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Góngora o el retrato de un universo

FOTO: MADERO CUBERO

Manuel J. Albert

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Las salas Vimcorsa y Espaliú acogen una magna exposición sobre el poeta hasta el 11 de noviembre

Han sido más de dos años de trabajo. Una tarea ingente para una exposición con un objetivo muy difícil. Recrear en una sola muestra el universo externo e interno de uno de los poetas más grandes en todas las lenguas: Luis de Góngora (1561-1627). Acción Cultural Española, en colaboración con el Ministerio de Cultura, el Ayuntamiento de Córdoba y su Universidad, traen a la ciudad una de las exhibiciones más importantes organizadas en la cuna del poeta: Góngora. La estrella inextinguible. magnitud estética y universo contemporáneo.

Las piezas proceden de numerosas colecciones públicas y privadas. Compuesta inicialmente por 224 obras que se expusieron por primera ven en Madrid entre el 30 de mayo y el 19 de agosto, algunas de ellas no han podido viajar a Córdoba. Pero la Sala Vimcorsa y el Centro de Arte Pepe Espaliú conservan toda la esencia de aquella muestra original.

Un trabajo que ha sido producto del esfuerzo del comisario, Joaquín Roses y su equipo. “Hemos buscado un equilibrio entre lo puramente científico y lo didáctico. La lista de obras era muy ambiciosa y algunas piezas no han podido salir de sus museos o sus colecciones”, señala el comisario.

Góngora regresa Córdoba siendo un personaje universal, presente en las grandes bibliotecas internacionales y reconocido por los principales críticos mundiales. Pero Roses percibe todavía cierta resistencia para reconocer la importancia de Góngora o acercarse a su obra. “Sigue siendo un escritor lastrado por aspectos que no los son tanto. Su hermetismo es el equivalente al que pudieron tener poetas del 27, a los que nunca se lo hemos achacado”.

Un lastre que Roses siente haber sufrido también en la escasa implicación que, dice, ha tenido el Ayuntamiento de la ciudad con la muestra. “Solo pagan la seguridad”, se queja, echando en falta, al menos, las cartelas que en otras ocasiones han anunciado a vecinos y turistas la ocasión única que tienen de visitar una exposición semejante.

Aquellos que, de alguna forma, se asomen a Vimcorsa, se toparán, de entrada, con una excepcional copia de un retrato de Góngora pintado por Diego Velázquez y conservado en el Museo de Boston. “Su factura es tan buena que existe una polémica acerca del mismo. Algunos creen que este es el original y el de Boston la copia”, sonríe Roses.

Frente al cuadro que, copia o no, guarda toda la intensidad que captó el jovencísimo Velázquez, se abre la primera sala de la exposición, centrada en el mundo que le tocó vivir al poeta. El espacio está presidido por otro excepcional retrato: el que el flamenco Anton van den Wyngaerde dibujó de Córdoba en 1567, cuando Góngora solo tenía seis años.

La sala se detiene en varias vitrinas con ejemplares de las obras literarias que hechizaron la fértil mente del poeta en sus primeras lecturas: desde los clásicos Virgilio, Ovidio o Papinio a sus más recientes Juan de Mena, Garcilaso o Fernando de Herrera. Cuelgan de las paredes retratos de reyes (Felipe II o Felipe IV) así como de nobles que protegieron al cordobés y al que este dedicó algunas obras. Como fue el caso de Álvaro de Bazán con el soneto No en bronces, que caducan, mortal mano.

Mirando, casi a los ojos de la instantánea pintada por Velázquez, el retrato que de Góngora hizo Antonio de Herrera a finales del siglo XIX. Pero destaca, sobre todo, la carta escrita de puño en sus dos últimas líneas y en su firma por el autor de Las soledades, dirigida el 30 de agosto de 1622 a Cristóbal de Heredia, administrador de sus propiedades.

En conjunto, la exposición de Vimcorsa, ha escogido pinturas, libros, dibujos y objetos –como instrumentos musicales- que representen la importancia que tuvo para él la música, todo lo relacionado con lo pastoril, lo cinegético y, por supuesto, la mitología, que nutrirá de imágenes las obras de Góngora. Como las múltiples representaciones que de Polifemo y Galatea o Píramo y Tisbe, se muestran de la mano de pintores y grabadores de la época.

La colección del vecino Centro de Arte pepe Espaliú da un salto en el tiempo. Desde los siglos XVI y XVII viaja hasta el XX. Roses destaca el elogio e inspiración que los poetas de vanguardia encontraron, en la primera mitad del siglo XX, leyendo a Góngora. Y el juego que planteó más tarde a artistas que, de forma conceptual, se acercaron a él. Como el Equipo Crónica, Gordillo o Pérez Villalta.

Asomarse a las notas a vuelapluma dejadas por Federico García Lorca en su conferencia de 1926 titulada ‘La imagen poética de Luis de Góngora’ –con sus tachaduras, correcciones y faltas de ortografía incluidas- es posible en esta parte de la exposición. O a la carta mecanografiada y firmada de su puño y letra en 1926 por Lorca, Alberti, Dámaso Alonso, Gerardo Diego, Jorge Guillén y Pedro Salinas, solicitando realizar un gran encuentro en torno a Góngora para el año siguiente. Una cita que sería, sin saberlo, la presentación en sociedad de la Generación del 27.

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