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El lavatorio de Almanzor duerme en el subsuelo de un hotel

Lavatorio de Almanzor en el Hotel Conquistador | ÁLEX GALLEGOS

Marta Jiménez

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Escribió el filósofo José Ortega y Gasset que en Córdoba las rosas crecen en el subsuelo. Con estas rosas tal vez el pensador se refería a los restos arqueológicos que documentan los diferentes sustratos históricos de la ciudad, una arqueología no del todo apreciada hoy por la ciudadanía cordobesa.

Sin embargo, esta percepción comienza lentamente a cambiar y cada vez son más los particulares y los establecimientos que, de forma sensible y generosa, integran la arqueología en los mismos espacios donde los restos son encontrados, aportándoles una riqueza inesperada. Es una prueba que aun a pesar del aumento de presupuesto que supone la integración y la pérdida de metros en el edificio, la revalorización del lugar es más que evidente.

Es lo que ocurrió en 1998 en el Hotel Conquistador, frente a la fachada oriental del Mezquita. Aparecieron restos de la sala de abluciones de la Mezquita del Almanzor, del siglo X, y las interesantes estructuras hidráulicas acabaron quedando a la luz bajo la sala que hoy lleva el nombre del califa.

En la religión musulmana, la importancia de la purificación antes de la oración es un precepto principal. Existen distintos tipos de ablución y todas las mezquitas tenían y tienen unas dependencias relacionadas con la ablución de los fieles, con el lavado para que los creyentes cumplan con el rito de la purificación previa. Estas salas eran conocidas como salas de abluciones, o lavatorios, mida’a.

Los visitantes de este espacio pisan un suelo de metacrilato bajo el que se hallan las canalizaciones y los muros del que fue lugar purificador para los cordobeses que habitaron la ciudad hace once siglos. El amable personal del hotel suele permitir visitarlo a quien se halla interesado, siempre que el salón Almanzor no se encuentre ocupado.

El edificio, que se ha conservado casi al completo, es de planta rectangular, construido con grandes sillares y consta de un vestíbulo, dos patios -uno de letrinas, al sur, y otro al norte relacionado con el ritual de la ablución-. Existe otra sala, de planta rectangular, en el solar anexo. Se trata de un edificio emblemático, el único de este tipo que puede ser visitado en Europa

Los restos salieron a la luz en dos solares anexos de la calle Magistral González Francés. En 1998 aparecen los primeros restos, que constituyen la zona más amplia del complejo, durante las obras para la construcción del hotel Conquistador, que fueron integraron en el mismo. Años más tarde, en 2004, las obras para la construcción de las nuevas oficinas del Cabildo Catedralicio descubren una nueva sala de esta mida´a, también integrada en el edificio.

Cuando llegó la conquista cristiana este lavatorio quedó sin uso. No obstante, quedó reflejado en la herencia del nombre con el que se conoce al lugar en 1363, “Casas del Lavatorio”. En esta interesante manzana se localizó, justo detrás del lavatorio,  la Alcaicería o mercado de la seda. La parte central de esa manzana que llega hasta la Plazuela Abades y la calle Alfayatas, era el gran espacio donde estaba ese mercado.

Lo curioso es que tantos siglos después, el lavatorio de Almanzor se siga utilizando como establecimiento público.

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