El pasado cordobés de Jaylen Brown, el NBA que ha alzado la voz contra el racismo
El compromiso social está ligado intrínsecamente a la vida de Jaylen Brown. Y es que la inteligencia no está exenta de conjugar con una exitosa carrera deportiva, pese a que a muchos directivos de grandes equipos les pese como una gran contradicción. No es el caso de la actual estrella de los Boston Celtics de la NBA, que ya desde muy joven tuvo que lidiar en forma de sambenito con lo que para otros muchos hubiera supuesto un excelente halago. De hecho, justo antes de dar el salto a la mejor liga del mundo, un General Manager de una franquicia llegó a declarar sobre él que era “demasiado listo” para dicha competición. Nada más lejos de la realidad, pues lo que vino a continuación ya es de sobra conocido. El de Georgia se hizo un hueco en la franquicia del trébol prácticamente desde su llegada y, a sus 23 años, ya es uno de los aleros más destacados de la competición.
Un camino que, pese a las dificultades, le ha llevado siempre a ir tomando las decisiones más acertadas. El éxito, los grandes contratos y el estatus mediático llegaron después, aunque nunca perdió de vista sus orígenes. Es más, con el paso de los años ha sabido aprovechar su relevancia social para influir, ayudar y defender los derechos de los que considera que más lo necesitan. Así lo demostró durante su estancia en Córdoba hace justo tres años. El jugador recaló en la ciudad con motivo de la gira de la NBA por distintas zonas de España. Y aquel 2017, Córdoba tuvo su protagonismo. Miles de personas se acercaron a conocer a la estrella de los Celtics, aunque su paso albergó mucho más que el sentido del baloncesto. Y la ciudad dejó huella en el jugador. Durante aquellos días, Brown colaboró realizando acciones deportivas y sociales en las canchas callejeras -se remozaron las pistas de los Jardines Madre Coraje-, en la macroinstalación de la Avenida República Argentina o visitando el Hospital Reina Sofía.
Y esa pequeña muestra de compromiso la ha potenciado, en esta ocasión sin ningún otro interés de por medio que el de criticar una acción que considera injusta, erigiéndose como una de las figuras destacadas en las manifestaciones que durante estos días se están sucediendo en Estados Unidos por el presunto asesinato racial de George Floyd a manos de un policía. El chico apasionado del ajedrez, ese que rechazó universidades de gran pedigrí baloncestístico por el nivel académico de Berkeley, hizo 15 horas en coche desde Boston hasta Atlanta para ponerse al frente de las protestas, con megáfono y pancarta en mano, en la que se leía “no puedo respirar”.
Así es el carácter natural de un tipo que aún no ha cumplido los 24 años, que ya es toda una estrella del deporte mundial, pero que no pierde de vista a los que más lo necesitan. Porque un día pudo ser él, o alguien de su entorno cercano, el que necesitase la ayuda. Un compromiso social absoluto. Ya sea en Córdoba, donde no cesó en mostrar su cariño a los miles y miles de aficionados que se acercaron a hacerse una foto con él, o en su país natal, como parte activa de unas protestas que ya han dado la vuelta al mundo.
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