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Siempre en positivo

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Paco Merino

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Para conseguir no generar ni generarme tensiones negativas e innecesarias, la modificación del pensamiento es una de mis herramientas imprescindibles.

Con la modificación de mi pensamiento aprendo a pensar de forma positiva y consigo ese estado de serenidad continuo al que aspiro, sintiéndome equilibrado interiormente y con el medio que me rodea.

Las situaciones en sí mismas no son las que me provocan estrés, miedo, frustración, tensión, angustia o depresión, sino lo que pienso y mi actitud ante ellas.

En estos últimos y trepidantes años, con una equilibrada mezcla de miedo y fascinación, he experimentado como la comunicación sin límites espaciales ni temporales, se ha convertido en el eje del mundo, de mi propio mundo.

Pero no puedo ni quiero olvidar que la comunicación interna, la que mantengo a solas conmigo mismo, sin engaños aprendidos ni redes de seguridad, sigue siendo la base de mi verdadero triunfo o fracaso como persona.

Ahí, hablando yo mismo con mi propio corazón (otros le llaman “conciencia”) no tengo escapatoria.

Debo ser valiente para enfrentarme a esos miedos mentales subjetivos que paralizan mi acción y me llenan de desesperanza sobre mis posibilidades para crecer y sonreír, a pesar de todos los pesares.

Los hechos son neutros en sí mismos. Mi bienestar y mi felicidad dependen en gran medida de mi propia actitud frente a ellos, de cómo los percibo, de cómo los interpreto y, sobre todo, del sentido que les otorgo.

No tengo excusas, por lo menos razonables, para no eliminar de inmediato y con firmeza los pensamientos negativos que menoscaban mi autoestima.

Sólo transformando mis ideas destructivas en pensamientos constructivos, podré analizar las situaciones de conflicto con las emociones adecuadas y encontrar para cada una de ellas la solución más acorde, aunque no sea perfecta o definitiva.

Ésta, como casi todas las que mantengo en mi vida, es una actitud que puedo aprender y perfeccionar.

Hasta que pensar en positivo forme parte de mi nueva actitud ante la vida, como ejercicio recomendable, sobre todo en esas jornadas en las que siento que “el mundo se derrumba a mi alrededor”, tomo papel y lápiz y dedico unos minutos al final del día a recordar algunas de esas situaciones en las que he experimentado una tensión insoportable, tanto en mi estructura física como en mi universo emocional.

En esta situación de introspección sanadora, me esfuerzo por recordar qué pensaba en esos momentos de caos infinito y, ante todo, cómo me sentía realmente.

Acto seguido, analizo con calma estos pensamientos e identifico las emociones que experimento en el ahora, en ese momento en que estoy a salvo de su vorágine destructiva. La conclusión a esta experiencia es muy agradable y reveladora.

Sólo yo soy responsable de mis reacciones y actitudes, pues otras personas en mi lugar y aquejadas por las mismas circunstancias, son capaces de reaccionar de forma diferente y, en ocasiones, extraordinariamente creativa.

En muchos momentos, el caos puede ser mi ruina total o convertirse en mi energía más preciada para dar un giro a mi vida y crecer.

La diferencia radica en continuar transitando por la senda oscura de mis pensamientos negativos o empeñarme en caminar por la senda de luz de mis pensamientos positivos.

Aunque no siempre sea fácil, yo elijo caminar por la senda de luz.

¿Tú qué camino eliges?

A FLOR DE PIEL… VOTAR CON EL CORAZÓN

Justo dentro de siete días, como miembros de una sociedad democrática, estamos llamados a elegir a nuestros representantes políticos más cercanos. Mujeres y hombres a los que, a diferencia de políticos que nos representan en otras instancias más alejadas, podremos mirar a los ojos, oír su voz o tocar su piel con relativa frecuencia en nuestro día a día.

¿Cómo podemos estar seguros de acertar en la elección de unas personas tan influyentes en nuestra felicidad cotidiana?... Seguramente utilizando este pensamiento del Popol-Vuh o “libro de la comunidad” de los Mayas K´iche: “Cuando tengas que elegir entre dos caminos, pregúntate cuál de ellos tiene corazón. Quien elige el camino del corazón, no se equivoca nunca”.

NOTA: El autor de este post lo es también de la foto que lo ilustra.

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