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Let me put my love into you... porfi...

Rakel Winchester

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   Era altísimo infinito.

Yo no.

Poseía la melena más larga, abundante y oscura del mundo.

Yo no.

Vestía ropa negra de cuero.

Yo no.

Tenía unos rasgos faciales grandes, marcados y duros.

Yo no.

Hablaba con una voz oscura de ultratumba.

Yo no.

Era altísimo infinito. Poseía la melena más larga, abundante y oscura del mundo. Vestía ropa negra de cuero. Tenía unos rasgos faciales grandes marcados y duros. Hablaba con una voz oscura de ultratumba.

Tenía unos ojos rasgados, de esos que se tornaban mucho más interesantes cuando inclinaba una ceja y el párpado le caía convirtiendo la curva de arriba en una línea diagonal. Párpados de desconcentración de abuso -en el pasado o en el presente -de alcohol y estupefacientes seguramente. Una nariz inmensa y preciosa para una amante de lo prominente y unos labios gruesos y llenos de vida que parecían pintados. Las arrugas de su frente gritaban que, aunque no le gustaba el mundo que habitaba, vivía conscientemente los problemas. Nunca me convencieron demasiado las personas de frente lisa. Tallados casi a buril sus surcos nasogenianos, esos que casi llegan al mentón que suelen adornar las caras de los idealistas que, sumados a esos pómulos hundidos de castigado y, puede que de un poco torpe, le hacían rebosar todos los ingredientes megaimportantísimos que yo necesitaba que eran dos: Algo durete y algo bobo.

Aun así, a primera vista, no sentí ni fu ni fa... Quizás mi cerebro no había asimilado todavía haber salido aquella noche. Ni iba apropiadamente arreglada, ni apropiadamente perfumada, ni apropiadamente nada. Fue un compendio de encuentros fortuitos de colegas, uno detrás de otro... que me llevaron a aquel bar. Y cuando mis últimos amigos decidieron marchar, yo estaba lo suficientemente borracha como para hacerme la sorda y la invisible, desapareciendo del campo de recogida.

Sabía que mi casa estaba cerca, a apenas unos metros, lo que me tranquilizaba bastante... y no acertaba recordar cuántas cervezas podía haberme bebido como para, ya no digo ver levemente doble a los clientes, sino que la distancia entre una figura real y la imaginaria que te da el alcohol era enorme. Porque yo veía gemelos. Una sala lleniiiiita de gemelos.

Y esos dos hombres melenudos idénticos de movimientos exactos me invitaban con el brazo a acercarme a la barra... pero yo no podía moverme de mi rincón por temor a caerme. Me había quedado petrificada con la mente fantaseando sumida en mi embriaguez, revoloteando sobre mi cabeza chispitas luminosas, siluetas ondulantes y pensamientos difusos.  Intentaba que el autocontrol volviera a mi cuerpo.

Mi cerebro ordenaba a mis pies caminar hacia el frente, pero ellos caminaban hacia la derecha. Y llegué. Al fin llegué a su lado.

-Un Pepe Crow para la señorita y otro para mí. Añejo, por supuesto.

....Convencida estaba de que si me tomaba ese chupito estaría perdida del todo, pero no me importó.

...Recuerdo vagamente que después de ese vino otro, y otro, y otro... Incluso tengo flashes de chupar la sal en su cuello y sentir deseo remezclado con risas...  No tengo muy claro cuánto tiempo pudo transcurrir ni en qué momento pasamos a ser dos “cierrabares”. De lo que estoy convencida es de que aunque me terminó de emborrachar... NO ME TOCÓ. Todo un galán.

Walt Disney y F.W. Murnau se acababan de fusionar en la misma pantalla.

Escuché de manera indolente cómo llamaba al servicio de habitaciones. Con las manos comprobé que mi ropa seguía intacta en mi cuerpo.  Continuaba virgen a ese caballero, lo cual no sé si me consoló o me puso rabiosa. Mas no podía ni abrir los ojos y me regocijé  un poco más en aquel colchón tan mullido y fresquito a la vez. Estaba a punto de amanecer.

Un líquido helado con aroma a melocotón cayó sobre mí  justo después de escuchar la palabra “dormilona”. Me encantó. Duermo tan poco que pocas veces me han calificado parecido. Me sonó a gloria, a nuevo.

Zumo.  El olor era a zumo. Había pedido un zumo para desayunar y se le había derramado encima de mí.

Con sumo cuidado comenzó a quitarme la falda, y aunque su jodido altruismo me hacía sospechar que sería para que no me resfriara, el roce es el roce y, aun sin poder ni moverme por no estar del todo sobria todavía, me puse blandita.

Esas manos calentitas buscaron hueco entre mi espalda y la cama, para desabrocharme el sujetador y despojarme del resto de la ropa. La neurona que me quedaba se preguntaba si las braguitas también irían al suelo.

Sentir mi cuerpo desnudo sobre aquellas sábanas me hizo suspirar. De la ventana llegaba un golpe de viento suave, de esos que traen algunas noches de fin de verano, que erizaba el vello de mi vientre mojado por aquel jugo vertido sin querer. Mis ojos permanecían cerrados. La falta de uso de tantos sentidos a la vez despertó en mí -multiplicándolo por mil- el del tacto cuando sus labios comenzaron a sorber el líquido aún intacto que rebosaba en mi ombligo...

-mmmmmm...- murmuré sin querer.

Intuía en mis piernas el frescor de su cabello pantojero mojado y aspiré su aroma a jabón. No daba crédito. Recién duchaíto, socorro...

Apartó mi flequillo de borrachuza de mis mejillas y me plantó un beso sin esperármelo que me descolocó. Un beso. A mí. A la mayor mendiga del reino de las carencias. Con esa melena y ese albornoz negro megametalero -que averigua de dónde coño lo había sacado, porque yo no recordaba haber visto en un hotel algo que no fuese blanco inmaculado, aunque si somos heavys, somos heavys- amarrado a la cintura que me encendía por no poder ver lo que escondía. Valiente plan de vida. El eterno educado no sabía donde se estaba metiendo..... si bien no tenía preparado calmar de aquella manera mi resaca, esperando paciente a que desapareciera el alcohol de mi sangre, y así hacerme consciente de cada detalle y que no pudiera olvidar ni un instante de lo que sobrevenía.

En esos momentos de mi vida para mí un beso era... Sentir esos labios suaves y recios resbalar por los míos... Su calidez removiendo mi lengua ...y su cariño. ¿Acaso era necesario para mí querer a una persona para recibir amor de su beso con lo necesitada que estaba?

Ante tal proposición mis piernas se engancharon a su culo buscando formar un todo... propuesta que duró... lo que el beso, pues torció la cara, comenzó a besar mis rodillas con lentitud,  adentrándose en mis muslos hasta llegar a mi zona más bestia. Esa que suplicaba noes embusteros y que estaba a punto de reventar sin haber sido asaltada. Mi imaginación iba por delante de los hechos... estaba a punto de vivir una de esas corridas de pensamiento que tan sólo necesitan el chasquido de dedos apropiado cuando...

-Ehmmmm... ¿Cómo dices que te llamas?- murmuró quizás pensando que no era muy formal llegar a ese grado de intimidad sin habernos presentado.

-Pero...¿Estás bobo o qué?- suspiré y, enterrándolo en mi entrepierna,  no permití que se alimentara de nada que no fuese de mí. Regalándole gemidos,  que aumentaban su volumen a medida que el orgasmo iba brotando, que ni el sonido de su lamer animal pudo apagar.

Quedé exhausta y sonreí...

-Hola... -mi respiración era entrecortada- ...quería decirte ... que... ha sido .... un placerazo... y preguntar.... ¿He sido muy ... escandalosa?

En silencio abrió mis labios y observó mi clítoris inflamado aún... y lo rodeó con su lengua. Glups... no puede ser... necesito recomponerme...

Me miró y arqueó la ceja. Irresistible.  Tenía la atractiva capacidad de reír con la mirada sin cambiar el gesto.

Yo estaba acojonada... Únicamente  veía a un Uruk Hai  gigante que gritaba ÑAM ÑAM y que venía a comerse mi instinto más básico. Otra vez... Socorro...

Tal fue la brutalidad de aquel  segundo cunnilingus, y la fuerza de ese  frotar, lamer y succionar, que me fue empujando  hacia la almohada, empujando con todo su ser. Con todo su cuerpo. Con todo su alma... hasta dejarme sentada y pegada al muro del cabecero de la cama.

Si bien es cierto que no me gusta nada el dolor físico,  he de reconocer que el sonido de mi espalda golpeando contra la pared doblado por mis chillidos me pusieron tan caliente que casi pierdo la consciencia. Placer lascivo que me convirtió en sobria de un hachazo.

- Aquí ...habrá... café, no?- pregunté aturdida entre jadeos..

-Claro ...bonita, café y ...Tulicrem...  - su respiración también era agitada cuando sacó su cara de entre mis piernas para responderme... Yo me dejé llevar, me dejé llevar... Me dejé llevar.

Mientras intentaba pensar ¿qué cojones sería Tulicrem? Aceleró la velocidad y... Aaaaaaahhhhhhhhh...

Las piernas me temblaban pero aquel recién despertar me hacía querer más.

Pero... ¿Y  él? ¿Cuándo se iba a correr? ¿No piensa metérmela nunca? ¿No quiere? Mi vagina estaba incólume y aún conservaba intacta la fuerza para continuar.  Y lo ansiaba. Tenía esa necesidad. Era como comer sin postre.

Espiré un último suspiro de agotamiento carcelario cuando me agarró de los tobillos y, con un movimiento magistral que aún no acierto a comprender, me dejó a cuatro patas con el rostro en dirección a la ventana de la habitación.

Cerré los ojos. Y al recibir el primer rayo de sol en mi cara, me embistió cual animal enloquecido por detrás agarrando fuertemente mis tetas...

Let me put my love into you... sonaba en mi cabeza.

Oh, no... ahora sí que estoy perdida...

...don't you struggle

don't you fight

don't you worry cause it's your turn tonight

let me put my love into you babe

let me put my love on the line

let me put my love into you babe

let me cut your cake with my knife...

...Me incorporé mientras me follaba violentamente y, echando los brazos  hacia atrás, intenté aferrarme a su cuerpo y acariciarlo en vano. Aquel albornoz ahora era un muro que quería derribar. Me lamía el cuello, me mordía los hombros... y volví mi cabeza para volver a besarlo... Necesitaba su boca y mirarlo a la cara mientras me penetraba.

Contorsionista de nacimiento y flexible rallando en la hiperlaxitud fui girando y girando, con las rodillas presionándome el cuello hasta atrapar sus caderas con mis piernas, encajarme a él como tapón a botella, y derribarlo hacia atrás. Abrí el albornoz y apoyé los brazos en la cama. -¿Qué te paaaasa, maricarmen, qué quiere decir este cuerpo tan bello y huesudo?- gritó mi conciencia.  Me iba a dar algo.

La amante pasiva agarraba el timón del barco para cambiar el rumbo.

Si había aguantado dos orgasmos,  de repente me ponía que siguiera conteniéndose.

Introduje su pene en mi cuerpo y me aferré a él. Necesitaba notarlo dentro mirándole a los ojos, que tan sólo sintiera las contracciones de mi vagina. Rellenarla con él nada más, arrullar en su oído deseos secretos, acariciar su rostro con ternura, rozar mis pechos afilados con su torso desnudo... y sentir.

Ahora que mi miniresaca casi había culminado, ansiaba disfrutar comiéndome  esa cara preciosa de indio apache,  juntar mi nariz a la suya,  zambullirme en su cuello, en sus costillas, en su barriga... poco a poco ...

...crazy feelings got me reeling

they got me raising steam

now don't you struggle

don't you fight

don't you worry cause it's your turn tonight...

...en su ombligo.

Y en sus ingles marcadas. Acariciar su glande con mi lengua suavemente, suavemente, suavemente... hasta llegar a mi paladar y masturbarlo despacito con mis labios para devolver la paz a la estancia. Y al percibir mi sexto sentido que su semen estaba a punto de brotar, trepar a su encuentro y que manara dentro de mí a la vez que mis lágrimas sobre su pecho.

A la vez. Apretando los dientes con las bocas pegadas. A la vez. Con la vista nublada pero fijas las miradas. A la vez.

-...Hay que ver... si me llegan a decir a mí que pudiera pasar ésto...Let me put my love into you babe

let me put my love on the line

let me put my love into you babe

let me cut your cake with my knife..

. porque si no hay Tulicrem, no es un buen desayuno.

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