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Sobre este blog

Sergio Gracia Montes es graduado en Derecho por la Universidad de Córdoba. En 2018 impulsa desde Córdoba el Centro de Investigación de la Extrema Derecha (Cinved), con el que analiza y estudia los movimientos populistas y extremistas en España y a nivel internacional. Gracia cuenta con amplia formación en materia religiosa, política y de derechos humanos, e interviene en medios nacionales (Cuatro, La Sexta, Huffington Post, El Independiente, El Confidencial o El Temps) como experto en fanatismos y movimientos de ultraderecha.

Hooliganismo parental, violencia en los discursos políticos y polarización social

Antonio Blanco, junto a Vinicius, en un partido con el Real Madrid

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El caso Vinicius es el último ejemplo de la polarización social y el odio que se lleva incubando en nuestra sociedad desde hace tiempo. Parece que el hecho de comprar una entrada para un evento deportivo, lleva consigo la barra libre de insultos, y si hace falta, hasta agresiones.

Pero dicho caso es solo la punta del iceberg, ya que esto se vive cada fin de semana en decenas de campos de fútbol base donde madres y padres demuestran el nivel que tienen agrediendo física y verbalmente a árbitros, vilipendiando a arbitras a las que insultan de forma despectiva los padres mientras las madres ríen las gracias, o agrediendo a niños o niñas que podrían ser sus hijos o hijas.

Este clima nace al calor de actitudes y discursos fanáticos y radicales, donde se le dice a la sociedad de manera indirecta “que todo vale” como medio para conseguir los objetivos, ya sean estos una victoria en el ámbito deportivo o una victoria electoral.

En 2007 se publicó la Ley 19/2007, de 11 de julio, contra la violencia, el racismo, la xenofobia y la intolerancia en el deporte, donde el objeto de esta tal como se expresa en el art. 1 es “la erradicación de la violencia, el racismo, la xenofobia y la intolerancia en el deporte”. Junto con la Ley de 2007, se creó un manual de simbología, donde el objetivo fundamental del Manual era “servir de guía tanto a los funcionarios de la Fuerzas y Cuerpos de Seguridad que prestan servicio en los recintos deportivos, como al personal de seguridad privada de los Clubes, a la hora de detectar, tanto en la grada como en los aledaños de los recintos, a aquellos aficionados que de manera individual o actuando en grupo, puedan portar ese tipo de emblemas, pancartas o banderas”.

Cuando quedan apenas quedan tres meses para las elecciones municipales y autonómicas, y menos de un año para las generales, cualquier conflicto en ciernes o latente es utilizado por algunos líderes políticos para intentar captar voto fácil, no dudando para ello, en aumentar la crispación política y social a través de una radicalización de su discurso.

Tras lo ocurrido en Algeciras, la ultraderecha no tardó en sacar sus columnas vomitando bilis como siempre, lo que no se esperaba es que el líder de la oposición Núñez Feijóo realizara tal declaración, donde dijo “Desde hace siglos no verá a un cristiano matar en nombre de su religión como hacen otros pueblos”. Seguramente, al señor Feijóo se le pasó por alto los Guerrilleros de Cristo Rey, por ejemplo.

Feijóo buscando captar cuatro votos locos de extremistas no podía ser menos que el líder del partido de extrema derecha Santiago Abascal que colgó en su cuenta twitter “No podemos tolerar que el islamismo avance en nuestro suelo” ¿Para qué vas a votar a una copia cuando puedes votar el discurso original?

Actos como el ocurrido en Algeciras, no representan a ninguna religión ni mucho menos a sus creyentes. Por eso mismo, tanto la Comisión Islámica Española como la UCIDAN lanzaron mensajes donde condenaban sin miramientos lo ocurrido. Asimismo, el secretario general y portavoz de la Conferencia Episcopal Española, César García Magán comentó “No podemos caer en provocaciones, no podemos echar leña al fuego, no podemos caer en demagogias y no podemos identificar el terrorismo con ninguna religión ni con ninguna fe”.

Con estas declaraciones, quienes buscaban el odio contra otro, quienes tienen como única receta el escarnio y linchamiento público, se quedaban desautorizados y sin argumentos para mantener su discurso de confrontación. Señalar al colectivo de hechos llevados a cabo por individuos a título personal, ha sido el deporte preferido en España durante décadas.

La violencia a través del discurso político está cada día en las pantallas y en los medios de comunicación, donde la oposición no es que insulte ya a miembros del gobierno como “feminazis”, “gobierno socialcomunista”, “gobierno frankestein” o llame “traidor”, “verdugo”, “político sin escrúpulos”, “felón” o “sociópata” al presidente del gobierno, es que cuestiona los procesos democráticos, cuestiona la democracia y sus instituciones o bloquean a sus órganos, todo ello con el fin de provocar mayor polarización social, mayor crispación o buscando manifestaciones, revueltas y levantamientos sociales al más puro estilo de EE.UU o Brasil, casualmente los amigos de las fotos y los mítines de la extrema derecha.

Pero es que este discurso no es de hoy, esto viene de más atrás. En 2013, el líder a Alianza Nacional pidió actuar como ETA. En 2014 durante la celebración en Barcelona del 12 de octubre, los líderes de La Falange, Democracia Nacional o la propia Alianza Nacional nuevamente, defendían poner ante un pelotón de fusilamiento a Junqueras y Mas, y en 2021, España 2000 organizó una cena donde su líder pidió “tirar al Gobierno a hostias”, llamó a preparar una “revuelta” y animó a instalar un “estado fascista”. El aumento de la conflictividad verbal y de la argumentación emocional, tiene como único fin la de crear ruido con apariencia de argumento. Y por esto nadie se escandalizó, ni nadie fue ilegalizado.

El deporte es reflejo de la sociedad y en el se reflejan los discursos que la política proyecta ¿Es casual que en el fútbol se ataque a personas por su color de piel o se utilicen adjetivos descalificativos como “maricón”, “moro de mierda”, “ojalá te mueras”, “lesbiana”, “vete a fregar” o “mono”? No, no es casual. Cada día asistimos a discursos que criminalizan a inmigrantes, al colectivo lgtbi o a las mujeres. En el deporte se pone de manifiesto el discurso que se recibe de políticos y “cuñaos”, donde se utiliza un lenguaje despectivo y ofensivo para dirigirse “al otro”.  No queda muy lejos, cuando en programas de televisión llevaban a ultras que se declaraban abiertamente racistas y xenófobos.

Es muy fácil ver las mismas caras un día actuando de forma violenta en un evento deportivo, y días después verlas en manifestaciones de partidos políticos de extrema derecha o neonazis. Al fin y al cabo, las gradas son utilizadas como un escaparate político.

En muchas ocasiones, la violencia a través del discurso político suele aparecer disfrazada, con un lenguaje ambiguo que puede resultar incluso más nocivo. Por ello, cada vez es más necesario tender puentes de diálogo en la sociedad, crear espacios para el debate plural que ayuden a crear una mayor cohesión social, y donde se desactiven los discursos apocalípticos y violentos que tienen como único fin atomizar la sociedad y la fraternidad entre iguales.

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Sergio Gracia Montes es graduado en Derecho por la Universidad de Córdoba. En 2018 impulsa desde Córdoba el Centro de Investigación de la Extrema Derecha (Cinved), con el que analiza y estudia los movimientos populistas y extremistas en España y a nivel internacional. Gracia cuenta con amplia formación en materia religiosa, política y de derechos humanos, e interviene en medios nacionales (Cuatro, La Sexta, Huffington Post, El Independiente, El Confidencial o El Temps) como experto en fanatismos y movimientos de ultraderecha.

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