¿Y por qué no?

Un mundo pilotado por mujeres sería mucho mejor
La frase entrecomillada que encabeza esta página tiene una potencia destructiva comparable a una bomba de racimo. Le quitas la anilla de seguridad, la sueltas en la apertura de la edición local de un periódico digital y aparecen varones damnificados por decenas. Quizás por esa razón la deslizó sibilinamente la profesora de la UCO entre la hojarasca del texto y quizás también por esa misma razón la coloqué yo en el titular. El impacto de la bomba de racimo de la entrevista, queridos machitos, resulta sumamente clarificador.
El enunciado de la señora Osuna es, a todas luces, indemostrable. No es posible comprobar, hoy por hoy, si un mundo pilotado por mujeres sería mucho mejor o, por el contrario, mucho peor que el que padecemos en la actualidad. Lo que sí sabemos de forma inexorable es cómo ha sido el mundo pilotado por los hombres desde hace diez, veinte o cincuenta mil años. Ya esa realidad vergonzante pone en valor el sugerente entrecomillado de la señora Osuna y deja en evidencia a la legión de magullados por la metralla de su onda expansiva.
Si colocamos el titular junto a la imagen que glosa este artículo, es probable que ya empecemos a visualizar el sentido evocador de las palabras de la profesora. De izquierda a derecha, ahí tienen a cuatro individuos que hoy pilotan el mundo. Todos hombres, por supuesto. El primero que aparece es Donald Trump. Un macarra de barrio, misógino y machista hasta decir basta, con decenas de juicios a sus espaldas por acoso sexual, discriminación de género y conductas manifiestamente inapropiadas. Su carrera presidencial arrancó con una declaración de principios antológica. Tápense la nariz antes de leerla: “Agárralas por el coño. Cuando eres una estrella, puedes hacer lo que quieras”.
El segundo ya lo conocen. Pasea a caballo con el torso desnudo e invade países vecinos con la facilidad con que engulle tostadas de manteca colorá. Se ve guapo y varonil como el brandy Soberano. En 2017, despenalizó la violencia machista cuando el maltrato no deje lesiones graves. Con dos bemoles. De Netanyahu solo puedo decirles que es un supremacista de libro como no se veía desde el Berlín de los años treinta. Y el último, el ayatola Jamenei, regenta una teocracia muy masculina y muy troglodita.
Los cuatro gobiernan a base de testosterona y suman cadáveres en conjunto como para alicatar el Océano Índico. El mundo está en manos de machirulos de esta calaña desde las cuevas de Altamira. Solo hay que ver una fotografía oficial de la OTAN para hacernos una idea de qué diablos estamos hablando. Por esa sencilla razón, y por alguna otra más, quizás sería oportuno darle una vueltecita al entrecomillado de la señora Osuna antes de tirarnos al suelo haciéndonos las víctimas de una conjura feminista.
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