Sergio Gracia Montes es graduado en Derecho por la Universidad de Córdoba. En 2018 impulsa desde Córdoba el Centro de Investigación de la Extrema Derecha (Cinved), con el que analiza y estudia los movimientos populistas y extremistas en España y a nivel internacional. Gracia cuenta con amplia formación en materia religiosa, política y de derechos humanos, e interviene en medios nacionales (Cuatro, La Sexta, Huffington Post, El Independiente, El Confidencial o El Temps) como experto en fanatismos y movimientos de ultraderecha.
Trump toca la trompeta y Rutte baila: la OTAN desafina al ritmo de la extrema derecha
Lo de la OTAN y cómo se está quedando la Alianza, es para verlo despacito, ya que aparte del vergonzoso mamporrerismo de la mayoría de líderes europeos hacia Trump, la hoja de ruta marcada es la de una internacional ultraderechista que lleva a cabo un autoritarismo reaccionario y además, militarizado, donde Trump mientras toca la trompeta, desprecia a sus socios, los critica, los vilipendia y además, les impone “su solución”, la solución final ¿Les suena?
Lo de Mark Rutte será para estudiarlo en los libros de historia. Su llegada a la secretaría general de la OTAN coincidió con un clima geopolítico marcado por el avance de la ultraderecha así como la vuelta de Donald Trump a la Casa Blanca. Donde en lugar de liderazgo estratégico, la Alianza parece seguir el compás de un nuevo populismo militarizado y servil.
Hoy todos critican a Pedro Sánchez, hablan de su supuesta soledad en la Cumbre de la OTAN. Antes de hablar de cómo Sánchez ha marcado el camino a otros como Italia, Bélgica o Eslovenia que se quedaron callados en la Cumbre, hay que recordar por qué Rutte llegó a la secretaría general.
¿Antena 3 es dudoso? El 31 de mayo de 2023, Antena 3 publicaba “El perfil de Pedro Sánchez gusta en la OTAN como nuevo secretario general. La OTAN busca nuevo secretario general ante la confirmación de que Stoltenberg deja el cargo en otoño. Suenan varios nombres, pero Antena 3 Noticias ha podido confirmar que el perfil de Pedro Sánchez gusta mucho en la Alianza Atlántica. Se maneja bien en el ámbito internacional, es del sur de Europa y ha sido primer ministro.”
Reuter que tampoco es dudoso decía en sus líneas “No se ha tomado una decisión sobre quién sucederá a Stoltenberg, pero el primer ministro español, Pedro Sánchez, y el secretario de Defensa británico, Ben Wallace, se encuentran entre los principales candidatos para el puesto, dijo Welt” ¿Seguimos?
La OTAN nació con un objetivo claro, defender a Occidente de amenazas externas y preservar la democracia liberal. Actualmente, el panorama ha cambiado tanto que la Alianza parece más una orquesta desafinada que una maquinaria de seguridad cohesionada. Y al frente del escenario, como primer trompetista, Donald Trump, que marca la agenda con una actitud déspota, autoritaria, arrogante y bravucona.
La llegada de Mark Rutte, fue vista por muchos como un intento de apaciguar los impulsos trumpistas. A Rutte, se le presuponía estilo pragmático e inclinación a no incomodar a Washington, incluso hasta “neutral”, lo que no sabíamos de Rutte es que era mamporrero y servil. Una cosa es ser neutral y otra bien diferente, lo que ha mostrado en sus mensajes a Trump. Yo no soy mucho del género reguetonero, pero a Rutte sólo le ha faltado cantar la canción de Lorna “Papito ven a mí”.
Una Alianza al ritmo del populismo
Lo de la OTAN tiene mala cara. Es más que evidente que tiene más problemas y divisiones internas que problemas externos. Al igual que en la UE, los discursos nacionalistas parecen que quieren vaciarla de poder, donde varios de sus miembros ya no es que cuestionen lo del apoyo a Ucrania, es que buscan redefinir el término “seguridad” como algo vinculado a valores identitarios, fronteras cerradas y sospecha hacia el “enemigo interno”. Sin olvidar, lo del incremento del gasto militar sin control democrático y, sobre todo, sin saber quién va a pagar la fiesta. Los mensajes de Trump dejando con el culo al aire a Rutte ejemplifican lo de la fiesta “Europa va a pagar a lo grande, como deben, y será tu victoria”.
Si Rutte fuese tenido un poco de dignidad, tendría que haber dimitido tal como publicaba Trump los mensajes, lo que pasa es que estamos ante un hombre que se somete a un yanki que le promete un mundo sin horizontes.
La vuelta de Trump a la presidencia estadounidense ha hecho que muchos líderes europeos adopten un tono sumiso, adulador e incluso, rastrero. Todo sea por tener contento al niño de la pelota.
Todo lo que se hace alrededor de Trump se diseña para calmarlo en vez de plantarle cara como hizo Pedro Sánchez. Si Trump pide más gasto militar, todos aplauden. Si amenaza con abandonar la OTAN —como ya hizo en su mandato anterior—, se diseñan discursos a su medida. Y si decide convertir la política internacional en un reality show con sombreros de cowboy, más de uno buscará una guitarra ¿Qué piensa hacer Rutte si ataca a un socio como Canadá o Dinamarca? ¿Correrá llorando a los brazos de “papi”?
Lo de las amenazas de Trump no es nada nuevo. En 2018, abandonó Bruselas tras dos días de reuniones en los cuarteles de la OTAN, de donde salió incendiando los ánimos tras lanzar una peligrosa amenaza a sus socios. O gastan más en defensa o se enfrentarán a «graves consecuencias». En aquel momento, Trump acusó a la canciller Angela Merkel de ser una aprovechada y de estar cautiva de Rusia. Tras Alemania, le toco el turno a España y Bélgica. Para Trump el 2 % de entonces era una broma, y exigió de nuevo aumentar el suelo al 4 % y lo hizo lanzando un ultimátum: o los europeos gastan más y más rápido o «iremos por nuestra cuenta». Estamos ante una repetición de la película. Lo que pasa que Rutte ni es Stoltenberg, ni mucho menos Solana.
Mark Rutte representa esa figura que no incomoda, pero que tampoco lidera. En tiempos de crisis moral e ideológica, es justo lo que algunos deseaban: alguien que no cuestionara nada. ¿Pero qué puede aportar su liderazgo en un contexto en que la OTAN no solo enfrenta amenazas externas (Rusia, China) sino también un deslizamiento ideológico interno hacia el autoritarismo disfrazado de orden? Nada, ya que es un títere.
Los mariachis de Trump
Podría sonar exagerado, pero el giro estético y discursivo de la OTAN empieza a parecerse a una verbena geopolítica. Cada país toca su propio instrumento y esto ya parece una charanga. Estados Unidos marca el ritmo, algunos países del Este lo aceleran, mientras otros como Francia o Alemania intentan disimular los silencios. En ese panorama, la extrema derecha marca las letras y muchos prefieren corearlas antes que discutirlas.
La pregunta no es si la OTAN sobrevivirá a la influencia de Trump o al ascenso de la extrema derecha, sino si lo hará sin convertirse en una caricatura de sí misma: una organización fundada para defender la democracia que termina bailando al ritmo de quienes la socavan. La trompeta suena fuerte, pero desafinada. Y Rutte, por ahora, solo baila.
La broma del incremento en el gasto de defensa nadie ha explicado aún quién la va a pagar, pero es bien sencillo. Si hay que invertir más en defensa, eso dejará de invertirse en sanidad y educación pública de calidad, en mejora de infraestructuras, en I+D+I, en ayudas sociales, becas…etc, suponiendo todo esto un deterioro en la calidad de vida de la sociedad en general, y en la de los más necesitados en particular.
Vender que cuantas más armas tienes más seguro estás, es totalmente falso, y sólo basta con echar un vistazo a EE.UU. donde ellos solos se matan día si y día también, donde raro es el día donde no hay una matanza en un campus o en un comercio.
La sede de la OTAN es un salón decorado con banderas, corbatas y una alfombra que suena a tambores de guerra… o de charanga. Sobre el estrado aparece Donald Trump, que con micrófono en mano y sombrero de mariachi XXL, dirige la reunión con su particular batuta: una trompeta dorada con la palabra “AMÉRICA” grabada en letras brillantes.
A su alrededor, los antiguos halcones de la Alianza Atlántica, ahora ensayan pasos de baile. Los tiempos han cambiado. Las corbatas se sueltan, el guion se quema y la política internacional se transforma en un reality show.
El antiguo discurso sobre democracia, valores comunes y respeto mutuo ha sido sustituido por una lista de demandas: más gasto militar, más sumisión y menos preguntas.
Mark Rutte cada vez que aparece en escena porta sonrisa moderada y chaqueta bien planchada. Intenta seguir el ritmo del mariachi jefe, pero le cuesta. Baila sin mojarse. Sólo quiere mantener el equilibrio para que Trump no se enfade.
Macron hace como que no oye. Meloni se ha traído su propia guitarra nacionalista. Y Orbán… bueno, Orbán ya se sabía todas las letras. Entre todos intentan mantener el compás, pero lo que era una sinfonía estratégica se convierte en una verbena geopolítica, donde la melodía importa menos que no desafinar demasiado frente al público estadounidense.
La OTAN, nacida como pacto de defensa mutua y símbolo de unidad, ha mutado en una especie de banda de pueblo. Algunos aún tocan la partitura original; otros improvisan en do menor trumpista. Y mientras el mundo arde, la pregunta no es si Europa tiene voz, sino si recordará alguna vez la letra.
Del halcón serio al charro obediente, la política atlántica vive su momento más folclórico. Y si el futuro se decide al son de la trompeta de Trump, más vale que los líderes europeos aprendan a tocar las maracas… o al menos a decir “olé” sin que se les caiga la poca dignidad que aún les queda.
Decir a estas alturas que Pedro Sánchez se quedó solo es tendencioso. Sánchez tomó la decisión correcta para no lastrar la economía española y de paso allanó el camino a otros que días después de aquella reunión empiezan a cuestionar el acuerdo (imposición). Sánchez siempre tiene un as bajo la manga y esta vez no será diferente.
Sobre este blog
Sergio Gracia Montes es graduado en Derecho por la Universidad de Córdoba. En 2018 impulsa desde Córdoba el Centro de Investigación de la Extrema Derecha (Cinved), con el que analiza y estudia los movimientos populistas y extremistas en España y a nivel internacional. Gracia cuenta con amplia formación en materia religiosa, política y de derechos humanos, e interviene en medios nacionales (Cuatro, La Sexta, Huffington Post, El Independiente, El Confidencial o El Temps) como experto en fanatismos y movimientos de ultraderecha.
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