La fiebre del girasol sacude al aceite de oliva, que aumenta sus precios en un 20%
En julio del año 2020, el kilo de aceite de oliva en origen no se pagaba ni a dos euros. Cinco años antes, en agosto del 2015, un mismo kilo de aceite de oliva se pagaba a 4,15 euros. El mercado oleícola es especialmente oscilante. Y en una situación como la invasión de Ucrania y lo que está ocurriendo con la repentina potente demanda de aceite de girasol tenía que acabar notándose en el aceite de oliva. Y ya lo está haciendo.
En menos de un mes, los precios del aceite de oliva se han incrementado, de media, un 20%. Eso sí, de una manera curiosa, el precio del aceite de oliva que más sube es el lampante (el de peor calidad, que no es ni virgen ni virgen extra). Hace un mes, el kilo de lampante se pagaba a 2,9 euros. Este mismo jueves, según el sistema Pool Reed, el aceite estaba a pocos céntimos de llegar a los 3,5 euros.
Pero una cosa es lo que está ocurriendo en los mercados y otra en los almacenes. Aunque los supermercados consultados por este periódico confirman que están notando más demanda, las salidas en los almacenes de aceite de oliva de momento son escasas. Al mercado han salido más toneladas durante los días previos a la guerra de Ucrania que en la actualidad, según los datos del propio sistema Pool Reed. De hecho, apenas consta movimientos a finales de esta misma semana, en prevención precisamente por una subida de precios que es constante día a día.
Subida del virgen
Así, el precio del aceite de oliva virgen extra está por encima de los 3,5 euros y lleva subiendo una media de diez céntimos de euro desde el inicio de la semana. Lo mismo ocurre con el virgen, en unos márgenes muy similares.
El sector aún está lejos de los máximos históricos de 2015. Entonces, unos precios demasiado elevados provocaron una caída del consumo. Los productores siempre han sostenido que los precios deben andar por los tres euros para alcanzar el equilibrio entre los costes de producción y el incremento del consumo mundial de aceite de oliva.
Este año, la campaña de producción ha sido buena. En Córdoba se han producido más de 170.000 toneladas, es decir, un 24% más que el año anterior, en el año previo a la sequía. Sí que está prevista una producción muy inferior para la próxima campaña, ya que este año es probable que el olivar de regadío no pueda recibir esa aportación extra de agua por la situación en los embalses.
Con estos datos en la mano, el sector está tensionado pero no preocupado. Si suben los precios se temerá por el consumo. Pero los precios están creciendo precisamente por el incremento de la demanda de aceite de oliva para sustituir al de girasol que ha dejado de llegar de Ucrania. Además, hay almacenamiento suficiente para garantizar que no habrá escasez y que habrá producto suficiente por mucha demanda que exista.
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