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Cristian López

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Los sueños, muchas veces, salen adelante gracias al arrojo de unos pocos locos. Valientes con un pasión que forjar. Sin más pretensión que dar protagonismo a lo que les gusta, sean cuales sena las circunstancias y el contexto. En el caso del deporte, hay escenarios muy poco propicios para la puesta en marcha -y ya ni digamos la supervivencia- de determinadas disciplinas, que por falta de medios o por escasa tradición tienen muy complicado asentarse en un determinado lugar. Es entonces cuando sale a relucir el verdadero carácter altruista de aquellos que realmente desean hacer algo. Y solo así puede ponerse el motor en marcha. El del Mezquita Rugby Club arrancó allá por 2014, tras un final un tanto abrupto del extinto CR Córdoba, y precisamente de éste surgió a modo de continuidad una nueva entidad que desde entonces tomó protagonismo en la capital. 

Un club con un sentido ambicioso y que trabaja, según argumentan sus propios protagonistas, por puro amor al rugby. El sentido de un deporte que, como toda práctica minoritaria, convive con constantes altibajos. Una disciplina, además, que debe luchar frente a un mantra que la acompaña desde el desconocimiento del público ajeno, y ese no es otro que el mal llamado carácter de deporte violento, pues si algo prima por encima de todo en el rugby es la técnica en el grupo. Es innegable la dureza en determinados momentos, como es lógico, al tratarse de una disciplina de contacto, aunque la fluidez únicamente se consigue cuando dominas los tiempos y el valor técnico que da sentido al juego. 

“El rugby en esta ciudad tiene altibajos. En Sevilla, Málaga, Granada o Almería sí es más importante, está teniendo un éxito importante, y aquí poco a poco hemos estado incrementando los efectivos”, valora José Manuel Palomares, vicepresidente del Mezquita Rugby Club y un apasionado de dicha disciplina con varias décadas ya de vinculación a la misma, ya sea en Córdoba o fuera de ésta. Eso sí, admite que la ciudad tiene una tradición en rugby que viene “de por los menos los años 70, con el rugby universitario, aunque es verdad que a nivel federado comienza en los años 2000”. Precisamente en esa época toma mayor protagonismo en tono califal y de ahí justamente surge el que hasta la fecha es el mejor rugbier cordobés de la historia, que no es otro que Javi de Juan, quien acumula a día de hoy multitud de éxitos con la selección española de seven. 

“Desde luego ha sido un impacto, sobre todo en el femenino”, afirma Palomares, quien explica que “partíamos de muy poquitas y en breve había una gran proyección”. Sin embargo, en el terreno masculino sí que admite que hay “más hándicap”, incidiendo en la necesidad de “entrar en colegios, en institutos, para intentar tener más base y desde ahí desarrollar toda la proyección”. 

En este sentido, el dirigente reconoce los duros estragos que ha dejado la pandemia, pues tenían “unas categorías inferiores muy consolidadas y una proyección muy interesante en escuela, en sub 18, el femenino estaba en la Seria A de rugby seven, el senior en la Primera División Regional”, aunque la Covid-19 llegó “y nos dejó en algunos casos sin efectivos, gente que se ha quitado, por miedo, por distintos problemas y ahora mismo estamos volviendo a comenzar el mecanismo”. En total, el club cuenta a día de hoy con cerca de una veintena de chicos entrenando en la escuela, además de algunos integrantes aún más pequeños que están empezando a conocer la práctica del rugby, por lo que “esperemos recuperar algunas de las categorías”. 

Una de las piezas fundamentales para esa recuperación es igualmente Beatriz Bueno, entrenadora de los más pequeños del club y también jugadora, quien expone que se trata de “un club que te abre las puertas en todo momento y siempre el trato personal es el que prima”, analizando, en término técnicos, que ellos hacen mucho hincapié en “lo que es la caída al suelo, es como si cayeses con un paracaídas, llegas con los pies y vas poco a poco bajando las rodillas, la cadera y siempre poniéndote lo más duro posible” y puntualiza que “sí es verdad que es un deporte de contacto, pero al igual que lo es cualquier arte marcial, pero si se habla desde el desconocimiento y nunca has visto un partido, obviamente no te metes, pero el rugby es, sobre todo, mucha técnica, mucho respeto al rival, de hecho al árbitro se le trata de señor”.

Obstáculos que superar año tras año. A base de placajes con ilusión y las ganas de un grupo de verdaderos amantes de la disciplina, la melé del Mezquita Rugby Club es cada día más numerosa. Con la necesidad reinventarse, la entidad trata ahora de volver a hacer crecer a un club en el que priman los valores de esfuerzo, compromiso, sacrificio, superación y trabajo en equipo. Porque si uno se cae, siempre hay otro que llega para empujar, otro para limpiar y uno más para reconducir la situación. Y aunque pueda parecer contradictorio, es más cierto que nunca que, en este caso, una mirada y un buen pase atrás puede significar recorrer muchos metros hacia delante. 

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