San Basilio, 44: de la ruina a la imagen de los Patios
La Asociación Amigos de los Patios rescató esta casa en los años 70, famosa por la escalera blanca central, y hoy es la sede de la organización
“Le doy la enhorabuena por este patio. He visto muchos y ninguno como éste. Qué maravilla”. Una turista se acerca a Rafael Porras, perteneciente a la Asociación Amigos de los Patios y propietario del recinto de San Basilio, 44. Es la imagen por excelencia de los patios de Córdoba. Y su escalera blanca, situada en la pared frontal, es uno de los elementos arquitectónicos más fotografiados durante el Festival.
La casa de San Basilio, 44 llegó a acoger hasta a siete familias donde, al más puro estilo de casa de vecinos, compartían cocina y baños, situados en la parte de abajo. Con el paso de los años, la casa empezó a sufrir el abandono propio de la ausencia de unas manos que la cuidaran. Con su estructura en ruinas y con la incertidumbre de una pérdida de “este valor arquitectónico e histórico”, la Asociación Amigos de los Patios accedió a comprar la casa. Eran principios de los años 70. Sería aquí donde la reciente organización -nacida en 1974- establecería su sede.
“La idea principal de la asociación era ir comprando casas que estuvieran en ruinas y que tuvieran un gran valor histórico y patrimonial, como es ésta”, explica Porras. En ese proceso de compra, la asociación también adquirió la Casa de las Campanas, situada en la calle Siete Revueltas,1, que también presenta un patio a concurso.
La puerta de origen musulmán da la entrada a una casa donde el suelo de enchinado cordobés no se ha sustituido por cemento. La madera de toda la edificación sí ha sido restaurada porque “los años no pasan en balde para nada”. Al igual que la barandilla de la planta superior, estropeada por el tiempo y por el sol.
La casa mezcla historia con actualidad. Una habitación mantiene la cocina comunitaria de antaño, a modo de exposición. Igual ocurre con otras estancias, que se cree fueron ocupadas por los baños. El lavadero de la parte inferior sigue siendo el original. A pesar de su “peligrosidad”, la asociación decidió mantener el pozo de la casa. “El gran problema es que al no estar esquinado, sino en el centro, se nos hace muy difícil taparlo. La gente se asoma para ver qué hay dentro y es peligro. Por eso le hemos puesto una especie de malla metálica para que la gente no se siente, porque también lo hacía”, argumenta Porras.
Pero las demás estancias de la casa sí han avanzado en el tiempo. De esta manera, hoy son las sedes de la Cofradía del Salmorejo Cordobés y de La Cuarentuna de Córdoba. Además, artesanos del cuero, de la cerámica, de la escultura y del ámbito de la perfumería tiene también sus talleres. A la entrada de la casa, una librería sobre todo lo relacionado con los patios tiene establecida su tienda en este patio. “Gracias a estos establecimientos, al pago de sus alquileres, vive la asociación”, explica Porras.
Antes de que la organización se hiciera con la propiedad de la casa, las familias que la habitaban presentaron el patio a Concurso, llegando a conseguir seis menciones de honor, dos primeros premios, un segundo premio y tres reconocimientos. Pero, tras esta etapa, llegó la “sequía” de galardones, ya que estuvo 30 años sin participar en el Concurso. Cuando la asociación se hizo cargo de la casa siguieron los problemas. Y es que la normativa del certamen impedía la participación de patios que estuvieran bajo la propiedad de organizaciones. No obstante, y gracias al cambio en las bases, el patio volvió a concursar en 2014, consiguiendo el segundo premio. Tal y como explica Porras, “éste no es un patio que se adecenta para estas fechas. La casa está abierta todo el año y seis días a la semana. Para mantener un patio así hay que cuidarlo día a día”.
Aunque no sabría decir cuál es la flor característica de este patio, Porras hace mención a sus plantas más características, como la suegra y nuera, “que cuando crecen lo hacen enfrentadas”, y un geranio negro, nuevo de este año. Junto a ellas, fresas, rosales, geranios, rosas y pendientes de la reina completan la flora de este patio, que descansan sobre macetas azules, otro distintivo de este patio del Alcázar Viejo.
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