Córdoba CF
Apuntes de pretemporada: el Córdoba CF no negocia su estilo, sea cual sea el rival
Si la primera prueba en Pozoblanco dejó pocas conclusiones, el exigente test ante el Real Betis sirvió para confirmar una sensación clara: este Córdoba CF es un equipo perfectamente reconocible, para lo bueno y para lo malo. El conjunto de Iván Ania saltó al césped de El Arcángel con la misma personalidad arrolladora que le llevó al ascenso y posteriormente a la permanencia en la categoría de plata, pero también con los mismos fantasmas defensivos que en ocasiones le hicieron sufrir. El debut en casa fue un espejo del equipo que fue y, por ahora, del que es: tan capaz de generar ilusión en ataque como de generar ciertas dudas en su propia área.
La identidad no se negocia
Lo bueno, y es mucho, es que el Córdoba CF tiene un plan y cree en él ciegamente. Ania no renuncia a su 1-4-3-3, a la presión alta ni a la intención de ser protagonista sin importar el rival que esté enfrente. La propuesta fue valiente, por momentos asfixiando a un equipo de talla europea. Con Isma Ruiz como ancla, el equipo mostró una vez más su fútbol fluido, su insistencia por las bandas con un incombustible Carracedo y la productiva sociedad entre Jacobo y Alcedo, y su capacidad para llegar al área rival. Es la identidad que le hizo campeón, y sigue intacta.
En esa partitura tan familiar, las nuevas piezas han demostrado encajar a la perfección. Dalisson, actuando como interior, no solo aportó gol y un temple admirable en la definición, sino que demostró ser ese jugador eléctrico y asociativo que el sistema demanda. Arriba, Sergi Guardiola ofreció un máster de lo que Ania pide a su '9': movilidad constante, presión, juego de espaldas y una inteligencia superior para generar ocasiones, como la que fabricó para el 2-2. Los nuevos no vienen a cambiar el sistema, sino a potenciarlo aún más si cabe.
Los fantasmas de siempre
Lo malo, lo preocupante, es que el equipo también es reconocible por sus defectos. La fragilidad defensiva no es una novedad, es una tarea pendiente que, una vez más, amenaza con penalizar con mayor dureza a un equipo que fue de los más goleados ya la pasada temporada en LaLiga Hypermotion. El principal problema, un año más, es la gestión del espacio a la espalda de una defensa que juega muy adelantada. El Betis lo explotó con facilidad -hecho totalmente lógico, por otro lado, atendiendo al excelso centro del campo de los béticos-, encontrando un filón para lanzar a sus atacantes. Así nació el primer gol de Cucho Hernández, el segundo de Bakambu y varias de las ocasiones más claras de los verdiblancos.
A esa vulnerabilidad sistémica se sumaron errores individuales, también recurrentes. El 2-3 de Bakambu fue fruto de una falta de comunicación entre Isaac e Íker Álvarez, un tipo de desajuste que la temporada pasada ya costó algún disgusto. La sensación es que el equipo necesita aún rodaje, además de ser mucho más contundente y fiable para poder sostener una propuesta de juego tan arriesgada. La situación de Calderón, apartado por “un tema del club”, añade más incertidumbre a una línea defensiva que, a día de hoy, es el principal foco de trabajo.
El tramo final, con las probaturas de Théo Zidane como pivote o el regreso al 4-4-2, demuestra que Ania es consciente de las carencias y busca soluciones y alternativas. Con poco menos de un mes por delante hasta el inicio de liga, la tarea está clara: mantener y potenciar las virtudes ofensivas, que son muchas y muy reconocibles, y trabajar sin descanso para erradicar unos defectos defensivos que el equipo, y la afición, ya conocen de sobra.
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