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La paradoja 'Real' de Eduardo Baena

El todavía presidente de la Audiencia, Eduardo Baena | MADERO CUBERO

Antonio Gutiérrez

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En abril de 1976 formó parte de la primera promoción de jueces que ratificó el rey Juan Carlos I. Ahora, 38 años después, su nombramiento como magistrado del Supremo será el último acto oficial del monarca saliente o el primero de Felipe VI.

A finales del pasado mes de mayo, el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), anunció que el presidente de la Audiencia Provincial de Córdoba, Eduardo Baena, había sido designado para ocupar la plaza de magistrado de la Sala Primera (Civil) del Tribunal Supremo. Pocos días después, el rey Juan Carlos I sorprendía a todos anunciando su renuncia al trono y dejaba en “stand-by” tanto el nombramiento de Baena, como su relevo al frente del Alto Tribunal cordobés.

Pero la relación entre Eduardo Baena y el todavía monarca va mucho más allá de este parón administrativo. El abril de 1976, el flamante magistrado del Supremo iniciaba su carrera profesional y lo hacía con otros ilustres compañeros como e exministro Juan Alberto Belloch o el  fiscal general del Estado Eduardo Torres-Dulce. Todos formaron parte de un decreto histórico, ya que fue el primero que ratificó el nuevo jefe del Estado, el rey Juan Carlos.

Treinta y ocho años después, al todavía presidente de la Audiencia otra vez le toca esperar la ratificación de su nombramiento por motivos históricos. Y es que la propuesta del CGPJ debe ser ratificada por el Jefe del Estado en lo que se conoce como “el decreto de canto dorado”, al parecer porque el documento, por su importancia y oficialidad, lleva un adorno de oro en sus márgenes. Una vez que esto se produzca, el Boletín Oficial del Estado (BOE) publicará el decreto real y el Supremo fijará fecha para el nombramiento.

En el caso de Baena, su nombramiento volverá a ser una curiosidad histórica. Si su carrera en la judicatura se inició con el primer decreto de Juan Carlos I, su ascenso al Supremo supondrá la última firma del rey saliente o, como en el año 1976, uno de los primeros actos oficiales del nuevo monarca, cuyo nombramiento se producirá el próximo día 18. Sea como fuere, la trayectoria profesional de Baena se desarrolla, por casualidades del destino, de forma paralela a la del Jefe del Estado, algo que el protagonista se toma con humor, aunque reconociendo el valor histórico de esa situación.

Pero más allá de las curiosidades, el limbo administrativo que parece haberse generado con la abdicación real también afecta a la estructura judicial en Córdoba. Mientras que “decreto de canto dorado” no se ratifique por el rey y se publique en el BOE, la plaza para sustituir a Baena al frente de la Audiencia Provincial está vacante, pero no convocada. Así lleva más de dos semanas en el pleno del Consejo General del Poder Judicial, que se reúne todos los martes. Una vez que ésta se convoque, se postularán candidatos y se producirá otro relevo histórico, ya que Eduardo Baena ha ocupado esta plaza durante todo el siglo XXI, ya que accedió al cargo en enero de 2000.

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