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Farol de sentimientos, Fuensanta

Rafael Ávalos

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Una multitud acompaña, a lo largo de su recorrido desde la Mezquita-Catedral a su Santuario, a la copatrona de la ciudad en su salida procesional

La noche es realidad cuando todo comienza. Mucho más a la hora en la que acaba. Un manto oscuro cubre la ciudad. La luna está presente y pretende iluminar la senda. Pero la luz que guía es otra en el instante en el que la cuenta atrás para su festividad arranca definitivamente. El Patio de los Naranjos es, a las nueve, punto de encuentro para centenares de personas. Tantas como a lo largo de las calles del casco histórico de Córdoba y de aquellas que encaminan hasta el barrio que su nombre adopta y luce orgulloso. Es una manifestación pública de Fe, la que por estas fechas en septiembre repiten fieles y cofrades, lugareños y visitantes. Cada rincón lo alumbra Ella, farol de sentimientos. La devoción marcha del corazón al alma con la luz de Nuestra Señora de la Fuensanta.

En la víspera de su día efectúa su trayecto desde la Mezquita-Catedral al Santuario que la protege durante el resto del año. La copatrona de la ciudad camina con paso firme, como firme es el compromiso de hermandades y cordobeses para con Ella. Los sones de la Banda de Cornetas y Tambores Ciudad de Córdoba marcan el inicio de la cita, como también del camino hasta el lugar en el que las aguas sanan. Hasta el lugar en el que un viejo pocito esconde una imborrable huella. La del amparo que concede Nuestra Señora de la Fuensanta, que surge con luz propia a través de la Puerta de las Palmas. En el primer templo de la Diócesis cobra mayor fuerza el farol, que portan con su presencia centenares de cofrades de la capital, de corporaciones de penitencia y de Gloria.

A las nueve de la noche comienza el cortejo su trayecto. Con la seguridad de que va a completarlo con la masiva compañía de personas. En las calles, devotos y cofrades se dan cita para dar el calor que realmente importa, el humano, a su copatrona. El de los termómetros cae en olvido al paso de la Virgen, cuyo sendero abre la voz de Patricio Carmona y realza la Banda de Música Maestro Tejera de Sevilla. Es superada la medianoche, más allá de las doce, cuando el cortejo alcanza el lugar buscado. Es entonces cuando, por encima del cercano ruido, resuena clara la devoción. La luna es testigo, tanto como Córdoba, de los sentimientos que desprende el farol que para su ciudad es Nuestra Señora de la Fuensanta.

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