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Intervenir en ciudades históricas: Conservación y renovación en el siglo XXI.

Redacción Cordópolis

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Con este ambicioso título se celebró el pasado martes la segunda mesa tertulia del ciclo que el Colegio de Arquitectos está dedicando a temas relacionados con la arquitectura. Vaya por delante mi enhorabuena al COACo por generar foros de debate como este. Se celebró el asunto en el antiguo salón de actos del Colegio, ahora sala aneja al bar de copas*.

Sería muy largo, larguísimo, exponer aquí todo lo que se dijo allí. Fueron casi tres horas de intervenciones, en algunos momentos reiterativas, pero salpicadas de algunas jugosas aportaciones que creo merecen nuestra atención.

Para entendernos, el meollo de la cuestión estriba en si intervenimos en la ciudad histórica con la báscula cargada en el platillo de la conservación a ultranza o bien en el de la renovación total sin ataduras. El sentido común nos induce a que el fiel debe estar en una renovación contemporánea pero respetuosa con su personalidad, con los valores ambientales o tipológicos del patrimonio edificado.

Genius Loci. “El espíritu de la ciudad no está en los arcos y columnas de sus patios, si no en el espacio que encierran, es decir, el propio patio”. Esta potente idea es una de las bases sobre las que se desarrolla el Plan Especial de Protección del Casco Histórico y sirve a su redactor, Francisco Daroca, para apoyar la necesidad de abordar las intervenciones desde una visión contemporánea que vaya más allá de la repetición de determinados clichés formales, en la búsqueda de  la concepción de espacios que preserven el Genius Loci de la ciudad.

¿Ayuda la normativa vigente en esta labor de renovación respetuosa pero contemporánea? Intervenciones como la del Centro de Salud Lucano (Javier Terrados, 2007) lo avalan. La herramienta normativa es difícil de usar y tiene fallos, indudablemente, pero ha conseguido que Córdoba posea un casco histórico admirable en lo que a imagen arquitectónica se refiere. Una imagen equilibrada, serena, sin distorsiones remarcables pero con destellos de contemporaneidad, quizá demasiado escasos, que es alabada por nuestros visitantes.

Dicho esto, al PEPCH le hace falta una revisión. Esta debería comenzar por una afinación en el catálogo de los elementos que merecen protección, aliviando algunos inmuebles y preservando otros que quedaron ocultos en el momento de su primera redacción. Sin embargo tengo mis dudas acerca de la posibilidad de que determinadas intervenciones se flexibilicen a criterio de los arquitectos que intervienen en la obra, ya sean los redactores o los supervisores. A los arquitectos se nos supone, a todos, una sensibilidad  y un talento compositivo a la hora de abordar este tipo de intervenciones que por desgracia no se corresponde con la realidad. Si todos tuviéramos la pericia, la cultura y la capacidad de, por ejemplo, Rafael de la Hoz Arderius, no haría falta normativa.

El chiringuiteo nos duele. Sentadas las bases para la renovación cualificada de la ciudad antigua sin caer en el pastiche, nos queda sobre la mesa un asunto de vital importancia para la calidad de nuestro entorno, los usos. El conjunto de actividades que se desarrollan en el centro histórico son el principal baluarte para que este se mantenga vivo, pero hay algunas derivas que no están siendo atajadas de modo contundente y suponen un verdadero cáncer que se extiende por determinadas zonas de la ciudad. Me estoy refiriendo al entorno de la Mezquita, calle Cardenal Herrero, Judería, Deanes... Una sucesión de establecimientos orientados al turismo cutre, que contaminan las calles y que están directamente echando por tierra la  la calidad ambiental de nuestra ciudad. La normativa al respecto es clara, solo hace falta voluntad política para aplicarla.

El inmenso valor que atesoramos no se ha conseguido gratis, ha sido a costa del esfuerzo de arquitectos y promotores por compatibilizar sus intereses con los de la ciudad y gracias al arbitraje de la GMU y la Comisión de Patrimonio de la Consejería de Cultura, que salvo excepciones, han garantizado el respeto a la norma. Sin embargo, no se entiende por que a técnicos y promotores se les exige tanto y a los comerciantes tan poco.

Rafael Obrero Guisado_

http://rafaelobrero.wordpress.com

*Pudimos seguir en directo el Barcelona Celtic de Glasgow, los goles se oyeron estupendamente, lo cual es un alarde de compatibilización de intereses por parte del Colegio. Los futboleros ya no tienen excusa, podrán asistir a las conferencias sin perder puntada de lo que pasa en el Camp Nou.

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