Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.

'Muerte de un miliciano': ¿80 años de una foto escenificada?

José Manuel Susperregui en el cerro del Cuco, explicando su tesis sobre 'Muerte de un miliciano' | TONI BLANCO

Manuel J. Albert

0

El profesor de la Universidad de País Vasco José Manuel Susperregui afirma que la imagen se captó en el cerro del Cuco y no en la Haza del Reloj de Espejo

Un ligero escorzo. Las rodillas flexionadas claudican un cuerpo que se echa hacia atrás con súbita violencia. El brazo derecho se extiende y su mano ya deja caer el fusil, congelado en el aire. Nos tememos lo peor. La imagen es borrosa -ligeramente desenfocada, si se prefiere- pero una mueca de dolor parece distinguirse en la cara del protagonista. Es un disparo, sin duda. Un balazo mortal. Es la Muerte de un miliciano, de Robert Capa. Pero, ¿seguro que ocurrió así?

Se cumplen 80 años de esa imagen icónica de la Guerra Civil española. ¿Pero cómo y dónde fue tomada? Desde hace poco más de un lustro, un grupo de investigadores descartó definitivamente que el escenario de la fotografía de guerra por excelencia fuese Cerro Muriano, como se había concluido dos décadas antes. En su lugar, se ha venido situando el punto exacto de la instantánea en la Haza del Reloj, una de las lomas que rodean Espejo. Pero ahora, el profesor de Comunicación Audiovisual de la Universidad del País Vasco José Manuel Susperregui ha publicado un artículo en la revista científica Communication and Society que ubica la imagen en otro punto de Espejo: el cerro del Cuco.

En su investigación, Susperregui va más allá y concluye algo demoledor: tal y como se ha venido discutiendo desde hace décadas, la imagen no es realmente la muerte de un miliciano, sino la escenificación de un tiroteo. En su estudio, y teniendo en cuenta la nueva ubicación, comprueba que el miliciano protagonista está orientado hacia la zona republicana. Es decir, de haberse producido el disparo realmente, habría provenido de sus propias filas y no de las del enemigo. Es más, el investigador se atreve a afirmar para corroborar el montaje que la foto se tomó con trípode, basándose en otra imagen de la misma serie con encuadre muy similar. “Capa siempre dijo que sacó la foto sin mirar en mitad del fuego, pero sacar dos iguales así es imposible”, insiste el profesor.

En su artículo, el profesor da un paso más y asegura que Capa sacó la imagen el 3 de septiembre de 1936, hace hoy justo ocho décadas. “Capa entró en la zona republicana de España por Francia; estuvo en Barcelona, Aragón, Madrid, Toledo y la provincia de Córdoba. Sabemos que el 5 de septiembre estuvo en Cerro Muriano y debió invertir el día 4 en rodear Córdoba, que era zona sublevada, por Montoro, Cardeña, Villanueva y Pozoblanco para llegar hasta allí”, explica Susperregui. “Por eso pensamos que el día 3 estuvo en Espejo. Unos días en los que, por cierto, no hubo combates de ningún tipo, lo cual refuerza la tesis de la escenificación de Muerte de un Miliciano”, señala el profesor.

Para llegar a estas conclusiones, el investigador ha combinado el trabajo documental -echando mano de publicaciones, entrevistas y hasta un mapa dibujado por un labrador sobre las defensas que existían en Espejo durante la guerra- y un complejo estudio científico basado en las fotografías de Capa y en las que él mismo ha obtenido actualmente. “Si reproducimos la imagen de Muerte de un miliciano desde la Haza del Reloj, veremos que las cotas del horizonte no concuerdan con la de la foto original. Pero si lo hacemos en el cerro del Cuco, con la ayuda de una pértiga para sortear los olivos, comprobamos que encajan prácticamente igual”, explica el profesor.

La clave del horizonte

Muerte de un miliciano apenas ofrece pistas de su ubicación porque el cielo domina la escena. Pero es ese exiguo horizonte de campos y cerros el que encierra la clave para su localización. Durante décadas se pensó que lo que se veía tras el soldado abatido era Sierra Morena y, concretamente, Cerro Muriano. Incluso se llegó a identificar al miliciano muerto: Federico Borrell, de Alcoy, única víctima mortal de aquel día.

Pero en 2009, Susperregui cuenta que viajó a Cerro Muriano y no encontró ningún horizonte que encajase con el de la imagen. Sus pesquisas le llevaron a fijarse en otras dos imágenes tomadas por Capa en la misma serie de Muerte de un miliciano. Eran las fotografías bautizadas como Milicianos disparando al horizonte y El miliciano desconocido. Uniendo los paisajes de las tres, Susperregui pudo ampliar el minúsculo horizonte de Muerte de un miliciano para obtener una idea más completa con las suficientes referencias topográficas para saber dónde podía estar.

Poco después, empezó a desvelarse el misterio. El investigador vasco recabó información sobre los frentes de guerra en Córdoba durante septiembre del 36. Entonces, envió copias de las fotos a los ayuntamientos preguntándoles si podían reconocer y ubicar los paisajes. Y una de ellas terminó en un centro de educación.

“Eso que se ve al fondo es Montilla, es el llano del Batán”, dijo sin dudar el alumno Antonio Aguilera, del instituto Vicente Núñez, de Aguilar de la Frontera. Su profesor de Historia acababa de mostrar a los estudiantes las imágenes de la serie bélica de Capa. Entonces no lo sabía, pero aquel estudiante acababa de dar el primer paso para concretar definitivamente la ubicación -y naturaleza misma- de una de las fotografías más importantes del siglo XX.

Este descubrimiento, no obstante, no escapó a la polémica. Otro investigador, Fernando Penco, siguió un camino distinto para llegar a la misma conclusión, si bien se terminó situando la escena de la imagen de Muerte de un miliciano en la Haza del Reloj, lugar puesto ahora en duda por Susperregui.

Junto con el Guernica, de Picasso, ninguna otra imagen singulariza en sí misma la esencia de aquel conflicto y, por ende, el del conjunto de las guerras. “Los resultados de esta investigación demandan una revisión de los postulados sobre Robert Capa, que están principalmente fundamentados en la fotografía Muerte de un miliciano, por lo que sus archivos que comprenden 70.000 negativos, la mayoría correspondientes a las cinco guerras que cubrió con su cámara, requieren un tratamiento diferente para profundizar en su obra y conocerla debidamente”, termina el artículo de Susperregui.

Etiquetas
stats