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A falta de fútbol, casta. El otro recurso de Pablo Villa

Abel, en una acción del partido. FOTO: LARREA

Redacción Cordópolis

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El Córdoba deja entrever que, pese a tener una “plantilla corta”,  atesora efectivos solventes en el filial para competir sin desentonar

Este Córdoba tiene algo especial. Algo que hace creer en un proyecto que, a priori, podría despertar dudas, a tenor de la plantilla y de la pretemporada. Pero es que el conjunto de Pablo Villa comienza a creerse, por méritos propios, que ésta puede ser la temporada soñada.  Y la afición, también.

El partido ante el Numancia ha dejado claro que “el gladiador” (por Villa), tiene fondo de armario. Con la baja en el centro de la defensa de Bouzón y con un Luso al que se le cargan los gemelos, el míster madrileño ha optado por dar minutos y hacer debutar a los canteranos Bernardo Cruz y Rafa Gálvez. Algo insólito en los tres últimos años.

Para más inri, a ese fondo de armario se le une un denominador común olvidado desde hacía quince meses en El Arcángel. Un factor que complementa la propuesta futbolística y que la supera cuando no hay más remedio. Se trata de la casta. De la entrega, del compromiso, del tesón... De no desfallecer hasta sumar acciones. De creer en que es posible.

Esta nueva virtud, que radica precisamente el carácter que contagian los canteranos se le debe reconocer a Villa. Pero también a los que asumieron el rol demandado por el técnico, como es el caso de Abel Gómez, de Caballero y de López Silva. En menor medida, pero también en consonancia con sus compañeros, de Pedro y de Xisco.

Ante un rival conformista y bien trabajado como el que dirige Anquela,  el Córdoba ha vuelto a ir a por el partido. Ha ido a buscar la puerta contraria. Con menos fútbol que en partidos pretéritos, pero con mayor empuje.

La contienda del día del Vía Crucis Magno pudo ser un calvario para el cordobesismo, pero acabó resultado una subida a los cielos una vez superada la pena en el purgatorio tras arrancar perdiendo. El equipo, que no consiguió trenzar ni encontrarse como en las dos últimas contiendas en casa, acusó las múltiples interrupciones generadas por el Numancia y el estado de un terreno de juego que bien podría asemejarse a un sembrado de lechuginos.

A pesar de los pesares, el Córdoba supo rehacerse con una modificada filosofía que se tuvo que basarse en la garra que atesoran un plantel que va creciendo y que augura una campaña firme, sólida y, por primera vez en mucho tiempo, sólo focalizada en la Liga. Así es el fútbol del Córdoba, así son los recursos con los que cuenta Villa.  De momento, virtudes. Esperanza, pues.

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