Como desde siempre he sido reacio a levantar pesos o manipular herramientas, pero sé leer, escribir y hablar, he acabado trabajando (es un decir) en medios de comunicación escritos y radiofónicos. Creo que la comunicación y la cocina tienen muchas cosas en común: por ejemplo ambas necesitan emisores y receptores, y tienen una metodología parecida, una suerte de sintaxis y de morfología que deben ser aplicadas. Cocino habitualmente en casa y mi último descubrimiento ha sido comprobar que recoger y limpiar utensilios mientras preparo la comida es muy bueno: ha cambiado mi vida, de hecho. Buen provecho a todos.
Los pobres
A grandes rasgos, la gente pobre puede dividirse en dos tipos: los que juegan a las máquinas tragaperras del bar del barrio y los que no. Tragaperras es un término fantástico, es una creación léxica popular perfecta que define a un cacharro iluminado de colorines que intenta llamar la atención. Y la llama.
Parece un sagrario al que el parroquiano del bar del barrio dirige su mirada y su limosna. Y le reza.
En mi barrio hay un bar que tiene dos máquinas tragaperras juntas adosadas a una pared a la derecha de la tele donde siempre hay gente hablando en Antena 3 sin sonido.
Lo curioso es que entre las dos máquinas hay una mampara de metacrilato que las separa. Un extraño caso de intimidad ludópata. Mientras, los de Antena 3 siguen moviendo los labios en la pantalla.
A grandes rasgos, la gente pobre puede dividirse en dos tipos: los que no saben que son pobres y juegan a las máquinas con las monedas de la vuelta del carajillo que les dura toda la mañana hasta la hora de la caña y luego suben a casa y tienen la mesa puesta con un plato de papas con choco.
Y los que tienen una hipoteca.
Obviamente, toda persona pobre, de una u otra manera, es de derechas. Al menos desde hace unos treinta y cinco años para acá. Es entendible, o por la tragaperras o por las cabezas parlantes de Antena 3 o por la hipoteca.
Hay gente que asimila la pobreza al fracaso, o a cierto concepto de fracaso. No estoy de acuerdo.
Las mejores películas sobre la pobreza las hizo Charles Chaplin. Y son preciosas.
Y eran mudas. Sin diálogos.
Yo ni siquiera debería estar escribiendo esto. Para que se entienda.
Sobre este blog
Como desde siempre he sido reacio a levantar pesos o manipular herramientas, pero sé leer, escribir y hablar, he acabado trabajando (es un decir) en medios de comunicación escritos y radiofónicos. Creo que la comunicación y la cocina tienen muchas cosas en común: por ejemplo ambas necesitan emisores y receptores, y tienen una metodología parecida, una suerte de sintaxis y de morfología que deben ser aplicadas. Cocino habitualmente en casa y mi último descubrimiento ha sido comprobar que recoger y limpiar utensilios mientras preparo la comida es muy bueno: ha cambiado mi vida, de hecho. Buen provecho a todos.
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