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Medina Azahara marida flamenco y música árabe en su segundo aniversario como patrimonio mundial

Concierto de Ali Khattab en Medina Azahara | ALEX GALLEGOS

Juan Velasco

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El virtuosismo mestizaje de flamenco y música árabe del artista egipcio Ali Khattab ha servido este miércoles para soplar las velas de un aniversario muy especial para Medina Azahara: dos años desde que la Unesco le otorgó el título de Patrimonio Mundial de la Humanidad.

Un tiempo que en la ciudad palatina ha servido como acicate hasta convertirlo en uno de los monumentos que más han crecido en visitas año tras año. Eso hasta el estallido de la pandemia mundial, que detuvo en seco ese flujo e hizo que el yacimiento cerrara sus puertas hasta la semana pasada, cuando retomó la apertura al público con las medidas sanitarias de rigor.

El de este miércoles ha sido, por tanto, el primer concierto en el yacimiento desde su reapertura. Y ha tenido lugar en el Salón Basilical, en una noche de verano algo más fresca que las inmediatamente anteriores, lo que ha favorecido el seguimiento de las medidas de seguridad sanitaria durante el concierto -el uso de mascarilla, principalmente-.

En el escenario, un artista que, musicalmente, siguió el mismo camino que los musulmanes que levantaron Medina Azahara. Nacido en El Cairo, Khattab tenía ya los maqamat (los modos melódicos de la música árabe) en la sangre y, mientras aprendía a tocar la guitarra, se enamoró del flamenco y se mudó a Jerez de la Frontera para sumergirse en la cultura y aprender sus palos.

Con ese bagaje y acompañado de algún toque de sintetizador, Ali Khattab ha ofrecido un concierto que, a partir de la guitarra flamenca, ha propiciado la aparición de elementos como el cante y el baile junto al dinamismo y la belleza melódica del laúd y el cante de tradición egipcia.

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