeyo dirimieron el destino de Roma en los campamentos militares, el puente y las murallas de Córdoba. Sabemos, quizás (y es mucho quizás), que Maximiano Hercúleo pudo establecer en Cercadilla su base logística para luchar contra los insurrectos mauritanos de Libia desde el puerto de Cartagena. Sabemos que la Capital de Al-Andalus tenía puerto de mar y que este puerto era Almería, fundación del cordobés Abderramán III. Y sabemos que, emporio y puerto, que interior y mar, se unían vía Granada por la N-432.

Sabemos que el cobre de Sierra Morena - de la tierra aurífera de Córdoba, de Los Pedroches y el Guadiato, de la Serena y de la Alcudia por entonces - pudo llegar a Noruega ya en el III-II milenio antes de Cristo: sí, en el -2500 aprox. Sabemos que el cobre cordobés fue el más famoso para acuñar moneda en Roma en el s. I d. C. Sabemos que miles de carretas y mulas cargadas de lingotes de plomo y plata salieron del vientre metalífero de la Sierra para llegar a Roma y Nápoles. Sabemos que Madinat Al Zahra está privilegiada de productos sirios, iraquíes y egipcios. ¿Cómo salió y llegó todo ello?: por los puertos de Córdoba en el Atlántico, para ir a Noruega, por los puertos de Córdoba en el Mediterráneo, para ir a Italia. A ambos sitios, también por largas vías terrestres. Y a la Siria y el Egipto de los andalusíes por el puerto cordobés de Almería. Córdoba Capital.           

El Guadiato y Los Pedroches, las tierras cordobesas de las “tierras raras” y de los metales conductores, que en ningún otro sitio vuelve a haber como aquí 5000 años después en cantidad y variedad, Córdoba, necesitan la autopista ferroviaria central, la del otro pulmón histórico de interior, la de Zaragoza. Es lo único que le falta a la Capital, dominando de nuevo ambos mares y la tecnología como ya lo hace. Este es nuestro ser, nuestro yo, la vuelta a nosotros: la alta industria. El final, por fin, de nuestro letargo ya secular de porrinos tiesos y “agroaburguesados” por señoritos de cuarta que nos seducen desde la lacra de la paguita y nos “arrebuznan” desde la adormidera de un catavino, el sedante de los claveles y la ceguera de un sombrero. Que vivan los tres siempre!, símbolos de Córdoba!: pero con industria, con capital.

Si alguien piensa que la mole de militares, de ingenieros y de titulados exigentes, todos ellos, de media, alta y altísima capacitación que va a venir a Córdoba, a la base y las empresas, desde todos los sitios del mundo, para quedarse y germinar generciones, no va a cambiar esto, que no van a voltear la mentalidad y la pobre alma ciudad actual de Córdoba…es que tiene en el patio demasiados claveles y poco vino tinto en la reserva. Esa es ya una “élite” en extinción.

           A sus órdenes, mi capitana, ni Madrid aún te supera en siglos españoles de capitalidad.    

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Vivo Córdoba actualmente como Prof. del Área de Arqueología de la UCO. He soñado Córdoba como: Investigador ?Ramón y Cajal? del Ministerio de Ciencia e Innovación (2013-2019). Investigador posdoctoral del Centro de Ciencias Humanas y Sociales del CSIC en Madrid (2010-2013). investigador posdoctoral del Institut de Recherches sur l´Architecture Antique del CNRS-Universitè de Provence en Aix-en-Provence (2007-2010), investigador predoctoral y posdoctoral de la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla (2005-2006), investigador predoctoral de la Escuela Española de Historia y Arqueología de Roma del CSIC (2003-2004) y miembro de la Real Academia de España en Roma (2002-2003) Licenciado de la 1ª Promoción de Hª del Arte de la UCO (1999). De aquello lejano y de lo diario cercano les dejaré aquí mis aprendizajes, ensayísticos, científicos, críticos y siempre personales, que espero remuevan la viveza de aquel plátano vigoroso que Julio César plantara, símbolo de vida y fertilidad, en esa Córdoba histórica que nos alumbra siempre los buenos días.

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