Cuando Franco quiso extirpar la Catedral de la Mezquita de Córdoba
¿Estuvo cerca la Catedral de Córdoba de ser amputada y extirpada de la Mezquita y trasladada a un edificio propio? La idea, aunque pueda parecer una locura vista desde el presente, estuvo sobre la mesa de los principales mandatarios españoles durante buena parte del siglo XX, desde la segunda República hasta los últimos años de la dictadura de Franco, cuando se descartó finalmente el faraónico plan.
Un plan que, de hecho, cuando más cerca estuvo de llevarse a cabo, fue durante la dictadura de Franco, cuyo deseo de deshacer la intervención del siglo XVI (cuando se construyó el crucero en el centro del templo) y devolverla a su estado del siglo X ha sido recuperada en Recuperar la Mezquita Mayor de Córdoba: Historia de una idea, una investigación realizada por la arquitecta Michelle Lamprakos. Un trabajo interesantísimo que incluye algunos de los planos originales del proyecto que planeó el arquitecto cordobés Rafael de La-Hoz Arderius en los años 70, y que muestran su idea de levantar una catedral en el lateral este de la Mezquita, en la manzana que va de la plaza de Santa Catalina a la calle Alfayatas (donde está el Hotel Conquistador).
El arquitecto -del que este año se está celebrando el centenario de su nacimiento-, en realidad, no estaba inventando la rueda. Lamprakos recuerda en su trabajo que esa idea de “purificar” la Mezquita de Córdoba se remontaba a la época republicana, pero se había visto impulsada por el deseo de Franco de congraciarse con el mundo islámico tras la Guerra Civil.
De hecho, el artículo cita un discurso -recogido por el periódico ABC- que el Caudillo hizo en el año 1937 en Sevilla ante los peregrinos musulmanes que regresaban del 'hajj', en el que llegó a decir: “Del mismo modo que hoy visitáis La Meca, Oriente de vuestra fe... mañana volveréis vosotros, los musulmanes del mundo, a nuestros santos lugares que yo deseo revivir”. Uno de esos santos lugares era sin duda la Mezquita de Córdoba.
Los planes republicanos que Franco hizo suyos
Uno años antes, tras la proclamación de la Segunda República, la propuesta de trasladar el crucero ya se había impulsado. Lamprakos recuerda que Shakib Arslan, un influyente pensador musulmán, instó a los nacionalistas marroquíes a presionar al gobierno republicano para que devolviera la mezquita a los musulmanes. En aquel momento, se presentaron varias iniciativas en las Cortes, pero la Guerra Civil truncó cualquier posibilidad de avanzar con el proyecto.
En cualquier caso, esta nueva investigación, su autora se encarga de recordar de que, Rafael de la Hoz Saldaña (1892-1949), padre de De La-Hoz Arderius, era arquitecto municipal (1924) y luego arquitecto provincial (desde 1925), durante el periodo republicano, por lo que aquella idea tenía predicamento en la casa del urbanista que más cerca estuvo de cambiar el monumento que hoy conocemos como Mezquita-Catedral de Córdoba.
No obstante, nadie puede decir que era una cuestión ideológica de la izquierda republicana, puesto que, tras la victoria de Franco en 1939, la idea del traslado resurgió de nuevo, espoleada por el hecho de que el régimen necesitaba ganarse el favor del mundo árabe. Franco era consciente de la necesidad de cultivar buenas relaciones con los países musulmanes, y vio en la iniciativa un gesto de reconciliación histórica y una oportunidad para proyectar una imagen de España como un país tolerante y respetuoso con el Islam.
La idea del traslado se vio reforzada por el contexto marcado por el aislamiento internacional del régimen franquista tras la Segunda Guerra Mundial, en el que los países árabes ricos en petróleo se presentaban como socios comerciales clave para la modernización de la economía española. Además, la independencia de Marruecos en 1956 y la presión de los estados árabes para que España abandonara sus colonias en el norte de África obligaron a Franco a buscar un acercamiento al mundo islámico, según recoge la investigación.
Aun así, aunque el régimen estudió el traslado durante años, no llegó nunca a realizarse. Eso sí, en aquellos años, lo que es innegable es que Córdoba intentó sacar el máximo partido posible de su huella andalusí. Especialmente bajo la alcaldía de Antonio Cruz Conde que llevó a cabo varios proyectos que amplificaron el carácter islámico-andalusí del centro histórico, “preparando la ciudad para los muchos turistas que se esperaba que llegaran, mientras España intentaba rehabilitar su imagen en la escena internacional”, explica la arquitecta, que recuerda que el mismo rey de Marruecos, llegó a rezar en la Mezquita de Córdoba en los años 50.
Y no fue el único. “Durante este período, decenas de dignatarios árabes y musulmanes fueron invitados a Córdoba. Lo más destacado de cada visita oficial era un recorrido por la Mezquita, cuidadosamente orquestado para evitar el crucero, para no ofender las sensibilidades musulmanas. Algunos, como el rey Sa’ud de Arabia Saudita, que visitó en 1957, fueron autorizados a rezar frente al mihrab”, cuenta Lamprakos, que cita las memorias de Cruz Conde: “el triunfo de la Cruz sobre el Islam hace siete siglos no podía prevalecer”.
Es en esta época, la década de los 50, cuando Franco en su estilo faraónico, llegó a plantearse “mover la catedral piedra por piedra a otro lugar, restaurando la mezquita a su estado original”. Los académicos de la época tenían algo a lo que aferrarse, de haberse llegado a plantear seriamente, ya que en 1953 se había aprobado el Manifiesto de la Alhambra (1953), liderado por Fernando Chueca Goitia (1911–2004), una figura destacada en la historia de la arquitectura española, arquitecto restaurador y liberal que defendió en silencio la idea de retirar el crucero y reconstruir la Mezquita, alineándose con las ideas franquistas.
No obstante, aquellos planes nunca pasaron de la esfera privada, donde eran muy conocidas especialmente por los mandatarios árabes, que seguían viajando a Córdoba, como ejemplifica la segunda visita de un rey de Arabia Saudita a Córdoba, el rey Faysal, quien, supuestamente, en 1967, llegó a ofrecer “10 millones de dólares para financiar el traslado” de la Catedral.
El plan de Rafael de La-Hoz Arderius
Unos años después, en 1971, Rafael de la Hoz Arderius asumió la dirección de la Dirección General de Arquitectura. E influenciado por las ideas de su padre y de otros colegas como Félix Hernández y Rafael Castejón, sacó de un cajón el proyecto de extirpar la Catedral de la Mezquita para así corregir lo que él entendía como un “desprecio” y “crimen arquitectónico” contra un gran edificio que pertenecía al pueblo de Córdoba -según las propias notas, recogidas por Lamprakos-.
La Hoz, un estratega hábil, se movió con cautela, buscando apoyos en el Consejo Internacional de Monumentos y Sitios (ICOMOS) y entre arquitectos e intelectuales influyentes. Su plan consistía en obtener el respaldo de ICOMOS para el traslado, presentando así a los detractores del proyecto con un hecho consumado.
Sin embargo, las intenciones de La Hoz se hicieron públicas en 1972, desatando una intensa polémica. Las autoridades eclesiásticas, que inicialmente eran receptivas a la idea “siempre que no afectara los ingresos”, se mostraron reticentes, mientras que la oposición más feroz vino de las academias culturales, que consideraban su enfoque anacrónico porque violaba los principios internacionales de conservación del patrimonio.
¿Cuál era su proyecto? Pues, según detalla este nuevo trabajo con bocetos originales, proyectó trasladar el crucero y otros elementos cristianos a la manzana situada en el lado este de la Mezquita, instalados en una nueva estructura que serviría como una especie de armazón. El crucero mantendría su orientación oriental, con las puertas principales de la nueva catedral abriendo hacia la calle, mientras que se proyectaron jardines en los lados norte y sur.
En cuanto a la mezquita, el enorme vacío dejado en el centro se reconstruiría a su estado del siglo X utilizando columnas antiguas que habían sido retiradas en el siglo XVI. La catedral y la mezquita, ahora separadas, seguirían siendo visibles desde el Guadalquivir. “Mi padre insistió en esa ubicación, en el lado oriental, para preservar el perfil urbano,” recuerda Rafael de La-Hoz Castanys, y recoge Lamprakos.
A pesar de los esfuerzos de La Hoz, el proyecto del traslado fracasó. En 1973, una reunión de expertos de ICOMOS en Córdoba concluyó que todas las capas del edificio, incluyendo el crucero, debían ser conservadas. La Resolución de Córdoba, como se denominó al documento final de la reunión, marcó un punto de inflexión en la concepción del patrimonio cultural en España al reconocer la importancia de preservar la integridad histórica de los monumentos, incluso aquellos que reflejaban períodos de conflicto y superposición cultural.
Aquel documento vino a decir que era la “superposición del cristianismo y el islam” en un solo monumento lo que supuestamente simbolizaba “superar los conflictos y las rivalidades del pasado”. Esa idea de convivencia enterró los proyectos de Franco y Rafael de La-Hoz Arderius, y se mantuvo durante décadas como el principal valor asociado al monumento más importante de Córdoba, que ha de esa singularidad su seña de identidad.
Una singularidad que, en realidad, sólo existe como eslogan turístico. Ya que, en los años que siguieron a la Declaración de Córdoba, en la Mezquita de Córdoba se prohibió el rezo árabe, que sólo se permitió excepcionalmente a grandes mandatarios de países árabes como Sadam Hussein -que visitó Córdoba en 1974-.
Esta última etapa no se aborda en el trabajo de Lamprakos, si bien la arquitecta sí que recuerda, en la parte final, que las autoridades eclesiásticas que gestionan el monumento más apreciado por los turistas internacionales que visitan Europa han acabado rechazando el ecumenismo “hasta el punto de desacreditar e incluso negar la historia islámica de la Mezquita”.
Y, ante esta política actual, bien se podría recuperar, aunque sea irónicamente, esa mítica frase que dice: “esto con Franco no pasaba”.
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