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Sobre este blog

Alfonso Alba es periodista. Uno de los cuatro impulsores de Cordópolis, lleva toda su vida profesional de redacción en redacción, y de 'fregado en fregado'. Es colaborador habitual en radios y televisiones, aunque lo que siempre le gustó fue escribir.

Las cosas de comer

Los precios de la gasolina y el diesel siguen subiendo

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Este sábado, en Cordópolis, hemos hecho una portada monográfica. La invasión rusa a Ucrania provoca tantos efectos colaterales en una economía local que ya estaba sobrecalentada antes que se nos caían los temas de las manos: talleres que echan el cierre al ser imposible la producción, lo poco que cunde un billete de 50 euros al salir a comprar, cómo se las está arreglando el poco pequeño comercio que nos va quedando y el golpe que están asestando los precios de los combustibles al sector del taxi. Ya el viernes adelantábamos el paro nacional del transporte que se ha convocado para este domingo y que será indefinido. Y cómo la fiebre por el girasol está impactando también en los precios del aceite de oliva.

Son las cosas del comer las que ahora mismo están en juego y la preocupación cunde entre la ciudadanía. De la preocupación se está comenzando a pasar a la indignación y de ahí al cabreo. Y tras la ira, en fin, ya sabemos qué es lo que viene después.

Tras unos años vertiginosos, los acontecimientos de este mes de marzo se suceden a una velocidad inaudita. Los precios suben tan rápido que, me temo, los gobernantes, los que tienen que tomar decisiones, andan noqueados. De lo contrario, no me explico cómo no había un plan a lo que ya sabríamos que ocurriría si Rusia invadía Ucrania y, sobre todo, cómo no se actúa ya con medidas drásticas para frenar una sangría que puede, y no es broma, llevarse muchas cosas por delante.

Ahí fuera hace mucho frío. Tras un confinamiento y sus efectos, muchas economías no están para resistir que de la noche a la mañana la mitad del salario se vaya en pagar la luz o la gasolina. Y por mucha transición ecológica que se venda es absolutamente imposible hacer aterrizar ese concepto a la realidad.

Sí, siempre que puedo voy en bici y saco el coche para lo justo. Pero vivo en el centro, trabajo en el centro y mi ocio está en el centro. Durante décadas, hemos configurado ciudades, provincias y comunidades de una manera en la que el coche no es un privilegio sino una forma de vida. Es absolutamente imposible no depender del coche para ir a trabajar o a comprar para millones de españoles. En Córdoba me atrevo a decir que más de dos tercios de la población dependen del coche a diario. Y eso sin contar con que todo lo que llega a los supermercados (o el 99% al menos) lo hace en camiones que, sorpresa, se alimentan de combustible fósil. Ese que ahora está por las nubes.

Cualquier medida que se vaya a tomar a partir de ahora y que no tenga en cuenta esta realidad, que el coche no es un lujo sino una necesidad, estará equivocada. Todo lo que pase por no fomentar el transporte público (o hacerlo gratis de manera excepcional durante semanas), bonificar los enormes costes añadidos de los combustibles y no echarle la bronca a la gente por poner o no la calefacción será un tremendo error.

Da igual alertar de que viene el lobo de la ultraderecha. Da igual señalar que son tal o cual populistas. Es absurdo abroncar a esos votantes. Y más aún pedir un esfuerzo a la gente porque estamos en guerra. La inmensa mayoría está viendo ese conflicto por la tele, tiene una pena inmensa por los ucranianos y los muertos, pero no nos engañemos: no quieren pagar los platos rotos por Putin.

En tiempos duros tocan soluciones drásticas. No hacerlo significa, quizás, hipotecar el futuro de las democracias europeas a otra cosa. Y lo que venga no será mejor.

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Alfonso Alba es periodista. Uno de los cuatro impulsores de Cordópolis, lleva toda su vida profesional de redacción en redacción, y de 'fregado en fregado'. Es colaborador habitual en radios y televisiones, aunque lo que siempre le gustó fue escribir.

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