Vivo Córdoba actualmente como Prof. del Área de Arqueología de la UCO. He soñado Córdoba como: Investigador ?Ramón y Cajal? del Ministerio de Ciencia e Innovación (2013-2019). Investigador posdoctoral del Centro de Ciencias Humanas y Sociales del CSIC en Madrid (2010-2013). investigador posdoctoral del Institut de Recherches sur l´Architecture Antique del CNRS-Universitè de Provence en Aix-en-Provence (2007-2010), investigador predoctoral y posdoctoral de la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla (2005-2006), investigador predoctoral de la Escuela Española de Historia y Arqueología de Roma del CSIC (2003-2004) y miembro de la Real Academia de España en Roma (2002-2003) Licenciado de la 1ª Promoción de Hª del Arte de la UCO (1999). De aquello lejano y de lo diario cercano les dejaré aquí mis aprendizajes, ensayísticos, científicos, críticos y siempre personales, que espero remuevan la viveza de aquel plátano vigoroso que Julio César plantara, símbolo de vida y fertilidad, en esa Córdoba histórica que nos alumbra siempre los buenos días.
Sancti Petri y las marmitas de gigantes
Uno que es de dehesa, ve todo lo que le falta en la vida cada vez que pisa Cádiz. El otro día, unos amigos de Cadi Cadi y de Cadi, me enseñaron una calzada de marmitas y me explicaron la capacidad de erosión circular de las aguas en los canchos rocosos del islote de Sancti Petri. Me pareció el otro extremo de la Giant's Causeway de Irlanda que, como todo, se ve que también nace en Cádiz. Como no podía yo desilusionar a Estrabón, cuando nos nombra a ambos, gaditanos y cordobeses, como los más grandes de este fin del mundo antiguo, y ya que salí un día de la comarca para ver la de Northern Ireland (que bonito hijo) les enseñé a los de Cadi lo de los corros de brujas cuando la humedad se adereza con los hongos en la tierra de la Fahs al-Ballut, o tierra de las bellotas, de la dorsal serrana cordobesa. Quillo, parece la señal de un silo enterrao o fondo de cabaña. Sosio, y lo tuyo una cantera de piedras de molino. Pura naturaleza compositiva de gigantes y brujas, en ambos casos. Déjate de arqueología.
Por allí, por San Fernando, por Cadi, estamos buscando un gigante. Un héroe mayor, oprobio de Euristeo, cuna de este nuestro Occidente, que eligió descansar en la Bahía de Cádiz, gracias amigo Vicente, para convertirnos en mito y usurparnos, hasta ahora, su realidad material. Un héroe que, con sus columnas, está en nuestra enseña nacional, en la andaluza, en el pendón de Cádiz, en el de San Fernando, y en el escudo del Cádiz, entre mil asociaciones, colegios, peñas y agrupaciones de la santa madre gaditana de Occidente. Aunque el amigo Donald no lo sepa, que no lo sabrá, parece que las facies, barras, que cruzan su dólar provienen de las bandas que anudaban las columnas de Hércules y los dos mundos, el Viejo y el Nuevo, efigiados en los Reales de a Ocho acuñados por Carlos III en la Ceca de Méjico: el spanish dollar, la moneda más potente de época moderna y los 3 billones de dólares al cambio actual de la misma que los españolitos les dimos a los G. Washington y B. Franklin para que se librasen de los ingleses y proclamaran su independencia. Te vamos a sacar una tablita con aranceles un día de estos, Don Donald, desde aquí. desde las puertas del Mar y el Viejo Mundo que te dio tu Nuevo Mundo, y que están en Cádiz.
Para llegar a las hercúleas marmitas, nos recogieron los amigos de la concesión turística del Castillo de Sancti Petri. Gentilísimos. A un amigo de Chipiona le pregunté un día que a qué se dedicaba, pasados veinte años sin vernos: tu sabe cordobé, de camarero, turismo y hostelería, la I+D de Cádiz. El amigo que nos llevó en la lancha era lanchero en verano y mil cosas más en invierno. Que los gaditanos son descendientes de un héroe me resultó, una vez más, indudable. Que el día que quieran vuelven a gobernar el mar desde el fin del mundo, también.
Yo iba ya con el mareo encargado con tiempo y con la dehesa como lastre. Siéntate en esa esquina y agárrate, que me dijo mi Santiago, que es cordobés de Siudá Ardín y patrón de barco: cordobés y hombre de bien es que, visto está una vez más, que no hay manera de ser. Me senté. Equilibré. Me mojé. Me tambaleé. Menos mal que la barca no dio ni con la arena ni con las piedras. Me agarré a una escalera de hierro “porío” para subir a la ensenada del castillo y llegué. Y por fin llegué. Y me acordé de los fenicios del s. IX antes de Cristo que habían partido la noche anterior desde la estación marítima de Tiro en el Líbano sin un bocadillo y con las barquillas a remos de madera. Noniná. Y eso, que hacía gueno y no había levantito.
Llegué al mirador de las marmitas, me senté por detrás del castillo, ad Oceanum, para verle la cara frente a frente al del tridente. Marea baja, peligros rocosos fuera del agua. Se veía la obra de los gigantes por centenas de metros y el espigón que enfila esa vía de gigantes imaginaria a Irlanda pasando por Cádiz. Empezó el vientecito y la marea: en poco rato, oleaje: adiós a los gigantes. Julio César llegando en barco a llorarle al más grande. Le pesaba más el baúl de la Piquer con las togas de repuesto para el remojo de la barquita que el lamento del trance.
Yo, otra vez sentaito en duro y estable, veía cada vez más agua, menos tierra y cada vez más lejos los chipirones. Se va el barquito al pan frito. Vente a mi pueblo: sólo por ti, Jorge. Me puse mi chubasquero del primer cross de Mellaria que, si resiste el rocío de las bellotas, aguantará este agua. De cintura para arriba bien, como previsto: el pantalón corto era marca de las tierras de Don Donald y no estaba adaptado a tal medio. “Siéntate ahí y agárrate”: todas las olas para mí. El amigo el de la I+ D, pisándole. Y yo nada más que veía fenicios por delante.
Allí, donde las marmitas y las olas de los gigantes, hicimos un trabajillo que pronto sacarán a la luz los compañeros de Cádiz en la sede regia de Cadi y allí que estaremos de apoyo ya en tierra firme los de Córdoba. Allí en Sancti Petri, lo que hay, son marmitas para repartir: se ve que dimos con la cocina y el sitio de los salazones y los peroles del héroe. Él, llega sin pisar y claro es que tiene allí un retiro en el límite de sus dominios, que allí acaban, justo donde Neptuno cierra las Columnas y se retira con Anfítrite: ese momento de repentinas olas y peligros marítimos en forma de roca, le aconsejan volver a casa, pues Neptuno ya manda más que él. Vuelve así Hércules a su verdadero temenos sacro, en tierra, que es donde realmente vive y habita. Arriesga no poder hacerlo, de persistir.
En el Cirilo y el Caño Chanarro está el capítulo siguiente de esta historia. Allí sigue, mítica, hasta la próxima. Allí queda mi agradecimiento a todos los amigos, arqueólogos y marineros, de esta historia inolvidable de Cádiz. Os debo una igual de locuaz en Córdoba, donde también se nos han perdido, entre bruja y corro, las tumbas de otros gigantes, esta vez de hechura califal y andalusí de medio turbante.
Sobre este blog
Vivo Córdoba actualmente como Prof. del Área de Arqueología de la UCO. He soñado Córdoba como: Investigador ?Ramón y Cajal? del Ministerio de Ciencia e Innovación (2013-2019). Investigador posdoctoral del Centro de Ciencias Humanas y Sociales del CSIC en Madrid (2010-2013). investigador posdoctoral del Institut de Recherches sur l´Architecture Antique del CNRS-Universitè de Provence en Aix-en-Provence (2007-2010), investigador predoctoral y posdoctoral de la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla (2005-2006), investigador predoctoral de la Escuela Española de Historia y Arqueología de Roma del CSIC (2003-2004) y miembro de la Real Academia de España en Roma (2002-2003) Licenciado de la 1ª Promoción de Hª del Arte de la UCO (1999). De aquello lejano y de lo diario cercano les dejaré aquí mis aprendizajes, ensayísticos, científicos, críticos y siempre personales, que espero remuevan la viveza de aquel plátano vigoroso que Julio César plantara, símbolo de vida y fertilidad, en esa Córdoba histórica que nos alumbra siempre los buenos días.
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