Alfonso Alba es periodista. Uno de los cuatro impulsores de Cordópolis, lleva toda su vida profesional de redacción en redacción, y de 'fregado en fregado'. Es colaborador habitual en radios y televisiones, aunque lo que siempre le gustó fue escribir.
Superhéroes de los patios

Abren su casa a miles de desconocidos cada día durante dos semanas. Antes, han estado meses trabajando en su patio. Han pintado, han arreglado, han construido, han buscado, han decorado, han sembrado, cultivado e instalado macetas, plantas, pequeños frutales y hasta árboles. Han pasado días enteros de trabajo, mirando al cielo que no diluvie, que una granizada estropee lo conseguido. Han pensado en cómo darle una vuelta, en cómo dibujar una composición, en cómo encontrar una variedad concreta, en arriesgar o en conservar.
Durante dos semanas de mayo, un grupo de cordobeses abren las puertas de sus casas como no lo hace nadie. “Patios hay en todo el Mediterráneo, pero solo los abrimos en Córdoba”, aseguraba este jueves Santiago Hernández, uno de los cuidadores más jóvenes del popular concurso de Patios de Córdoba. Y es verdad. Por mucho que a veces, con razón, nos quejemos de ciudad, hay un gran número de cordobeses que muestran un enorme trabajo solidario, para el deleite de los demás y el beneficio económico de unos pocos, al que pocas veces se les corresponde.
Los cuidadores (casi siempre mujeres) son los grandes superhéroes de la Fiesta de los Patios de Córdoba, patrimonio inmaterial de la Unesco. Sin ellas no habría fiesta, no habría patios, no habría turistas, ni la admiración mundial. Sin los cuidadores Córdoba no disfrutaría de esa singularidad mundial que aportan estas dos semanas del mes de mayo, de esa explosión de las flores dentro de las casas de la gente.
“Hay que cuidar de los cuidadores”, repìte una y otra vez Rafael Barón. Y no le falta razón, aunque pocas veces se le escucha. El concurso reparte premios, sí. Pero poco más. Y quizás ya va siendo hora de abrir el melón de qué ganan esos cuidadores aparte del reconocimiento vecinal, del aplauso de todos nosotros, los que vamos, vemos, nos fotografiamos, felicitamos y nos marchamos.
Gracias a los Patios de Córdoba hay mucha gente ganando dinero. Y eso está bien. Pero sin las cuidadoras, sin los cuidadores, Córdoba no disfrutaría de esa plusvalía del mayo festivo.
Cobrar por entrar a casas privadas puede hacer explotar cabezas en los despachos de la administración e ir contra el espíritu original del concurso, que tiene ya más de un siglo. Pero Córdoba necesita profesionalizar los patios, que viven de la voluntad y no de otra cosa.
Un precio equis no por patio sino por un bono diario para ver infinitos recintos aportaría un dinero para una bolsa común a repartir equitativamente entre todos los participantes. Los miles de visitantes generarían por una ayuda escasa, que se dejan en cualquier otro sitio para ver cualquier otra cosa, un gran pellizco que podría ir precisamente a evitar que sean los cuidadores los que tengan que deslomarse cada primavera pintando, arreglando, decorando y comprando macetas y semillas. Que haya un grupo profesional de jardineros, albañiles o pintores cobrando por sus servicios y dejando todo listo. O que los cuidadores pueden contratar a alguien para que les sustituya durante las horas de apertura de los patios, para no tener que pedir vacaciones en el trabajo o días de asuntos propios, como hacen ahora.
No sé, a lo mejor, es un poner, comenzamos a ver cómo en vez de decaer el número de patios en concurso vuelven a aumentar. Y así, de una manera tan simple como la que ha regido a la humanidad desde que se agrupó en ciudades, comenzamos a devolverle a los cuidadores todo lo que nos han dado y nos siguen entregando.
Sobre este blog
Alfonso Alba es periodista. Uno de los cuatro impulsores de Cordópolis, lleva toda su vida profesional de redacción en redacción, y de 'fregado en fregado'. Es colaborador habitual en radios y televisiones, aunque lo que siempre le gustó fue escribir.
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