No son más de un centenar de personas pero están en una nueva fase de movilización. Los grupos de ultraderecha en Córdoba siguen siendo un fenómeno minoritario que, lejos de otras épocas en las que eran más difíciles de detectar, viven una etapa distinta, en la que cada vez se esconden menos y cada vez buscan con apoyos más convencionales, espoleados por el calado que tiene hoy en día discursos como los que profieren grupos políticos como Vox.
Una de las personas que mejor trazados tiene a estos movimientos es el investigador académico Sergio Gracia, director de Cinved, un medio digital nacido en Córdoba y que se dedica al análisis, estudio e investigación de la extrema derecha en general y de la española, en particular.
En los últimos días, Cinved ha publicado un mapa de la ultraderecha en España que aglutina sobre el territorio a movimientos sociales, partidos políticos, asociaciones o sindicatos, y que, en la provincia de Córdoba, marca tres chinchetas, que corresponden a tres organizaciones de reciente implantación.
“Son tres movimientos juveniles y sociales”, explica a Cordópolis Gracia, que conoce de primera mano los movimientos de extrema derecha de Córdoba por su pertenencia en el pasado a las Brigadas Blanquiverdes del Córdoba CF, un movimiento ultra que hace unas semanas apareció mencionado en el programa Salvados, en la entrevista a un neonazi arrepentido.
Lejos de sus años de forofismo, en los que la ultraderecha siempre parecía ligada a fenómenos futbolísticos, a Sergio Gracia lo que más le preocupa de los últimos movimientos de los extremismos posmofascistas en la ciudad es la implantación en el territorio de Hacer Nación, un movimiento que en Andalucía nace impulsado por miembros de Iberia Cruor Jaén, pero que aglutina a acólitos de España 2000, Respeto o Democracia Nacional.
La formación, en definitiva, se ha ido nutriendo de otros movimientos neofascistas y ha ido implantándose en distintas ciudades desde que se dio a conocer hace poco más de un año. Un tiempo más que suficiente para que no falten las denuncias, como la que se interpuso en Alicante contra su líder, demandado por agredir presuntamente a un joven que estaba retirando un cartel de contenido racista, o contra su facción valenciana, que “ha sido denunciada por delitos de odio”, explica Gracia.
En Córdoba su implantación ha sido reciente pero, al igual que en Alicante, se ha iniciado organizando campañas de apoyo al comercio y a la hostelería, de manera que no es extraño ver en algunos comercios y restaurantes de la ciudad el logo de esta formación, la cara más amable e incluso seductora de una organización cuyo líder reconoce que está emparentada con la italiana CasaPound, conocidos por sus numerosas agresiones de carácter racista, y que han servido de inspiración para Hogar Social Madrid.
De hecho, dada esta vinculación con otros grupos violentos, no es de extrañar que Gracia haya detectado que uno de los cabecillas de este movimiento en Córdoba sea precisamente uno de los jóvenes que fue encarcelado en 2016 por un apuñalamiento de carácter racista en la calle Alfaros, ocurrido en 2014.
A grandes rasgos, el investigador cree que Hacer Nación se nutre de ex miembros de las juventudes de Democracia Nacional, un partido denunciado, entre otras cosas, por hostigar presuntamente a los miembros de una mezquita en Barcelona y que contaba con seguidores en Córdoba.
Además, este investigador sitúa a Hacer Nación como “el impulsor” de la fallida concentración contra el toque de queda convocada el pasado noviembre a escasos 30 metros de un centro de protección de menores. Hoy, es habitual ver pintadas de carácter nazi en los alrededores de este centro, al igual que también han aparecido pintadas de carácter fascista junto a un centro de mujeres víctimas de violencia de género, dos de las batallas políticas más habituales de los movimientos de extrema derecha y uno de los puntos en los que convergen totalmente con Vox.
No son los únicos puntos en los que traza la huella de esta ultraderecha en Córdoba, puesto que Gracia ha detectado pintadas de carácter fascista en otros puntos de la ciudad, incluidos barrios en potencial exclusión, como pueden ser Las Moreras, cuyos icónicos bloques están sellados con pintadas de carácter ultranacionalista.
Esta es otra de las claves que distingue a estos grupos: apenas tienen incidencia, pero sí que tienen capacidad para llegar a una parte del votante de derechas que rechaza a Vox por su imagen pija y también para seducir a esa parte de la sociedad que está absolutamente desencantada con la política (de ahí que estén detrás de las manifestaciones contra el Gobierno por la pandemia).
De la misma fuente bebe otro movimiento social y juvenil que han comenzado a organizarse en Córdoba, llamado Sección de Asalto de Andalucía, y que, según Gracia, es una delegación andaluza de un movimiento nacido en el Levante español. Una organización que también está siendo investigada por su presunta implicación en una agresión (con su correspondiente delito de odio). La simbología de este último grupo es de carácter absolutamente militarista, con consignas que llaman a tomar las armas porque “la ley no lo hará por ti”.
Más allá de estos dos movimientos, Gracia ha detectado otros grupos de ultraderecha en Córdoba: el primero es Paso al Frente, una organización de carácter ultracatólico; y el segundo es el Movimiento Gran Capitán, más antiguo y que, ya en 2013, se presentó en sociedad en Córdoba contando con la presencia del líder neofascista Mario Martos, entonces presidente de Iberia Cruor, y que, en la actualidad, es uno de los rostros más visibles de Hacer Nación.
En cuanto a las fórmulas de captación en Córdoba, Gracia afirma que la entrada a este mundo se hace básicamente por tres vías: a través de los grupos vinculados a los dos equipos de la ciudad, el de fútbol y el de fútbol sala; por los gimnasios donde se organizan deportes de contacto, como el MMA y el full contact; y especialmente en las redes sociales, donde su presencia es muy activa.
“El perfil siempre es el mismo: chicos que buscan la protección del grupo sin tener muy claro donde se están metiendo”, explica Gracia, que advierte del peligro de “infravalorar los actos y discursos de estos partidos o movimientos”, ya que esto puede llevar a “ignorar los riesgos reales que existen en sus ataques al Estado de Derecho y al respeto a los derechos de todas las personas”.
Y como ejemplo de ello, pone las recientes agresiones violentas acontecidas contra personas migrantes en Murcia, una comunidad en la que existen desde hace años movimientos de esta naturaleza y donde, en los últimos meses, se percibe una escalada de violencia relacionada con delitos de odio.
“Lo que ha ocurrido en Murcia viene a demostrar, una vez más, que el discurso de odio que difunden diferentes partidos políticos así como diversos movimientos sociales de ultraderecha desde hace años y que tienen como catalizador noticias falsas o eslóganes populistas, están llegando a todos los estratos sociales, dinamitando con ello la convivencia, la tolerancia y el respeto al otro, y por supuesto, la cohesión social”.
Gracia no se quiere despedir sin contar un hallazgo que es muy significativo de cómo funcionan las redes de ultraderecha europeas. “En el bar El Frenazo (ahora La Gran Parada), que está camino de Cerro Muriano, está expuesto un misil aire-aire que es exactamente igual que el que la Policía Italiana le incautó a un grupo de ultraderecha italiano”, relata el investigador, que explica que este bar, de marcada ideología fascista, tiene el proyectil expuesto a plena vista.
Tal es la vinculación, explica Gracia, que entre el misil incautado en Italia y el que está expuesto en Córdoba, hay apenas cuatro cifras de diferencia en su numeración de serie: “El que hay en España es el 5280 y el de Italia el 5284”, explica Gracia, que recuerda la entrevista que Jordi Évole realizó al neonazi arrepentido para asegurar que “hay vínculos evidentes entre la ultraderecha y la base militar de Cerro Muriano”.
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