José Antonio Naz: “España ya no es católica, pero funciona como si lo fuera”
José Antonio Naz (Almodóvar del Río, 1954) dice que no tuvo niñez. A los diez años, su madre lo metió en el seminario de Santa María de los Ángeles, en plena serranía de Hornachuelos, con el propósito de formarlo para sacerdote. Durante décadas, el vetusto edificio ha exhibido su fantasmal porte de cemento y ladrillo en las estribaciones del río Bembézar. En los sesenta, ingresar en el seminario era una forma de escapar de la penuria y labrarse un futuro.
Naz no recuerda el día en que entró por la puerta de Santa María de los Ángeles. Hay cosas que se borran automáticamente del cerebro. Solo guarda en la memoria que la fila de su curso se organizaba por tallas y que él, debido a su temprana edad, era el primero. También recuerda que nada más levantarse todos los niños enfilaban para rezar. Y que, en materia de sexualidad, recibían una considerable matraca diaria.
Cualquier persona demócrata tiene que ser anticlerical
PREGUNTA. No hay mejor manera de educar a un laicista que meterlo en el seminario.
RESPUESTA. No creo que tenga nada que ver. Mi conciencia laicista no ha sido una reacción al seminario. Para nada. Ha sido una consecuencia de haber vivido y haber reflexionado. De usar la razón.
P. En el seminario se utilizan los dogmas. No la razón.
R. Sí. Justamente por eso. Otro de mi promoción de ese curso, por cierto, era Félix Ortega [concejal de IU ya fallecido].
P. O sea, que el PCE estaba lleno de seminaristas.
R. Yo no he militado nunca en el Partido Comunista. Cercano sí fui. La apertura social que representó el Vaticano II nos educó a todos nosotros en buena parte. Aquel concilio empezó justo en mi promoción.
P. ¿Y se notó mucho?
R. Se notó una diferencia brutal entre mi promoción y las anteriores. De pronto, empezaron a llegar curas jóvenes con los planteamientos sociales del Vaticano II.
El problema de España ha sido la religión de Estado
En aquellos años, el seminario de Santa María de los Ángeles albergaba a 200 alumnos de entre 10 y 14 años. Tenía una vida rutinaria perfectamente reglamentada, con el latín y el griego como asignaturas fundamentales para conocer los textos sagrados antiguos. De su promoción, solo un alumno acabó ordenándose sacerdote: Pedro Soldado, canónigo y delegado diocesano de Hermandades y Cofradías. El resto se salieron, incluidos buena parte de los curas docentes que impartían clases.
Un día uno de aquellos sacerdotes jóvenes forjados en el Concilio Vaticano II estableció un diálogo abierto con los alumnos. José Antonio Naz se sinceró y confesó que no tenía suficientemente cimentada su fe. Apenas contaba con 16 años. El cura asumió con naturalidad las dudas espirituales de su alumno. Y le dijo: “Tú tienes que llevar tu propio camino”. Eso es exactamente lo que hizo. Para disgusto, lógicamente, de su beata madre. Era el año 1970. Aún quedaban cinco para la muerte del dictador y alguno más para el desmantelamiento del andamiaje institucional franquista.
Naz acabó estudiando Filología Francesa en la Facultad de Filosofía y Letras de Córdoba y nada más terminar solicitó trabajo en todas las delegaciones de Educación de España. “Con una máquina de escribir y papel de calco”, detalla. En pocas semanas ya tenía una oferta de empleo encima de la mesa: un colegio de monjas de la localidad cacereña de Miajadas. El Espíritu Santo, por lo que se ve, lo perseguía.
La mayor parte de su carrera profesional, sin embargo, la ha labrado como docente de la escuela pública. Su compromiso laicista llegó mucho después. Casi en paralelo a la creación de Europa Laica, la más importante organización ciudadana española que defiende la laicidad del Estado. La agrupación cordobesa se fundó en 2008. José Antonio Naz fue su primer portavoz y desde hace tres años es presidente de la estructura andaluza.
P. ¿Es usted un peligroso anticlerical?
R. Cualquier persona laica y, si me apura, cualquier persona demócrata tiene que ser anticlerical.
P. ¿Por qué?
R. Lo explica muy bien el filósofo francés Henri Peña. El clericalismo es la intervención política y social del clero con el objetivo de imponer a toda una comunidad su forma de entender el mundo.
P. Anticlericalismo no es lo mismo que anticristianismo.
R. No. Ni es un concepto contrario a la espiritualidad ni nada de eso.
No tengo nada en contra de las cofradías pero sí del abuso del espacio publico
P. Usted es anticlerical.
R. Según esa definición, sí. Pero ojo: yo no soy anticuras.
P. Claro. Usted ha sido casi cura.
R. No tanto. Yo soy anticlerical en el sentido que acabo de decir. La definición correcta es muy importante.
P. ¿Y usted quiere acabar con la libertad religiosa?
R. No. Al contrario. Lo que tiene que existir es una libertad de conciencia. Porque no solo los que tengan religión van a tener derecho a la libertad. Los que no tengan religión, que son el 40% de la sociedad española, según el CIS, ¿no tienen derecho a tener libertad? Hay mucha confusión, incluso a nivel institucional.
P. ¿Confusión interesada?
R. Claro. Es parte interesada para los que se benefician y se llevan los privilegios de que la libertad sea solo para unos. Y también para los que gobiernan las instituciones porque creen que así tienen menos problemas sin plantear lo que debía de ser su obligación, que es gobernar para todos.
P. ¿Cuál ha sido el problema de España: el anticlericalismo o el clericalismo?
R. El problema de España y el de muchos otros países ha sido la religión de Estado. Y sigue siéndolo actualmente en muchos sitios. Evidentemente eso va ligado al clericalismo.
P. Usted mañana no cerraría los templos de culto.
R. Ni mañana ni en ningún momento. Los templos están para quien quiera usarlos. Pero yo no tengo por qué pagarlos. No le digo a nadie que no crea en lo que quiera creer. Lo que sí le digo es que no lo pague yo. Cree lo que quieras creer. Hazte de la asociación que quieras hacerte. Pero que no te lo paguemos todos los demás.
El 'revival' del mundo cofrade empieza con el Gobierno andaluz del PSOE
P. ¿Qué tiene en contra de las cofradías?
R. En principio, no tengo nada en contra. Que la gente haga lo que quiera con su tiempo. Lo que sí tengo en contra es con el abuso del espacio público. Que los que no participen en las procesiones tengan que tragar con lo que no se permite en ningún acto público en la calle. Que no se respeten las normas que hay para cualquier otro tipo de actividad. Toda esa clase de barbaridades, incluso con riesgo para la seguridad de las personas por los itinerarios que se montan. A un niño le prohíben pintar con una tiza en la calle y, sin embargo, puede estar llena de cera durante un montón de tiempo y provocar accidentes. Eso es lo que no tiene sentido. Otra cosa también es que el mundo cofrade se está utilizando por parte de la iglesia y de algunos sectores ultras como una vuelta al adoctrinamiento de jóvenes que ya no van a la iglesia. Eso decía el canónigo Pedro Soldado en una reciente entrevista: que quizás se estaban pasando en el uso de procesiones pero que, gracias a ellas, se estaba recuperando a gente joven que no va a la iglesia. Muchas asociaciones y partidos progresistas no ven esa perspectiva, que se quiere tapar con la cosa de la tradición. En los años ochenta no existía ni la décima parte del movimiento cofrade de hoy.
P. ¿Y qué es lo que ha pasado?
R. Hay un estudio de un catedrático extremeño muy bueno sobre este tema. Con la llegada al poder del PSOE de Andalucía, se quiere transformar lo que era todo el movimiento ciudadano en este tipo de tradiciones. Se coge todo esto, se potencia y se magnifica.
P. ¿Con qué objeto?
R. Con el objeto de tener clientela.
P. ¿En las cofradías?
R. En las cofradías.
P. O sea, que el ‘revival’ del mundo cofrade está instigado por el PSOE.
R. Empieza en la época del Gobierno andaluz del PSOE. Por eso en Andalucía se incrementa muchísimo más que en ningún otro lado. De hecho, aquí ha estado el PSOE treinta y tantos años. No ha habido otros partidos.
P. En Córdoba ha estado IU veinticinco años. ¿También ha potenciado las cofradías IU en Córdoba?
R. Rosa Aguilar a tope.
P. Rosa Aguilar llegó en el año 1999.
R. Antes de Rosa Aguilar, se ha ido [a las procesiones], se ha permitido, se ha subvencionado, pero cuando se incrementó fue a partir de ella.
P. Explíqueme en 30 segundos qué es la laicidad.
R. La laicidad es el marco común único posible para que todas las personas puedan manifestarse y tener libertad. Y está basado en tres principios: la libertad de conciencia, la igualdad sin privilegios y el bien común.
Rosa Aguilar potenció las cofradías a tope
P. ¿Y estamos muy lejos de eso?
R. Desgraciadamente deberíamos de estar cada vez más cerca. Por lógica y por razón. Pero, a la vista de la situación actual, diría que vamos hacia atrás. Se están viendo comportamientos y privilegios que, no solo se mantienen, sino que incluso se incentivan. Y eso no es normal.
P. ¿Por qué un Estado laico es mejor?
R. Laico viene del vocablo ‘laos’, que significa lo común, lo de todos, lo del pueblo. No se puede tener un Estado de una sola parte en la que únicamente caben unos pocos y se les privilegie. Sean quienes sean.
P. ¿Y España qué es?
R. Como decía Puente Ojea, España está en un “criptocatolicismo”. Oficialmente, la Constitución habla de aconfesionalidad del Estado. Y la diferencia quizás es que el Estado laico velaría por la neutralidad.
P. ¿Y somos un Estado aconfesional?
R. Para nada. Si fuéramos un Estado aconfesional, la relación de las instituciones con las organizaciones religiosas no existirían. Es más: se ha avanzado al revés. Con el Gobierno más progresista y supuestamente de izquierdas que ha habido nunca desde la República, resulta que se plantea no solamente no recortar privilegios a la Iglesia católica sino ampliarlos a las otras confesiones. Y encima se plantea como un avance en el laicismo. Es decir, se confunde la multiconfesionalidad con la aconfesionalidad.
P. ¿Qué nota le pondría al Gobierno más progresista de la historia en materia de laicidad?
R. Casi la misma que a los gobiernos anteriores. No se incluyeron muchos puntos laicistas en los acuerdos de Gobierno y los que se incluyeron no se han cumplido. Es más: se plantea el tema de la recuperación de los bienes inmatriculados, uno de los acuerdos anunciados por el presidente, y se ha dado una amnistía de todo ese patrimonio. Desde luego, mejor no haber hecho nada.
P. ¿Y qué le ha faltado al Gobierno: convicción o valentía?
R. Es que yo no entiendo que tengas una convicción y no actúes en consecuencia. Eso no es convencimiento. Lo que me estás demostrando es que no tienes ningún convencimiento de nada. Yo, con 16 años, en una época como aquella, tuve una convicción y no por ir contra nadie ni contra nada. Simplemente quería ser yo. Y hoy, además, el 75% de las personas ya no se casan por la Iglesia. En algunas regiones, como Cataluña o el País Vasco, incluso menos.
En materia de laicidad, vamos para atrás
P. ¿Usted mete a los dos socios del Gobierno en el mismo saco?
R. Es verdad que algunos han peleado algo. O han intentado plantear algunas cosas. No los metería en el mismo saco, pero es verdad que en otros sitios donde no están juntos, también pasa. Por ejemplo, con Izquierda Unida nosotros hemos tenido reuniones a nivel de Andalucía o de Córdoba y se han llegado a una serie de acuerdos que se han puesto incluso en el programa. Pero después nada.
P. ¿Y contra qué se estrellan?
R. Pues no lo sé. Yo creo que contra ese mantra que dice que si no actúas como confesional vas a perder votos. Algo que está demostrado clarísimamente que no tiene nada que ver. En el año 1979, en Córdoba no se asistía como Ayuntamiento a las procesiones y en 1983 se ganó con muchos más votos.
P. La izquierda no es tan laicista como dice.
R. Es peor. Porque dice serlo y luego se contradice. Con lo cual, a quien no tiene personalidad la gente lo valora menos. Y nosotros insistimos mucho en ello: el 40% de la población ya no es creyente. ¿Qué vamos a tener que hacer? ¿Montar un partido laicista para que empiece a ser una realidad?
P. El PACMA ha organizado un partido de animalistas.
R. Claro. Pero yo no soy partidario de eso. Yo creo que los partidos tienen que ser transversales en el sentido de los valores.
P. ¿El Estado español está atado de manos con el Concordato?
R. Está atado. Pero es una atadura que se quita sin ningún problema.
P. Es un acuerdo internacional que obliga a las partes.
R. No es un acuerdo entre estados. Una cosa es que el Vaticano sea además un Estado, pero el acuerdo es con la Santa Sede, que no es lo mismo. Es un acuerdo con una organización religiosa. Ese tipo de acuerdos se hicieron en muchos sitios, no solamente en España. Y la forma de no seguir con el acuerdo es que una de las dos partes sencillamente lo denuncie. Es decir, que una de las dos partes diga que se ha acabado. Es como si tú tienes un seguro de coche y, en un momento determinado, te vas.
P. Y el Estado español no quiere acabar con ese acuerdo.
R. Hasta ahora no. Justo antes de este Gobierno, en una comisión parlamentaria la mayoría aprobó derogar los acuerdos con la Santa Sede. Fue en el año 2016 o 2017. Es decir: había una mayoría que defendía derogar los acuerdos y ahora está en el Gobierno y con una mayoría más amplia.
Con el Gobierno más progresista de la historia no se están recortando los privilegios de la Iglesia
P. ¿Veremos derogados los acuerdos con la Santa Sede algún día?
R. Tendríamos que haberlos visto derogados hace tiempo, pero tal como va el devenir que llevamos… Mientras las cosas son más racionales, más lógicas y más evidentes más vamos en sentido contrario.
P. Ha perdido usted la fe en la laicidad del Estado.
R. No. Yo no utilizo la fe. Yo analizo las cosas y en función de las actuaciones tengo mi criterio de funcionamiento.
P. ¿Qué decreto urgente firmaría mañana?
R. Hay uno fundamental que hemos dicho antes. Y es muy sencillo: denunciar los acuerdos con la Santa Sede. Y ya está. No te riges por él y no hay más. Como el acuerdo del medio ambiente del que se ha salido EEUU. Te sales y no pasa nada. Pero hay una cuestión que para mí es clave: la educación. Porque tú no puedes estar fomentando con dinero público adoctrinamientos particulares. Y eso es una monstruosidad a nivel de libertad de conciencia. Pero además es un ataque a los derechos de la infancia y de los menores. La educación es una cosa del Estado. Tiene que ser para todo el mundo y tener unos valores comunes. No puedes educar a unos con unos valores contrarios a los que eduques a otros. Eso no puede ser.
P. ¿Por qué hay que sacar la religión de las escuelas?
R. Porque ya tienes los templos para eso. Las religiones tienen su espacio, que son los templos. Los centros educativos son para otra cosa. Es como los estadios de fútbol: son para lo que son.
P. ¿Y qué es lo que impide sacar la religión de las escuelas?
R. Pues no lo entiendo. Lo impiden estas rémoras de las que estamos hablando. Pero ya han pasado cincuenta años desde que el Estado era católico y la educación era obligatoriamente católica. Eso ya pasó. Ahora no tiene sentido.
P. Casi el 25% de la educación de España está ya en manos de la Iglesia católica.
R. Yo diría más. Desde luego, donde sí tiene más es en los centros más poblados, en las localidades más numerosas, en las capitales.
P. ¿Y hacia dónde vamos?
R. Vamos a un retroceso en la formación de los jóvenes. No se puede educar igual cuando tú dedicas el tiempo a adoctrinar en vez de a formar científicamente. Y, por otro lado, detrás de ese adoctrinamiento hay también un planteamiento de dividir a las personas por sus creencias. Y esa es la lacra más importante.
El Gobierno ha dado una amnistía a todo el patrimonio inmatriculado por la Iglesia
P. ¿Limitar la educación concertada es limitar la libertad de elección?
R. Para nada. Ese es otro mantra que se repite. En Córdoba hemos tenido conocimiento de un caso que es justo al revés. Lo que se está produciendo es lo contrario. Es decir: que no dejan libertad de elegir la enseñanza pública. Le hemos dado la vuelta a la tortilla. Libertad es tener un centro educativo. No libertad para que tú eduques como tú quieras. Y, si yo soy maoísta, tengo que tener un centro que responda a mi adoctrinamiento y a mi forma de entender el mundo. Eso no es la libertad. Eso no está en la Constitución ni está en ningún lado. La libertad es que tú tengas un centro al que poder llevar a tu hijo, que sea público y que lo tengas cercano.
P. ¿Las inmatriculaciones episcopales son una batalla perdida?
R. Yo creo que no pueden serlo. Esa batalla sí que no puede estar perdida. Hay barbaridades ideológicas de mucho tipo que hemos comentado, pero esto es un expolio del patrimonio público común. Y es algo que va en contra de todas las normativas europeas y en contra de la lógica. Y, sobre todo, el patrimonio público no puede estar en manos de una asociación, que además lo puede vender. Y eso es lo que está haciendo. Está vendiendo patrimonio.
P. La Iglesia dice que esos edificios son suyos.
R. ¿Por qué? Cuando yo digo que mi casa es mía, yo tengo que tener un acta notarial que lo demuestre. Y no porque yo le diga al notario que esto es mío, que es lo que han hecho los obispos. Lo que está claro es que si tú no tienes una escritura de propiedad la casa no es tuya. En el año 2015 se anuló la ley que permitía esas inmatriculaciones porque no era constitucional. Así que lo más razonable es que volvamos al punto de partida. Que enseñen su título de propiedad y que se les dé lo que realmente sea suyo. Pero sucede al revés. Se quedan con lo que les da la gana y ahora tú tienes que pelear a título personal para recuperarlo.
P. ¿El Gobierno ha tirado la toalla con la Mezquita de Córdoba?
R. Esto ya es el colmo. Es un círculo. El Gobierno tira la toalla y una parte de Córdoba se opone a que el monumento sea de todos. Estamos en un sinsentido y es difícil buscarle a esto alguna explicación. Y para eso tenemos que estar los colectivos ciudadanos planteando que no se puede dejar correr estas cosas, que el patrimonio no te lo pueden quitar así como así y que los responsables se queden tan panchos.
P. ¿Por qué ha vuelto a guardar en un cajón el Gobierno de Pedro Sánchez la Ley de Libertad de Conciencia?
R. Pues la verdad es que no lo entiendo. Hay una serie de leyes que entraban dentro de los acuerdos de Gobierno y que no tienen coste económico ni cuestiones técnicas complicadas, como es el caso de la Ley de Libertad de Conciencia. Desde que se aprobó la Ley de Libertad Religiosa en los años ochenta, ya se dijo que era una norma que no procedía porque dejaba fuera a mucha parte de la población que no tiene religión. Y no entiendo por qué no se ha hecho. Ha sucedido igual que con la Ley Mordaza y otras leyes que son simplemente ideológicas, en el sentido de ser coherentes con tus planteamientos democráticos y con los compromisos de tu programa.
P. El Gobierno afirma haber puesto fin a los privilegios fiscales de la Iglesia católica. ¿Verdadero o falso?
R. Totalmente falso. No solo no pone fin a los privilegios fiscales de la Iglesia católica, sino que da pie para que otras religiones puedan también tener exenciones fiscales. Y además van a cobrar dos impuestos que ya la Unión Europea obligaba a cobrarlos. La medida se tenía que aplicar también a otros impuestos que no se han aplicado. Por ejemplo, el IBI, que está en el mismo rango que esos impuestos que tienen que pagar todo el mundo cuando estás desarrollando una actividad lucrativa.
El 40% de los españoles ya no son creyentes
P. O sea, el Gobierno nos ha tomado el pelo.
R. En este tema está claro.
P. ¿Las actividades religiosas sin ánimo de lucro deben pagar impuestos?
R. Si son actividades sin ánimo de lucro, que no paguen. Pero el patrimonio público es de todos, mucho más viniendo de un Estado que era católico. Y si el Estado deja de ser católico, los edificios eran del Estado, no de la Iglesia.
P. ¿Qué hacemos con la casilla del IRPF?
R. Según los acuerdos de la Santa Sede, tenía que haberse suprimido hace tiempo. Porque en esos acuerdos se decía que la Iglesia se comprometía a autofinanciarse. Así que no tiene ningún sentido. Y lo que no tiene sentido tampoco es poner otras casillas para otras confesiones ni tampoco para las ONGs. Si las ONG se tienen que subvencionar, que presenten sus proyectos.
P. ¿La blasfemia es libertad de expresión?
R. Por supuesto. Tener una ley contra la blasfemia, aparte de ser súper retrógrado y ancestral, es un ataque clarísimo contra los derechos humanos.
P. ¿Hay que prohibir a un concejal ir a una procesión?
R. Como concejal sí. Si estamos en un Estado aconfesional, y el Ayuntamiento es Estado, los concejales tienen que deberse a la Constitución. Y la aconfesionalidad supone que la institución que tú representas no puede estar presente en ningún acto de este tipo, que son de carácter confesional.
P. Parece que estamos lejos de eso.
R. Estamos lejos. Estaríamos muy cerca en la realidad, pero estamos muy lejos en esta absurda contradicción en que vivimos.
P. ¿Sueña con la Revolución Francesa?
R. Yo he sido profesor de francés durante 38 años. Y tengo mucha influencia de la cultura francesa. Es verdad que la Revolución Francesa marcó una serie de valores para aquella época que son muy importantes y que han tenido mucha influencia en el mundo. Yo me quedo con los valores de igualdad, de fraternidad y de libertad.
P. El 40% de los ciudadanos españoles ya se declaran no religiosos. ¿España ha dejado de ser católica?
R. Si entendemos por católica que haya una religión que tenga influencia y que la ejerza en todos los ámbitos del Estado, pues desgraciadamente sigue siéndolo. Si entendemos que es una sociedad que está muy secularizada, que ya no tiene las creencias religiosas del pasado, pues no es católica. Pero funciona como si lo fuera.
Es falso que se haya puesto fin a los privilegios fiscales de la Iglesia
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