Alfonso Alba es periodista. Uno de los cuatro impulsores de Cordópolis, lleva toda su vida profesional de redacción en redacción, y de 'fregado en fregado'. Es colaborador habitual en radios y televisiones, aunque lo que siempre le gustó fue escribir.
El 'sorpasso' de Almería

Cuesta imaginarlo, pero hasta mediados del siglo XX en la provincia de Córdoba vivía más gente que en la de Málaga. Incluso Jaén era un lugar más habitado que la Costa del Sol. Mucho antes, en el siglo XVIII, se realizó el censo de Floridablanca. Entonces, la provincia más habitada de Andalucía (la región más poblada de la Península) era Cádiz, con algo más de 300.000 habitantes, seguida de Sevilla, Granada y Córdoba, con unos 250.000 vecinos. Almería era la penúltima y Huelva la última. Ya a principios del siglo XX, Almería bajaba a la última población, con Córdoba en cuarto lugar.
Guerras, crisis económicas, emigraciones y la revolución del turismo han provocado unos enormes cambios demográficos en Andalucía. Sevilla se ha coronado como la provincia más habitada gracias al efecto capitalidad, pero por poco. Málaga gana habitantes a pasos agigantados y amenza con el gran sorpasso andaluz, Cádiz aguanta y Almería ha pasado de ser un lugar deshabitado a superar a una provincia como Córdoba, que vive un auténtico invierno demográfico.
Dentro de la España vaciada está la Andalucía deshabitada, especialmente el interior. A pesar del dinamismo de las agrociudades del centro de Andalucía, los municipios más florecientes hace dos siglos y que han soportado todas las crisis anteriores, todo el interior se vacía a la vez que se llena el litoral. El motor del turismo y sus plusvalías, que riegan una nueva industria, atraen a miles de trabajadores. Muchos de ellos proceden de las zonas más cercanas. Otros vecinos se marchan a las grandes ciudades, a Madrid, Sevilla, Barcelona, Málaga o Mallorca, por la falta de oportunidades en sus pueblos, que se vacían, que envejecen y que poco a poco se marchitan.
La demografía es una ciencia caprichosa y hay quien duda de si en estos tiempos perder o ganar población es bueno o malo. El mundo es finito y sus recursos también, pero camina hacia un crecimiento infinito. Más allá del consumo de recursos está el de mantener el nivel de vida, en que tiene que haber quien pague las pensiones de los que están jubilados, mantener la sanidad y los servicios públicos, algo que se consigue a nivel de país, que sí que gana población.
Pero su interior se vacía. Ya no se ven pastores por las sierras. Los cultivos los mantienen grandes fondos de inversión con escasa mano de obra. Y las agrociudades que vivían del cereal o el olivar viven su particular crisis, en la que hace falta una agroindustria poderosa que consolide población. Pero poco se puede hacer ante el enorme poder tractor que tiene la costa, sus oportunidades laborales y sus condiciones económicas. O no.
Córdoba, especialmente el norte de la provincia, empieza a sufrir un fenómeno que está dejando zonas de la Península tiritando. Aún no tenemos a pueblos en riesgo de desaparición, como en Castilla y León o en Aragón. Pero sí en una situación alarmante, donde muere mucha más gente de la que nace. O donde eso, un nacimiento, se convierte en un acontecimiento como antaño.
Hasta mediados del siglo XX, a favor de Córdoba jugaba su situación, en el centro de Andalucía, bien comunicada, con una sierra repleta de minerales al norte y unas tierras muy fértiles y productivas al sur. Pero ni tiene playa ni ha sido capital más que de provincia. En el siglo XXI tiene que volver a aprovecharse de lo que la hizo fuerte durante dos milenios: un perfecto cruce de caminos entre el norte y el sur, una sierra rica y una tierra muy fértil. Y una historia inigualable.
Pero quizás su futuro dependa también de su tamaño, de ser una de las pocas ciudades perfectas que existen en la Península, muy bien comunicada (con más trenes de alta velocidad que nadie salvo Madrid), con unas distancias asumibles para ir a trabajar, unos precios pagables y una calidad de vida envidiable. A lo mejor no hace falta crecer de manera insostenible, pero tampoco menguar e hipotecar el futuro.
Sobre este blog
Alfonso Alba es periodista. Uno de los cuatro impulsores de Cordópolis, lleva toda su vida profesional de redacción en redacción, y de 'fregado en fregado'. Es colaborador habitual en radios y televisiones, aunque lo que siempre le gustó fue escribir.
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