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Diez años del Centro Social Rey Heredia: de la ocupación al triunfo vecinal para toda Córdoba

Gestores y usuarios del Centro Social Rey Heredia

Carmen Reina

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Fue el 4 de octubre de 2013 cuando comenzó la nueva vida del colegio abandonado Rey Heredia, en Córdoba. Aquel día, bajo el nombre de la Acampada Dignidad, unas doscientas personas entraron en el edificio de titularidad municipal que llevaba varios años cerrado y había sido reclamado por los vecinos de la zona como un espacio para el barrio. Ante los oídos sordos del Ayuntamiento, la Acampada Dignidad y los vecinos entraron y tomaron posesión de él para convertirlo en sólo unos días en un centro social para el barrio y colectivos de toda la ciudad.

Ahora, diez años después, el Centro Social Rey Heredia es un espacio consolidado y recuerda que el triunfo ciudadano radica no sólo en haber mantenido toda su actividad, sino en haberla convertido en su gran baza para hacer que el Ayuntamiento cediera formalmente el uso del edificio a los vecinos y que éstos figuraran también en el papel oficial a los mandos del nuevo Rey Heredia que habían construido entre todos.

Durante todos estos años, el comedor social, las clases de apoyo a los niños sin recursos del barrio, la biblioteca con miles de volúmenes, las clases de idiomas e informática, las charlas, conferencias, exposiciones, cine de verano y reuniones de colectivos de toda la ciudad se pusieron en pie en este tiempo gracias a la labor vecinal que limpió y remozó el colegio abandonado. La máxima que siempre les guió fue la autogestión y la solidaridad: “Todo el que se sirve del Rey Heredia colabora con el Rey Heredia”, repetían.

Ultimátum de desalojo y denuncia en los tribunales

Y si bien el objetivo de los vecinos siempre estuvo claro para conseguir quedarse en el colegio, este camino que ahora miran desde el retrovisor de una década, estuvo sembrado de pulsos y adversidades que debieron afrontar. La cronología del Centro Social Rey Heredia ha estado salpicada de obstáculos, desde el ultimátum de desalojo que les dio el gobierno municipal del PP de entonces a la semana siguiente de ocupar el colegio, a la denuncia judicial que finalmente interpuso en nombre del Ayuntamiento y que se saldó con diez activistas imputados en su día, pasando por el corte de suministros de luz y agua al colegio, ordenado también por el anterior gobierno local.

Contra esa postura del Ayuntamiento, la actividad social del Rey Heredia cada vez tuvo más eco en la ciudad y fuera de ella. A la vez, los activistas y usuarios del colegio mantuvieron durante meses sus protestas por la falta de diálogo y la denuncia judicial del gobierno municipal. Y se hicieron con el apoyo de miles de ciudadanos -entre ellos algunos que prestaron su imagen pública por la causa, como Julio Anguita-, que con sus firmas, con la campaña ‘Yo también ocupo el Rey Heredia’ y en masivas manifestaciones, mostraron su adhesión al proyecto.

Un pulso entre Ayuntamiento y vecinos

En paralelo, los vecinos se organizaron desde el órgano de interlocución con el Ayuntamiento –el Consejo de Distrito- para solicitar formalmente la cesión del edificio y mantener la actividad que se venía desarrollando. Y el pulso que mantenía el Ayuntamiento parecía que empezaba a ponerse del lado de los vecinos a finales de 2014.

La campaña de las elecciones municipales de 2015 se cruzó por medio y el gobierno del PP paralizó su anunciada intención de llegar a un acuerdo con los vecinos. Por contra, el resto de partidos políticos de entonces mostraron su compromiso con el Rey Heredia. Y llegados los resultados de las urnas, el nuevo equipo de gobierno lo compusieron partidos -PSOE e IU- que habían dado su apoyo al centro social.

Así, a comienzos del verano de ese año, el Rey Heredia recuperaba el suministro de agua, el equipo de gobierno municipal aprobaba la cesión del uso del edificio a los vecinos para mantener las actividades del centro social y retiraba finalmente los cargos contra los diez activistas imputados. Era el triunfo de la lucha que los vecinos y colectivos habían mantenido en esos primeros dos años desde la ocupación del colegio abandonado.

Triunfo vecinal y consolidación del proyecto

Desde entonces, en el nuevo Centro Social Rey Heredia, la actividad habitual se mantuvo e incluso se amplió, abierto a actividades propuestas por vecinos y colectivos de toda Córdoba. Incluso, lograron llevarse a su lado a quien antes, varado en su postura, tenían en contra: el propio Ayuntamiento desarrolló en el patio del antiguo colegio actividades culturales del Plan Urban Sur.

Porque la actividad, en todo este tiempo, no ha parado en el Rey Heredia. Año tras año, el colegio acoge a un centenar de niños en su Escuela de Verano durante el mes de julio. Su Cocina Abierta como comedor social retoma los fogones en octubre, después de servir bolsas de alimentos durante los meses de más calor en verano, meses donde reverdece, por ejemplo, su cine de verano. Allí acuden cerca de 70 personas con necesidades para poder alimentarse cada día, explica Emilia Murillo, vecina y representante de la asociación creada para la cesión del colegio en el Consejo de Distrito y la Junta Municipal.

Actos de colectivos y una fiesta para celebrar una década de vida

Allí sigue abierta también la biblioteca todo el día, si hay demanda volverán las clases de apoyo para alumnos sin recursos y, con el nuevo curso, se irán mutiplicando los actos de colectivos y entidades de toda la ciudad que en estos años han llenado sus aulas, como los Yayoflautas de Córdoba, la Plataforma Mezquita-Catedral Patrimonio de Todos, Stop Desahucios, organizaciones ecologistas y de personas LGTBIQ+, etcétera.

Presentaciones de libros, conferencias, proyecciones, reuniones y actos culturales se suman en el calendario de este antiguo colegio, que se prepara para celebrar en este mes de octubre su primera década de vida como Centro Social Rey Heredia. Cada colectivo que utiliza el centro va a organizar un acto por estos diez años de uso vecinal y el día 21 de octubre habrá una gran fiesta con música, teatro, circo y danza, además de una exposición colectiva que recuerde el camino transcurrido desde 2013 hasta ahora, desde la ocupación del colegio abandonado al triunfo vecinal para toda Córdoba.

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