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Historias romanas

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Ángel Ramírez

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1-Digo que nos vamos unos días a Roma y todo el mundo me pregunta si ya he estado allí. Digo que no, aunque sí estuve hace muchos años. Recuerdo cuatro imágenes, una en la plaza de San Pedro, una recepción con Juan Pablo II, otra el Coliseo visto desde un autobús, y la Piazza de Spagna desde debajo de la escalinata. Ni un olor, ni una sensación, sé que es cierta mi visita porque hay alguna fotografía y porque fui con amigos que me lo corroboran, pero yo no estuve allí, si acaso, ví algunas cosas, esas cuatro imágenes las podría recordar de los informativos, o de la red social. ¿Has estado allí?, me preguntan, como si conquistáramos los conocimientos, las sensaciones, o esa palabra tan de moda, las experiencias, por nuestro hábito mirón, creemos que acumulamos algo y no tenemos nada, no nos enteramos de nada, no sabemos nada de nada. Pero no nos estamos quietos y seguimos yendo aquí y allá todo el tiempo, juzgando con la mirada, banalizando la vida de la gente.

2-Ahora sí he estado allí, o casi, y en éstas que leía Arenas Movedizas de Henning Mankell. Leo en la cama del apartamento, con los pies doloridos, uno de sus últimos capítulos, un episodio tremendo, el del llamado Concilio Cadavérico o Synodus Horrenda. Resulta que allá por el año 897 el papa Esteban VI hizo desenterrar a su antecesor, el papa Formoso, muerto nueve meses antes, para celebrar un juicio contra él con el fin de anular su elección como papa. Al conseguirlo, todas las decisiones tomadas en su papado quedaban igualmente anuladas, lo que permitía a Esteban VI nombramientos de multitud de cargos que no eran posibles de otro modo. Durante días se celebró el juicio con la presencia del cadáver de Formoso, que llenaba la iglesia de un hedor insoportable, y convertía en grotesca la farsa que, efectivamente, concluyó con la anulación del papado, y algunos gestos simbólicos como que le retiraran la ropa que aún llevaba, le cortaran de la mano derecha los tres dedos que en su día utilizara para bendecir, y lo enterraran en un cementerio de peregrinos. Un instante del juicio queda reflejado en el cuadro que el artista francés Jean Paul Laurens pintó en 1870, en estos momentos en el museo de Bellas Artes de Nantes. Ganó esa batalla Esteban VI que, sin embargo, fue apresado por el pueblo y ahorcado en prisión unos cuantos meses después. Veo las maravillas de Roma, sus fuentes, sus plazas, la experiencia estética y el poder como razón de existir de una ciudad, y no puedo evitar recordar a Formoso y Esteban VI. Mejor no fiarse nada de la belleza.

3-Sara: Hola Iago.. ya estamos en Roma

Iago: ¿Habéis visto algún romano?

Sara: Muchos, claro…

Iago: ¿Y llevaban escudo?

Sara: No, escudo no, los romanos ya no llevan escudo

Iago: porque ya no hacen guerra, ¿no?

Sara: Claro

Iago: Entonces son normales ¿no?

Sara: Sí normales

Iago: Como los cordobeses

Sara: Sí, como los cordobeses

Nota: En la imagen, cuadro de Jean Paul Laurens reflejando un momento del juicio (Wikipedia. org).

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