¡Cuidado con las primarias!

Roma no paga traidores
La democracia es una bomba de relojería a punto de estallar en el aparato de los partidos. Ya lo comprobó el señor Almunia en propias carnes cuando en 1997 convocó por primera vez primarias para elegir candidato a presidente del Gobierno. Pudo haberse ungido en un congreso pero prefirió legitimarse ante la militancia en voto individual y secreto. La democracia le explotó debajo del asiento aunque luego pasó lo que pasó y el señor Borrell tuvo que poner el cargo a disposición del aparato.
Desde entonces, los socialistas sacan las primarias y las esconden según convenga. Al señor Romero, portavoz del PSOE en la Diputación, se le ocurrió la democrática idea de disputarle la secretaría provincial a Rafaela Crespín. Los estatutos prevén la celebración de primarias cuando hay más de un candidato para el cargo. Usted podrá decir que no hay nada más democrático que elegir a un aspirante en régimen de libre concurrencia. Y eso dice el PSOE también.
Pero depende. Ya lo dijo Alfonso Guerra. Quien se mueva no sale en la foto. Y el señor Romero tuvo la osadía de usar un mecanismo genuinamente democrático previsto en los estatutos del partido. Al menos, formalmente. La semana pasada fue fulminado por la señora Crespín de su puesto de portavoz en la Diputación de Córdoba. Eso sí: el partido le agradeció los servicios prestados. Las buenas formas que no se pierdan.
El aparato de los partidos es un campo minado. Si pulsas el botón de las primarias puedes consagrarte como secretario general. Por supuesto. Pero también puede estallarte una bomba lapa debajo del asiento y dejarte tu carrera política hecha una puta pena.
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