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Manolo García: “Ahora nadie respeta el buen sonido”

Manolo García en una imagen promocional

Juan Velasco

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Manolo García (Barcelona, 1955) tiene muy difícil hacerse un selfie para esta entrevista. No conoce el modelo de su teléfono -yo apostaría a que es un Nokia de los antiguos-, pero dice que no es de esos a los que “se pueden mandar canciones ni tonterías”. Para lo que lo quiere, que es contar cosas, le sirve perfectamente y la prueba es esta entrevista, que condensa 25 intensos minutos de charla entre Barcelona y Córdoba.

Y a Córdoba vuelve este sábado Manolo García, y lo hace con un cartel de No hay entradas colgado en las taquillas del Teatro de La Axerquía. Unas 3.000 almas se acercarán este sábado a escuchar cómo suena en directo Geometría del Rayo, el último disco del compositor, cantante y pintor barcelonés, un histórico de la industria española, conocido tanto por sus canciones como por la libertad con la que ha dirigido su carrera, en la que controla hasta el precio de las entradas con el objetivo de llegar a más público.

Y en ese objetivo, la nueva cruzada de García es la de hacer que todo suene bien. Más limpio, más claro. Como sus opiniones y también como las fobias de un artista que se declara “provida” por cuestiones absolutamente distintas al movimiento “provida” y que sueña con acabar sus días pintando y cantando mejor de lo que lo hace ahora mismo. Pero con mesura. Vivirlos es su principal objetivo, en definitiva.

PREGUNTA. Hace apenas unos meses sacabas un disco en directo de lo que fue tu anterior gira. ¿Se te ha juntado con el lanzamiento de nuevo material por algo o ha sido casualidad?

RESPUESTA. No. Fíjate que en tiempos de El Último de la Fila nunca sacamos un disco en directo y he sacado uno ahora, treinta y tantos años después. Y en mi caso, justo el año pasado decidí sacar uno y lo he hecho porque me propongo siempre tener un buen sonido, que los discos suenen bien, que los conciertos en directo suenen bien, te preocupas de llevar buenos equipos, vas a los mejores estudios... Y ahora, en los últimos años, te vas dando cuenta de que todo este esfuerzo es pisoteado, ahora nadie respeta el buen sonido, porque ahora mismo en las redes meten todo con sonido horrible e imágenes igual de malas. Así que pensé en hacer mi pequeña guerra y sacar mi primer disco en directo con buen sonido, con buenas tomas y bien hecho.

P. Una cruzada interesante.

R. Sí. Y de hecho ahora mismo ya estoy grabando otro. Con esta gira, en Granada, en Córdoba voy a grabar también. Por eso, para ofrecer buen sonido, calidad. Porque me parece muy feo que la gente esté viendo ahí un sonido infame, grabado con móviles... No le veo la gracia a escuchar la música mal. Somos músicos e intentamos hacer las cosas con delicadeza y que suenen bien.

P. De alguna manera es una reacción frente a los tiempos que corren, ¿no?

R. Es fruto un poco de eso. Mi plan siempre había sido tirar hacia adelante. Mi tiempo lo dedicaba a hacer temas nuevos y un disco en directo me parecía quizá de vez en cuando un documento, pero no le daba más importancia. Siempre he querido hacer discos inéditos, obra nueva. Pero ya que hay tanta imagen y tanto concierto por ahí volando con sonido infame, pensé voy a hacer yo el mío para que vean que el que hacemos nosotros tiene un sonido con calidad.

P. Hace no tanto tiempo, los discos en directo eran una rareza que compraban los más fanáticos. Y ahora tú lo has convertido en una cruzada sobre saber escuchar.

R. Claro. Es que no estamos vendiendo piedras. Estamos vendiendo canciones, que requieren una calidad, matices y una buena mezcla. Yo es que no le veo la gracia a esas cosas que salen con los móviles y la gente se lo pasa de uno a otro. Y como músico me subleva. Es un despropósito. Por eso hice el disco en directo anterior y por eso haré más. Vivimos en esta cacofonía planetaria en la que todo el mundo chilla y hace lo que le da la gana, en este disparate en el que las redes son un descontrol y todo el mundo se ríe de todo el mundo e insulta a todo el mundo... ¡Hostias! ¿Qué está pasando? Pues yo he optado por seguir mi camino de artesano para ofrecer algo digno. Y si luego la gente quiere escuchar las canciones en el móvil, pues que hagan lo que quieran. Yo no soy nadie para indicar a nadie lo que tiene que hacer en su vida, pero mi oferta ha de ser lo más digna posible.

P. Lo de los móviles en los conciertos intuyo que tampoco es muy de tu gusto.

R. No. Yo cada noche lo digo. Veo que hay gente que hace fotos, lo graba y gente que no sé cómo lo hacen pero lo retransmiten en directo. Y me parece una falta de respeto absoluta. Primero porque no piden permiso y segundo por la calidad. Yo, que siempre me he cuidado ni he querido hacer publicidad de nada, ahora me encuentro con que todo el mundo mete imágenes, se cuela publicidad... Y yo pienso que alguien debería pedir permiso porque tenemos un derecho de imagen. No es que ahora mismo me esté quejando, porque veo que es una cosa que ya nos supera a todos. Ahora bien, yo cada noche lo hago. No lo prohibo, pero pido por favor que no lo metan en las redes. Hay una cantidad de gente que me hace caso y me respeta y otra que no.

P. Desde luego, es un poco absurdo pagar para ver un concierto a través de una pantalla.

R. Yo respeto a todo el mundo, pero pienso que la gente ha de ir a los conciertos a disfrutar, a ver, a sentir... llevarse esa emoción puesta, vivirlo al momento. Y no me parece mal llevarte una foto de recuerdo o grabar un poquito. Pero lo cierto es que luego no lo ve nadie. Vivimos de una manera tan frenética que no hay nadie que se pase el día mirando los ochocientos millones de fotos que guardan en sus móviles. Estamos en una carrera estrambótica empujándonos unos a otros por hacer cosas que no tienen ningún sentido. Yo no quiero adoctrinar a nadie, ni parecer el abuelo cebolleta. Yo no soy anti nada, yo soy provida. Todo lo que nos de alegría y nos enriquezca y nos de un potencial de emoción, de existencia, de amor me parece genial. Yo soy protodo lo que objetivamente es bueno.

P. A mí me ocurre. Como periodista no me queda más remedio que estar enganchado totalmente al móvil y vivir la actualidad al minuto. Me la trago sin masticar, vaya.

R. Sí. Yo entiendo que las sociedades progresan, avanzan y mejoran, pero mira, una simple metáfora o un ejemplo sencillo: Un labriego que necesita un tractor para trabajar el campo lo usa x horas, igual que tú usas tu teléfono para trabajar x horas. Correcto. Pero luego el labrador no se lleva el tractor a su casa y sigue labrando el comedor, la cocina y por la noche se lo mete en la cama. De acuerdo que el móvil es una herramienta que puede servir, pero otra cosa es estar enganchado.

P. ¿Tú has tenido alguna época en la cual te llevabas la música a la cama?

R. Bueno, yo soy una persona bastante mesurada. Entiendo que todo con exceso puede ser aborrecible. Dime la cosa que más te apasiona, y si abusas de ella, vas a acabar detestándola.

P. Como decía Bukowsky.

R. Es así de sencillo. Yo la música la gestiono. Me encanta la música. Me encanta la pintura también, pero no estoy todos los días en una galería de arte hasta que me vuelvo loco. Puntualmente voy a un museo o voy a otro. Con la música igual. Es una de mis pasiones absolutas, pero racionándola para cogerla siempre con ganas. Todo con mesura se puede llevar adelante bien, con sentido común.

P. Antes decías que te consideras un artesano, pero preocupado por que tus discos suenen bien. ¿Este último LP lo has grabado en Nueva York por esa cuestión?

R. Parte. Parte está grabado en España y la otra mitad allí. Pero la razón no es tanto que aquí no haya estudios mejores y allí sí. Aquí hay estudios magníficos. Allí lo que hay es otros músicos que tocan de otra manera, que tienen otro pulso, otro modo. Y he ido buscando, más que el estudio, las personas. Me gusta experimentar con gente nueva, y el reto de conocer maneras de hacer de otros músicos. Y ése es el intento de hacer cada disco único y singular. Yo voy moviéndome en un territorio, como puede ser el rock y el pop, en el que está todo inventado, pero a la vez está todo por inventar y las combinaciones son infinitas.

P. ¿Te consideras un privilegiado por poder hacer este tipo de cosas? Grabar cuando te apetece, irte de gira si te apetece...

R. Absolutamente. Me lo he ganado currándomelo porque desde crío ya empecé con esta idea y nunca he retrocedido ante ninguna adversidad. He avanzado centímetro a centímetro. Nunca he intentado de un arreón avanzar kilómetros y, aunque fueran centímetros, siempre he notado que estaba avanzando. Claro que soy un privilegiado. Yo cada mañana cuando me despierto, pienso qué suerte tengo de poder estar dedicándome a la tarea de la creación musical, pictórica, de ser un artesano de unas disciplinas que a mí me apasionan. Pero doy lo mejor de mí mismo, y por lo que voy viendo, le aporto a otras personas.

P. El hecho de que controles tu carrera hasta el punto de controlar lo que valen las entradas de tus conciertos va en esta línea, ¿no?

R. Naturalmente. Yo hago música popular y quiero llegar a todo el mundo. Yo no toco ni para las élites ni para el pueblo llano. Yo toco para el que quiera escucharme, pero tiene que estar al alcance de todo el mundo. De eso se trata, de que la cultura y el arte estén al alcance de todo el mundo. La vida es muy dura para todo el mundo y no estoy nada de acuerdo en cómo funciona la vida económicamente. Porque los de arriba nos aprietan, pero es que los de abajo nos apretamos unos a otros. Así que yo, a mi humilde y honesta manera, intento poner coto a esta injusticia que estamos viviendo. Pero cuidado con este discurso. He de tener mucho cuidado porque no puedo pretender que todo lo hago bien y que otros compañeros tal... Yo respeto a todo el mundo y entiendo que hay conciertos que valen más. Pero yo intento hacer un tipo de oferta asequible a todo el mundo. Además, también lo hago para evitar el tema de la reventa, que es algo que me parece tan feo. Eso me subleva y me parece muy feo. Pero ojo, yo nunca toco gratis. Nunca hago conciertos gratis porque creo que todo tiene un precio justo. Tampoco admito nunca publicidad, ni quiero sponsors o dinero de una marca comercial. Yo hago música, soy músico y hago canciones y conciertos.

P. En este ámbito, ¿se ha notado ya la bajada del IVA cultural?

R. Por supuesto. Eso era un palo en la rueda. En España, más de medio millón de familias viven directamente de la cultura, y evidentemente, poner palos en la rueda es muy bestia. Ya se sabe que con ese tipo de medida se propició el dinero negro y un punto que no fue conveniente para el país. Si tú pones un palo en la rueda, lo que estás propiciando es que la gente se escaquee, haga chanchullos, haya cajas B y eso no es bueno para nadie. Se supone que somos una nación y el dinero de todos paga todo.

P. ¿Al nuevo gobierno qué le pedirías?

R. Honestidad. Honestidad y dejar a un lado la obsesión partidista. Mirar por la gente que les vota. Mirar por el pueblo que les pone ahí. Hablar con la gente y escuchar a la gente, y atender sus necesidades. Porque dinero hay. Somos un montón de millones de españoles que pagamos impuestos y con ese dinero hay que atender las necesidades de todo el mundo, pero sobre todo de los desprotegidos. Creo que lo que yo estoy diciendo es lo que hablamos en los bares las personas de a pie.

P. ¿Cómo te ves de aquí a unos años? No me gusta usar la palabra viejo...

R. (Se ríe). Veterano, vamos a decir veterano.

P. ¿Te ves como un veterano pintor o como un veterano cantante o como ambas cosas?

R. Pues como una persona veterana que está loca por pintar, por hacer canciones, por la música, por todo. Un veterano apasionado de la vida. Como tengo la suerte de que lo que hago no requiere un esfuerzo físico, pues puedo hacerlo mucho tiempo. Mi pretensión es cumplir muchos años pintando cuadros y haciendo canciones. Yo cuando veo a bandas veteranas tocando y tocan cada vez mejor, porque la veteranía es un grado, eso es maravilloso. Esos bluesmen, esa gente del jazz... Ésa es la ilusión mía. Para mí es una fiesta trabajar en lo mío. Es religión, dicho respetuosamente.

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