La Casa Azul: “El escapismo tiene muy mala prensa, pero yo creo que es un salvavidas”
Hace 26 años que Guillem Vilella (Barcelona, 1974) decidió dejar su trabajo, cambiarse el apellido por Milkyway y empezar un grupo. Así surgió La Casa Azul, un experimento pop e indie que con el tiempo se convirtió en uno de los universos musicales más reconocibles y queridos del panorama independiente español.
Este miércoles, Guille Milkyway aterriza por primera vez en el teatro de La Axerquía como parte del cartel del Festival de la Guitarra. El grupo estuvo por primera vez en la provincia en 2022, como parte del Festival Cañeteando en Cañete de las Torres. Esta vez, lo hace en plena celebración del 25º aniversario del grupo, con un directo que, según él mismo, se ha transformado en el núcleo emocional del proyecto.
En una entrevista con Cordópolis, el músico nos habla de la evolución del proyecto, de cómo se construye una fantasía pop que ha trascendido generaciones, y cómo se sobrevive haciendo música desde la sinceridad en una industria que cambia a toda velocidad.
PREGUNTA. Tu música siempre ha cuidado mucho el sonido, la estética y la puesta en escena. ¿Cómo preparas un concierto en 2025?
RESPUESTA. La forma de prepararlo ha cambiado de manera absoluta. Yo siempre fui una persona de estudio, y durante mucho tiempo dejé el directo en segundo plano, como algo que era superfluo. Pero nos dimos cuenta de que había mucha gente que venía para acompañar a fans y se aburría. Se aburría un huevo. Así que, en 2017 o 2018, decidimos cambiar. Pasamos dos años trabajando muy intensamente para hacer un directo que conectase también con quienes no son fans.
Queríamos que incluso quienes viniesen por compromiso pudieran disfrutar, distraerse, salir de su rutina. Una propuesta que proyectase el universo de La Casa Azul. Ese cambio nos dio una vida nueva. Ahora creo que estamos en nuestro mejor momento.
P. ¿Y cómo lo vivís después de tantos años? El mundo del pop suele asociarse a gente muy joven.
R. Es verdad. Proyectar el grupo por primera vez ha sido como un renacer para nosotros. A veces siento que solo llevamos tocando cuatro o cinco años. Además, estamos rodeados de amigos y eso lo hace aún más gratificante. El directo ahora trasciende al público más allá del fan de siempre. Y eso es también lo que nos hace seguir estando en contacto con el público joven, la nueva apuesta escénica.
P. Desde el principio, La Casa Azul ha sido más que un grupo, casi un universo. ¿Sigues viendo el proyecto como algo ficticio? ¿Ha cambiado tu relación con ese “alter ego”?
R. Es un híbrido. Para mí sigue siendo una fantasía. La Casa Azul es un lugar al que acudir cuando la vida te da un par de ostias. Es una vía de escape, y creo que mucha gente lo vive igual. El escapismo tiene muy mala prensa, está mal visto, pero yo creo que es un salvavidas, algo que te permite agarrarte durante un rato para luego continuar viviendo. Para mí, el grupo siempre ha sido eso, y siempre tendrá esa parte de ficción.
P. Siempre has comentado que cuando empezaste con el proyecto tenías en mente que iba a ser algo de larga duración. ¿Alguna vez has pensado en dejarlo?
R. Radicalmente no. Yo creo que está muy ligado con la forma de entender la industria. No mido el grupo por el éxito. Obviamente vivo de esto, pero no me someto al ritmo que dicta la industria. Hay épocas mejores y peores, pero lo importante es que el grupo es mi forma de expresión personal, emocional y artística. Puede pasar que dentro de 20 años a nadie le interese La Casa Azul, pero yo estaré con La Casa Azul.
P. Mucha gente escucha vuestra música cuando quiere escapar de las canciones de amor típicas. ¿Crees que el hecho de que tratéis otros temas ha influido en conectar con el público?
R. El amor tiene muchas derivadas: el desamor, el despecho… Son temas universales en la música pop y rock. Para mí este tema sigue siendo lo más importante. Pero lo interesante es cuando una canción aparentemente bailable tiene frases que te hacen pensar. Creo mucho en ese tipo de pop: un reguetón pero con mensaje, que trasciende. La música popular está hecha de canciones que aparentemente son para todo el mundo, y de repente te meten 3 o 4 frases que dicen algo muy importante.
P. Empezasteis con influencias que van desde los años 40 hasta los 90. ¿Qué os sigue marcando hoy?
R. Yo me dejo llevar por lo que me emociona de verdad. Desde Chet Baker hasta los Beatles, Mamas & the Papas, la psicodelia de los 60, cantautores de los 70, Bronski Beat en los 80, Pet Shop Boys… Creo que lo importante es vibrar con lo tuyo, no intentar imitar a otros. La autenticidad es lo que mueve el mundo, y eso es lo que trato de seguir. A mí me da igual que alguien haga algo que no me emociona, pero si a él le emociona, yo vibraré con esa persona. Lo que no soporto es a la gente que emula lo que gusta e imita eso. Tú vibra con lo tuyo. Eso al final es lo que mueve al mundo.
P. ¿Estáis pensando en sacar música nueva este año?
R. Sí. Voy a mi ritmo, como siempre. La industria va muy rápido, y yo no tanto. Pero sí, después de seis años, ya estoy ultimando el nuevo disco de La Casa Azul.
P. La industria va rápido y la generación Z va “ya de ya”. Muchos adolescentes empezaron a descubrir el grupo cuando en series como Élite o Merlí empezó a sonar vuestra música. ¿Qué opinas de eso?
R. Me gusta cuando suceden cosas en lugares inesperados. Eso tiene mucho poder, mueve cosas, cambia las mentes. Nos sentimos orgullosos de haber estado ahí, en esas series, porque demuestra que la música y el arte trascienden generaciones. Es la razón de ser del discurso artístico. Y eso es lo que nos mueve a seguir haciendo esto.
P. ¿Cómo ves el panorama actual del pop en España?
R. Esa es una pregunta trampa [ríe]. La gente de nuestra generación siempre piensa que la música de ahora es peor que la de antes. Pero honestamente, siempre he pensado que el momento actual es el mejor. Antes estaba guay, pero ahora es increíble. Hay gente haciendo de todo. Y esta generación no tiene los prejuicios de antes. Siempre está la lucha de poder del mainstream, pero a nivel generacional, hay más capacidad de sentirte libre para saber lo que te gusta y lo que no te gusta.
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