Los políticos cordobeses miran de reojo a Castilla y León
En la política española, el movimiento de una moción de censura que iba a dar el gobierno de Murcia al PSOE acaba con una mayoría casi absoluta de Isabel Díaz Ayuso en Madrid. Las elecciones de este domingo en Castilla y León han dejado otro curioso efecto mariposa: que lo que parecían ser unas elecciones en Andalucía inminentes se aplacen hasta después del verano. En Córdoba, las encuestas que se tenían hasta hace apenas dos semanas sobre lo que podía ocurrir en la capital, la provincia o la Diputación, incluso, son ahora papel mojado. Las elecciones, como dicen en el fútbol, también son estados de ánimo. Y en la política local importa más de lo que parece el viento nacional con lo que ha ocurrido este domingo en Castilla y León.
La consecuencia más importante para la política cordobesa es que lo que parecía ser un preparados, listos, ya se congela. Los grandes partidos, PP y PSOE, habían acelerado la maquinaria para ir configurando a sus candidatos al Parlamento de Andalucía. El resto también había comenzado a forzar la máquina, pero con muchas más dudas y menos estructura también. Este lunes, el consejero de Presidencia, Elías Bendodo, ya hablaba que lo más importante de Andalucía era la “estabilidad” y decía a las claras que “no tocan elecciones”.
Y si no tocan elecciones, la legislatura se agotará en otoño. Todos los partidos tendrán por tanto tiempo para organizarse y entrar ya en una especie de ciclo político non stop. Tras las andaluzas, que probablemente se irían al mes de noviembre, llegarían las autonómicas, de mayo del 2023. Su cercanía lo alteraría todo y se configurarían, para lo bueno y para lo malo, como una especie de segunda vuelta.
A diferencia de las últimas décadas, el botón nuclear de convocar elecciones está en manos del PP, el partido que más lo ha apretado en los últimos meses. Lo hizo en Madrid, lo ha apretado en Castilla y León y se lo ha llegado a plantear en Andalucía. Si el resultado para los populares de este domingo hubiese sido excepcional, Juanma Moreno habría convocado las elecciones andaluzas para primavera. Ahora ha decidido poner en pausa unos comicios con un viento que no es del todo favorable.
En España, y ocurrirá en Córdoba, todo lo ha alterado Vox. En 2019, ya fueron tercera fuerza política en Córdoba. En noviembre, lograron un 18% de los votos en la provincia. Llegaron a ser primera fuerza en Lucena. Apenas unos meses antes, en mayo, se quedaron con dos concejales en el Ayuntamiento de la capital, como quinta fuerza. En noviembre escalaron hasta el tercer lugar, superando a IU y Podemos. Vox, por tanto, ha irrumpió en Córdoba con más fuerza incluso que la que ha demostrado este domingo en Castilla y León.
No obstante, cinco meses después de aquellas elecciones estalló una pandemia que lo cambió todo. La gestión en Andalucía consolidó a Juanma Moreno en el poder y las encuestas, como en Castilla y León, comenzaron a irle favorables. También al alcalde de Córdoba, José María Bellido. Hay sondeos que le han llegado a dar 14 concejales en unas hipotéticas elecciones, a un escaño tan solo de la mayoría absoluta.
Pero ahora todo ha cambiado. Vox ha vuelto a sacar músculo tras sus resultados y el PP prefiere agotar la legislatura en Andalucía, donde cogobierna cómodamente con Ciudadanos. Lo mismo ocurre en el Ayuntamiento de Córdoba, donde incluso se ha pactado una abstención de Vox para volver a sacar adelante los presupuestos municipales.
A algo más de un año de las municipales y a, probablemente, seis meses de las andaluzas, los movimientos internos se vuelven a congelar. Los populares contaban con reeditar en su mayor parte a sus actuales parlamentarios. José Antonio Nieto es el portavoz parlamentario del PP, aunque ahora el actual delegado del Gobierno, Antonio Repullo, se ha convertido en coordinador de los populares andaluces, algo que le hace ganar enteros para disputar un escaño autonómico.
En el PSOE es donde se esperan muchas caras nuevas. La victoria de Juan Espadas en las primarias frente a Susana Díaz hará que por un lado intente la integración con antiguos rivales internos, pero desde luego con mucha renovación. Espadas, por ejemplo, ha contado para su ejecutiva regional con Isabel Ambrosio, que reparte su labor como líder municipal de la oposición, con sus cargos orgánicos que la han hecho regresar a la provincia. La gran pregunta está en saber a quién presentarán los socialistas a la capital, si repetirá Ambrosio o en cambio podría dar el relevo a algún concejal (o concejala) actual.
En Vox había dudas. Paula Badanelli se ha erigido en la gran líder de la formación en Córdoba, por su labor de oposición en el Ayuntamiento. De hecho, sonaba para dar el salto a la política andaluza. Está por ver si lo hará sin dejar la política municipal alternando las dos responsabilidades, o si la formación opta por presentar a otro candidato a la Alcaldía. Ahora mismo, en la formación de Santiago Abascal se asume que la marca pesa mucho más que el nombre de sus candidatos.
Mucha más incertidumbre existe a la izquierda del PSOE, donde nada está claro. No se sabe, por ejemplo, cuántas opciones políticas diferentes se presentarán. Aunque se intenta pactar una especie de plataforma común que no reste votos, los fieles a Teresa Rodríguez trabajan por una candidatura propia, de corte andalucista de izquierdas. En la capital, esta opción puede cristalizar en Córdoba en Común, herederos de Ganemos, aunque es algo que está por ver (pues hay otras sensibilidades políticas diferentes).
En cuanto a IU y Podemos, como mínimo irán en coalición como Unidas Podemos. En Córdoba es Izquierda Unida la organización fuerte, que tiene estructura, mucha historia, alcaldes y bastantes concejales. Podemos en Córdoba se ha diluido, aunque acaba de renovar a su dirección provincial, con Rafael Estévez, un histórico de CCOO. La coalición no tiene candidatos a la presidencia de la Junta definidos. Tampoco a la Alcaldía de Córdoba. Ahora disponen de más tiempo para plantear sus propuestas.
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