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La ocupación en tiempos de abundancia

El título de este artículo es tan absurdo como el planteamiento político de la ocupación por diferentes partidos. Porque lo importante no es estar a favor o en contra de la ocupación o si se vulnera la propiedad privada o no. Lo realmente importante es saber qué es la ocupación y por qué sucede.
Más allá el pequeño concepto coloquial de meterse en una vivienda que no es tuya y tomar su posesión, la ocupación es en un término amplio, una respuesta social a un problema que surge de la necesidad de que el pueblo tenga algo tan elemental como una vivienda, algo que para la gran mayoría se ha vuelto imposible. La ocupación no es un problema, sino la consecuencia del mismo, y que viene derivado, como casi todos los problemas de la España actual, de la crisis inmobiliaria de 2008 en la que explotó la burbuja con millones de personas que perdieron su puesto de trabajo y por ende, perdieron sus viviendas. Pero no solo se perdieron las viviendas, sino la posibilidad a las futuras generaciones de obtener una, por lo que a estas solo le quedaron dos opciones, en su mayoría: la ocupación o el alquiler. Al crecer la demanda de esto último, y, por consecuencia, su precio de mercado, la vivienda se convirtió en un bien especulativo en la que los pocos que sí podía comprarla, la usaben como una fuente de ingresos y no como una necesidad primaria. Y eso, combinado con el creciente turismo en nuestro país, radicó en una subida de demanda precios en el alquiler que ha mermado el poder adquisitivo de una clase media, que ya es más bien baja.
Además, la pérdida de tantos puestos de trabajo en el sector de la construcción, entre otros, hizo y sigue haciendo que miles de jóvenes tengan que buscarse las habichuelas fuera de sus ciudades natales y se vayan a grandes núcleos urbanos a buscar trabajo en el sector servicios, convirtiendo así estos núcleos urbanos como Madrid, Barcelona y Sevilla, o ciudades de costa como Málaga o Valencia, en auténticos destructores de la clase media al crear una demanda aún más alta de lo antes dicho en viviendas de alquiler, retroalimentando una bola más grande y haciendo a los muchos pobres más pobres y a los ricos, más ricos. Junto a esto, al tener que emigrar a grandes ciudades, se da el segundo problema importante de España: la despoblación del interior o más conocido como la España vaciada, lo que crea una descompensación total en las ciudades de nuestra patria.
El tercer gran problema que también viene derivado de lo anterior es que estos mismos jóvenes, al no tener recursos, no ya para poder no comprar una vivienda, sino para poder alquilar, tienen que vivir en habitaciones compartidas. Eso hace que, en mi generación, la idea de formar una familia cada vez se atrasa más y es más difícil, con lo que llegamos al problema de la natalidad, que, a su vez, crea otro problema en la famosa pirámide de pensiones, que, sin familias e hijos, es cada vez más insostenible.Como podemos observar, todos estos problemas que se desencadenaron en 2008 son fruto de un desastre estructural que se va retroalimentando y que, a un medio o corto plazo, parece no tener solución
Si nos fijamos en la historia, los grandes avances de las sociedades capitalistas modernas fueron los derechos conseguidos por los trabajadores que convirtieron al proletariado en una clase media que hoy por hoy está más en riesgo que nunca. Podemos poner el ejemplo de Henry Ford, que duplicó el salario de sus trabajadores, redujo las horas de trabajo diarias y los días semanales de estos mismos, consiguiendo así convertir a sus pobres trabajadores en dignos consumidores de clase media de sus automóviles. Estas ventajas a sus trabajadores hicieron que sus ventas se disparasen, ya que consiguió que tuviesen más tiempo libre y más dinero que gastar. En definitiva, les dio poder adquisitivo. Y es que el gran avance de nuestro sistema capitalista no es el mercado, sino la creación de la clase media.

A día de hoy, esto que hizo Ford parece que se realiza a la inversa, con unos gastos fijos, sobre todo en vivienda, asfixiantes. El poder adquisitivo de la clase media ha sido prácticamente destruido y esta asfixia afecta a todos los demás sectores, haciendo que la diferencia entre pobres y ricos sea entre arrendadores y arrendatarios, siendo los pobres cada vez más pobres y los ricos cada vez más ricos. Este escrito no es solo una defensa a estos pobres, sino también una advertencia a los ricos, ya que no debemos olvidar que son los consumidores los que hacen que las empresas y los proyectos crezcan y, con un pueblo que cada día tiene menos poder adquisitivo, hasta las multinacionales podrían llegar a tambalearse. Lo explico con un pequeño ejemplo: si Ford, en lugar de hacer las reformas antes mencionadas, hubiese bajado el sueldo de sus trabajadores y les hubiese hecho trabajar más días, y además sus gastos fijos se hubiesen incrementado, es posible que su empresa de automóviles hubiese quebrado al no tener los suficientes clientes para que fuera rentable. La clase media debe ser cuidada en España, y eso no se consigue subiendo el salario mínimo, sino garantizando que su poder adquisitivo no solo se mantenga, sino que vaya a más. Está claro que este problema estructural no tiene fácil solución, pero aún más claro está que si seguimos retroalimentando estos problemas, puede acabar en un colapso económico total.
La solución que este joven e inexperto ha llegado a considerar no es solo una redistribución de la renta a través de impuestos, sino una redistribución territorial. Y esta idea me vino hace algún tiempo al visitar la Línea de la Concepción. Al llegar a este pueblo que, por desgracia, está muy dejado a pesar de su admirable gente, pude ver a lo lejos cómo Gibraltar, un pequeño territorio británico, tenía hasta rascacielos. En un primer momento, cuando preguntas a la gente te dice “claro , es que los ingleses tienen taco”, pero cuando me paré a pensar y a investigar a qué se podía deber, es que Gibraltar es un paraíso fiscal donde apenas se pagan impuestos, lo que atrae la inversión de la gente. Y entonces me surgió la idea de que por qué no se mantenían los impuestos tal y como estaban en grandes ciudades saturadas y, en cambio, se daban verdaderas ventajas fiscales en ciudades que cada vez perdían más población. Ello atraería la inversión a estas en lugar de a las otras, crearía empresas, puestos de trabajo e invitaría a la gente a ir allí teniendo viviendas a un precio más asequible con un trabajo igualmente remunerado lo que haría que quienes allí vayan tenga un mayor poder adquisitivo. Pero es que además, aunque las grandes ciudades en términos macroeconómicos tuviesen menos inversión , la demanda de vivienda bajaría al tener otras opciones a las que ir (pura competencia de mercado ) y esto haría que el pueblo llano también tuviese unos precios más asequibles y elevaría su poder adquisitivo recuperando así la clase media, ya que a la mayoría de malagueños, madrileños o vecinos de otras ciudades saturadas, no les importa que haya más ricos en coches de lujo dando paseos, sino volver a tener el nivel de vida sin tantas dificultades.
Si esto funcionase y se consiguiera, al tener poder adquisitivo podrían permitirse comprar viviendas, acabando con el negocio de los alquileres abusivo. Además, se acabaría con la España vaciada y con el problema de natalidad por falta de independencia y capacidad de formar una familia y, por ende, con el problema de las pensiones. En definitiva, se acabaría con esa bola de problemas que se está retroalimentando con una simple redistribución territorial basada en la competencia de mercado entre las diferentes comunidades o provincias, recuperando la fundamental clase media necesaria en cualquier país desarrollado
Esta solución seguramente tenga taras y deficiencias que yo no he podido ver, pero invito a todo el que lo lea que haga su crítica y ponga su grano de arena para encontrar una verdadera solución final.
* Marcos Antonio Santiago Heredia
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