Sergio Gracia Montes es graduado en Derecho por la Universidad de Córdoba. En 2018 impulsa desde Córdoba el Centro de Investigación de la Extrema Derecha (Cinved), con el que analiza y estudia los movimientos populistas y extremistas en España y a nivel internacional. Gracia cuenta con amplia formación en materia religiosa, política y de derechos humanos, e interviene en medios nacionales (Cuatro, La Sexta, Huffington Post, El Independiente, El Confidencial o El Temps) como experto en fanatismos y movimientos de ultraderecha.
Feminizar la extrema derecha para edulcorarla

Que la extrema derecha anda huérfana de mujeres que hagan de faro guía al resto de mujeres de la sociedad española es un hecho. En su búsqueda incansable por encontrar una mujer que pueda capitalizar el voto femenino, esa ultraderecha sigue dejando cadáveres por el camino, mientras sigue promocionando a nuevas caras que sean capaces de tocar la tecla correcta.
Ni Rocío Monasterio, ni Carla Toscano, ni Rocío de Meer, Ni Magdalena Nevado, ni mucho menos Isabel Diaz Ayuso, consiguen atraer a la mayoría femenina y feminista.
La ultraderecha española busca a su Marine le Pen, a su Marion Maréchal, a su Alice Weidel o a su Giorgia Meloni. Donde si además de ser mujer, puede pertenecer a algún colectivo como el colectivo lgtbi, inmigrante o musulmana, mejor.
Esa búsqueda tiene una doble intención. Por un lado, como acabamos de apuntar, atraer el voto femenino, por el otro, blanquear y edulcorar su imagen. Y para ello, no han dudado en convertir su ideología en algo más híbrido, buscando con ello acercarse más al voto femenino.
Juguetes rotos
La caída en desgracia de Macarena Olona después de las elecciones andaluzas de 2022, dejó huérfana a la extrema derecha de una referente. Quedó reflejado hace unos días en la Universidad de Granada, que no queda nada de aquella política que tanto llamó la atención.
También los movimientos sociales, siguen presentando en público a futuribles, cortadas por la misma tijera, actuando de la misma manera, buscando protagonismo cortoplacista en medios de comunicación, que se las llevaran por delante en cuanto les cojan la matrícula por posibles delitos como ha pasado con las anteriores.
Nombres como los de Melisa Domínguez o Isabel Peralta son algunos ejemplos. Aquí también podríamos nombrar a Elisa García Grandes o Inma Sequí (no confundir con Cristina Seguí) todas ellas juguetes rotos, como Macarena Olona o la propia Cristina Seguí, que para lo único que ha quedado es para estar con Javier Negre o con Frank de la Jungla.
Se promocionan perfiles al más puro estilo Mathilda Nemesis, Thais d'Escufon, Alice Cordier, Reinhild Bobdorf o Carlotta Chiaraluce que promueven el “feminismo identitario” o el “feminacionalismo”. Mujeres sí, pero donde los pilares del racismo y la xenofobia siguen presentes.
La otra pata: El movimiento tradwives
Pero en la búsqueda incansable por encontrar nuevas referentes para la “sección femenina” al más puro estilo de la Sección Femenina de FET y de las JONS de Pilar Primo de Rivera, existe otra pata camuflada de modernidad y progreso, donde la utilización de las redes sociales juega un papel fundamental, donde “influencers” como Tamara Falcó, María Pombo o Roro entre otras, venden perfiles conservadores pero a su vez modernos.
El movimiento tradwives español se ejecuta desde diferentes aristas, desde las más combativas autodefinidas como “rebeldes” que rozan día si, y día también el delito, a las más “formales”. Buscando con ello ofrecer al potencial público femenino el nido donde se encuentren más identificadas.
Desde el movimiento tradwives se vende un concepto tradicional de esposa, donde la mujer esté al pleno servicio del hombre. Pero dentro de este discurso populista, existe un punto de incoherencia por parte de quienes venden esto, ya que la mayoría de estas mujeres ni tienen pareja ni mucho menos, familia numerosa.
En dicho movimiento, se propugnan otros postulados como el racismo, aunque este sea menos obvio que la misoginia, donde se induce, potencia y defiende las relaciones entre personas desde un punto de vista de hombre vs mujer, basados en los ideales heteronormativos blancos y occidentales. Donde se cuestionan y atacan otros tipos de relaciones por el simple hecho de no acogerse al modelo de familia tradicional occidental.
Hoy la política conservadora se sostiene sobre pilares de incoherencia ideológica, debido a que por un lado venden tradicionalismo, pero no reniegan de los avances tecnológicos, como decíamos anteriormente, donde para llegar a una mayor cantidad de posibles acólitos, expanden su ideario y propuestas vía redes sociales, donde estas influencers tienen gran capacidad de movilización, debido a esa falsa cercanía que ofrecen a la hora de interactuar con ell@s.
A todo lo anterior, debemos añadir y no pasar por encima, como la extrema derecha mete en sus listas con calzador a personas racializadas o inmigrantes, con el único objetivo de disfrazar su ideología de crítica legítima.
En definitiva, la extrema derecha busca la forma de tener una cara más amable de cara al electorado, buscando transformar la imagen, aunque con ello contravenga sus pilares ideológicos básicos.
Sobre este blog
Sergio Gracia Montes es graduado en Derecho por la Universidad de Córdoba. En 2018 impulsa desde Córdoba el Centro de Investigación de la Extrema Derecha (Cinved), con el que analiza y estudia los movimientos populistas y extremistas en España y a nivel internacional. Gracia cuenta con amplia formación en materia religiosa, política y de derechos humanos, e interviene en medios nacionales (Cuatro, La Sexta, Huffington Post, El Independiente, El Confidencial o El Temps) como experto en fanatismos y movimientos de ultraderecha.
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