Marian Medina: “No hay datos para afirmar que la Cueva de Altamira no la pintó una mujer”
La mujer que observan en la imagen lleva años rastreando señales del pasado. Es capaz de reconstruir la vida de hace veinte, treinta o cuarenta mil años inspeccionando cuevas del paleolítico de España y también de Francia. Y ha abierto nuevas vías de interpretación a través de la conocida como ‘arqueología del humo’. Es decir: de las huellas producidas en las cavernas por el uso de las antorchas y otros sistemas de iluminación básica utilizadas por el Homo Sapiens.
En su último trabajo de investigación logró constatar que las Cuevas de Nerja llevan habitadas nada menos que 41.000 años, 10.000 más de lo que se pensaba. El formidable descubrimiento fue publicado en la prestigiosa revista 'Scientific Report' gracias a la innovadora datación de los carbones y restos de humo fosilizado en las estalagmitas. El minucioso trabajo de prospección ha conseguido identificar hasta 74 visitas humanas distintas a lo largo de 35.000 años.
Acaba de volver de Burdeos, en cuya universidad desarrolla avanzados trabajos de investigación con una beca Marie Curie. Llega puntual y se somete disciplinadamente a la sesión fotográfica en los alrededores del Puente Romano. Nos sentamos en una terraza cercana y pedimos un café, antes de que el infierno climático caiga sobre nuestras cabezas.
PREGUNTA. ¿Que busca en las cuevas?
RESPUESTA. Depende de la cueva. Mientras otros miran a las paredes buscando arte rupestre, yo miro el suelo. Y busco restos de iluminación. Los grupos paleolíticos entraban a las cuevas con una lámpara de grasa, una antorcha y hacían fuegos en el interior. Los carbones van cayendo poquito a poco y van dejando rastro, como las migas de pan en el cuento de Pulgarcito. Yo no entro sola nunca. Somos un equipo.
P. Habrá entrado usted en cuevas complicadas.
R. En la carrera no te lo enseñan y la arqueología subterránea necesita una especialización. Tenemos técnicas espeleológicas de progresión para llegar al sitio de trabajo. Yo amo la arqueología en cuevas, no la espeleología.
P. Y deberá entrar con material deportivo específico.
R. Claro. Primero, que las condiciones de humedad en una cueva son cercanas al cien por cien. Imagínese. Si hay mucha temperatura, sudas, y, si no, pasas mucho frío. Llevamos ropa específica. Un mono para arrastrarnos, arneses, cuerdas, cascos, luz y todo el material de trabajo. Ahora vamos con microscopios portátiles porque en Francia no se pueden tomar muchas muestras y tenemos que hacer un estudio 'in situ'.
P. O sea: no solamente tiene que ser arqueóloga sino también deportista.
R. Deportista no me considero. Hay espeleólogos y espeleólogas que son máquinas. Estamos hablando de uno, dos o tres kilómetros de profundidad. Y la espeleología deportiva está a los sesenta kilómetros. Es otro nivel.
Los carbones de las antorchas iban cayendo al suelo y dejaban un rastro como las migas de pan de Pulgarcito
P. ¿Y qué ha hecho con la claustrofobia?
R. No tengo, aunque sí ansiedad. Sobre todo, en el mundo de la investigación.
P. La ansiedad del despacho.
R. Los investigadores tenemos un 60% o 70% más de posibilidad de tener problemas de salud mental. Tenga en cuenta que yo llevo ya doce años fuera de mi ciudad. Me encanta lo que hago y es súper enriquecedor, pero no tengo ninguna estabilidad a nivel laboral. Hay muchísima presión. Tienes que ser el mejor, el excelente. Vivimos en el mundo de la competitividad. Y es un mundo muy masculinizado.
P. ¿Y qué busca en la prehistoria?
R. Yo soy un poquito friki del arte paleolítico en cuevas. Me gusta conocer ese mundo simbólico de nuestros antepasados y porqué lo hacían o dónde lo hacían. También me interesa descubrir restos de esas culturas tan antiguas que están ya casi perdidas y a punto de destruirse todo ese patrimonio de hace veinte o veinticinco mil años. Es nuestro trabajo documentarlo todo para el presente y también para las generaciones futuras.
P. ¿Y por qué lo hacían?
R. Es muy difícil saberlo. Estamos hablando de unos 40.000 años. Yo imagino que ha habido diferentes razones. Está claro que no era nada relacionado con las necesidades básicas del ser humano. Es un mundo más simbólico.
P. ¿Eso es lo que nos distingue de los animales?
R. Yo creo que sí. Ese pensamiento simbólico nos distingue de los animales. La prehistoria dice que nos hacemos homo cuando fabricamos útiles, aunque ya conocemos que hay varios animales que también utilizan herramientas.
P. ¿Aquellos seres del paleolítico somos nosotros?
R. En concreto, somos el Homo Sapiens, que vivió en la última parte del Paleolítico.
P. ¿Pero nos reconocemos en aquellos individuos?
R. A nivel físico nuestros restos óseos tienen algunas diferencias, pero son muy parecidos. Luego ya, a nivel social, vivimos en una sociedad productora de alimentos, mientras que ellos eran predadores y nómadas.
El de la investigación es un mundo muy competitivo y muy masculinizado
Ni la arqueología ni la prehistoria figuraban entre sus preferencias académicas. Hasta que conoció al equipo de las Cuevas de Nerja, dirigido por el profesor José Luis Sanchidrián, y se le encendió la luz. Completó un máster en el País Vasco y trabajó con Diego Gárate, un reconocido experto en arte paleolítico de la Universidad de Cantabria, antes de trasladarse a Burdeos, cuya universidad exhibe unos altos niveles de competencia y espléndidos recursos materiales.
P. Es usted experta en la denominada ‘arqueología del humo’.
R. Mi proyecto se llama ‘arqueología de la luz’. Hice la tesis sobre los carbones y los restos de madera quemada. Y ahora, en el último artículo que he publicado, los datos son muy interesantes. El humo se volatiliza y puede darnos muchos datos arqueológicos sobre lo que sucedió en el interior de la cueva.
P. ¿Qué nos dice el humo de nuestros antepasados?
R. El estudio microscópico de la madera, por ejemplo, nos da información sobre qué árbol y qué madera se seleccionó para hacer el fuego. El carbón se puede datar por Carbono 14 y nos dice en qué fecha entraron en la cueva e hicieron el humo. Con los carboncitos que van cayendo de la antorcha, podemos reconstruir las zonas que visitaron. Uniendo todos esos datos como un puzzle podemos hacer un estudio del arte y acercarnos a la interpretación de la gran pregunta: ¿por qué lo hacían? Estamos encontrando el humo fijado en el interior de la estalagmita, que crece como un aro de cebolla. El humo sube con el calor y, cuando se apaga el fuego, baja y se deposita en la superficie de las estalagmitas, que siguen creciendo por goteo. Ahí se queda una finita línea negra de humo y luego se sella. En Nerja, hemos analizado una estalagmita de solo tres centímetros y hemos encontrado 74 fases de visitas diferentes. Es decir, hemos podido ver cuántas veces se entró en la cueva y esto es muy importante para saber qué se hacía en el interior. Si se entraba solo una vez, se pintaba y se salía. Esto es una línea de investigación nueva que tiene potencial para comprender el mundo simbólico subterráneo de la prehistoria.
P. ¿Y qué buscaban los cavernícolas en las cuevas?
R. No lo sé. No solamente van a una zona determinada y dibujan, sino que la prospectan y la visitan entera.
P. ¿Con ánimo de qué?
R. Hacen como nosotros. Son los primeros espeleólogos. Antes de habitarla en el exterior, entran para conocer lo que hay en el interior o, quizás, busquen algún tipo de murciélago. También nos estamos dando cuenta de que entraban a visitar el arte de sociedades que no conocían. Igual que nosotros en la actualidad.
El humo puede darnos datos arqueológicos sobre lo que sucedió en el interior de la cueva
P. ¿Qué cueva le ha sorprendido?
R. En la actualidad trabajo en la Cueva de Bruniquel, en Francia, donde se ha constatado la primera entrada al exterior por grupos humanos. De hecho son neandertales. Hicieron unas estructuras circulares, con estalagmitas y fuegos, y es algo bastante misterioso. Ocurrió hace 176.000 años y no hay conexión con la actualidad. Es una cueva preciosa por dentro, a pesar de que hay que entrar por una gatera de unos treinta metros arrastrándose. También me tiran mucho las cuevas de Andalucía. Ahora, en concreto, estamos trabajando en la Cueva del Navarro, en el barrio de El Palo, en Málaga capital. Tiene un arte paleolítico a modo de signos, puntos y líneas, que parecen como braille.
P. Y no sabemos qué significa.
R. No se ha estudiado por ahora demasiado. No tenemos la Piedra Rosetta del arte paleolítico, pero con las nuevas tecnologías podremos acercarnos más. Ahora somos capaces de analizar los restos que hay debajo de ese panel y podemos saber en qué fecha se hizo y con qué materiales. Sabemos que hay signos similares en otras cuevas. Cueva Navarro es muy poco conocida en Andalucía y tiene un arte paleolítico excepcional.
P. En una de sus últimas investigaciones, determinó a partir del humo que Nerja fue habitada hace 41.000 años.
R. Hicimos una revisión muy minuciosa del suelo y del interior de la cueva. Encontramos carbones e hicimos una datación por Carbono 14. Uno de ellos dio una cronología muy alta, lo que amplía el origen de la visita y ocupación de Nerja.
P. ¿Qué significa Nerja en la investigación prehistórica?
R. En el sur de Europa, es uno de los yacimientos con más potencial para la investigación porque ha dado una secuencia casi continuada de toda la prehistoria. Tiene una riqueza de materiales excepcional y restos arqueológicos que nos hablan de cómo era el día a día de esas sociedades, qué comían y cuál era su rutina. Hay que reseñar la riqueza de materiales y la magnitud de la cueva. Y también es puntera en conservación y gestión turística. Hoy día, si se descubre una cueva como Nerja, no se explotaría de esa manera tan intensa.
No hay datos para sostener la preeminencia del hombre primitivo sobre la mujer
P. ¿La explotación turística es compatible con la conservación de una cueva?
R. Es compatible si se hace un protocolo de medición de los parámetros medioambientales. Lo ideal es documentar primero lo que hay en los suelos y en las paredes. Y después hay que ver si la cueva se regenera bien. A lo mejor es una cueva con un tubo de salida muy estrecho y hay que ver si el CO2 se queda dentro y pueden proliferar los microorganismos que introducimos en el interior. Luego hay que determinar cuántas visitas soporta cada mes.
P. ¿Qué nos queda por saber de las Cuevas de Nerja?
R. Por ejemplo, en la sala de la Torca, con un georradar, en un proyecto que dirige José Luis Sanchidrían, se ha visto que hay todavía seis metros más hacia abajo del periodo magdaleniense. Puede haber otras culturas que todavía no hemos documentado en la zona de hábitat. Nerja es muy grande. Tiene 4 kilómetros de desarrollo y a nivel geológico es excepcional. Tiene espeleotemas e insectos que solo existen ahí. Ahora estoy trabajando con un equipo haciendo imágenes hiperespectrales que ven lo que ya no ve ni siquiera nuestros ojos. Están sacando arte incrustado. Yo me quedo alucinada.
P. ¿Córdoba está en el mapa del arte rupestre?
R. Sí. Hay arte esquemático y cuevas con arte paleolítico. Y yo creo que se merecen una revisión.
P. ¿Cuál es nuestra cueva estrella?
R. Queda mucho por descubrir, pero la Cueva de los Murciélago es la más conocida. La semana que viene me han llamado para ir a visitar una cueva por la zona de la Subbética, Un equipo de gente joven ha descubierto algo que puede ser interesante.
P. ¿Qué sabemos de la gramática de signos?
R. Nuestros antepasados, en vez de hacer grandes figuras de animales, hacían puntitos y rayas. Se ha dicho que podría ser un mensaje y se ha debatido sobre si era un tipo de escritura. Es complicado. Es verdad que en diferentes cuevas de la misma época encontramos combinaciones de signos parecidas.
Nerja es uno de los yacimientos con más potencial para la investigación de todo el sur de Europa
P: ¿Eran comunidades interconectadas?
R. Hay momentos de expansión y otros en que se condensan un poco más en los territorios. Y eso está en relación con el clima. En el periodo final del magdaleniense, me encanta la frase de “con un valle basta”. Si con un solo valle el grupo estaba bien, pues se moverían menos. Vivían en grupos de unas cuarenta personas y un anciano ya tendría unos 40 años.
P. ¿Existía división del trabajo?
R. Para que funcionara un grupo tenían que estar todos en armonía. Todo el mundo sabía cuál era el papel aunque no tenemos constatación de que existiera división del trabajo.
P. ¿Recolectores o cazadores?
R. Eran cazadores y nómadas. A partir del neolítico, cuando el ser humano empieza a producir excedentes de producción, comienza a surgir la desigualdad social. En el paleolítico no veo tan claro que existiera una desigualdad ni social ni de género.
P. ¿Qué descubrimiento le abrió la mente?
R. Descubrir humo prehistórico es muy curioso. Me hizo especial ilusión encontrar paleolítico nuevo en el sur de la Península. Encontrar una figura de animal nueva siempre te llena mucho. Y en la Cueva de Bruniquel he descubierto algunos restos de combustión que no se conocían.
R. ¿Y qué interrogante le quita el sueño?
P. Hay todavía mucho potencial en el sur de la Península Ibérica. Lo que pasa es que aquí nos hemos centrado más en otras épocas históricas. Tenemos un gran patrimonio romano y musulmán, y eso me incentiva a seguir. Ahora vivo en el extranjero con unas buenas condiciones laborales pero soy un poco kamikaze y quiero volver.
Está a punto de destruirse ese patrimonio de hace veinte o veinticinco mil años
P. ¿Y si la Cueva de Altamira la pintó una mujer?
R. Es que yo no veo otro escenario. Siempre se ha pensado que la pintó un hombre, pero ¿por qué? No tenemos datos. Y luego quizás podría haber otros géneros en el paleolítico. Por ejemplo: sabemos que hay tribus que no tienen dos géneros, sino cinco.
P. O sea, el colectivo LGTBI no se inventó ayer.
R. No es eso. Lo que quiero decir es que siempre pensamos en la prehistoria en términos de mujeres y hombres en cuanto al sexo. Pero podría haber otro tipo de personas dentro del grupo.
P. ¿La preeminencia del hombre primitivo es un mito?
R. La prehistoria como disciplina empieza a principios del siglo XX y es muy fácil llevar las concepciones actuales al pasado. No hay datos científicos para sostener eso.
P. La arqueóloga Marga Sánchez Romero acaba de publicar un libro desmontando los falsos mitos de la prehistoria que relegan a la mujer. ¿Participa de esa visión?
R. Ese libro debería ser de obligada lectura para los historiadores y también para gran parte de la sociedad.
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