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El Córdoba pide socorro

Rodri pelea por un balón aéreo con un rival | MADERO CUBERO

Paco Merino

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Lo que hay es lo que se ve. El Córdoba terminó el partido derrotado y con las gradas vacías tras la deserción de la mayor parte de sus seguidores, horrorizados ante la visión de una reedición de las taras habituales de un equipo desquiciado. Los que se quedaron hasta el final se desgañitaron protestando con el ventilador puesto: los gritos salpicaron a todos, pero especialmente a la figura ausente de Carlos González. El himno se escuchaba con el volumen a tope, como suele ser habitual cuando hay que acallar la banda sonora de la frustración popular. Algo habrá que hacer. ¿Qué? Se supone que se estarán buscando soluciones en los despachos. En el césped, por lo que se ve, poco más se puede hacer con este equipo.

Ya han jugado todos, se han cambiado las posiciones, el dibujo táctico... El Córdoba lleva siete jornadas sin un triunfo que llevarse a la boca y su etiqueta de candidato al ascenso está ahora arrugada y sin brillo. ¿Que puede relanzarse? De peores situaciones ha salido, qué les vamos a contar. Pero a día de hoy, el equipo blanquiverde ofrece una dolorosa imagen de impotencia. Nadie podrá reprocharle el esfuerzo. Le pone ganas. No se arrastra. Pelea y pierde. Hasta el Mallorca, que no había logrado estrenarse lejos de la isla, fue capaz de sonrojarle en su propia casa. Le bastó con exprimir sus pocas ocasiones. Como hacía el Córdoba en sus buenos tiempos.

Oltra agitó el once. Tenía un buen puñado de razones para hacerlo, forzado por la necesidad y las urgencias. Regresó Antoñito al lateral derecho y se desplazó Caro, que ocupaba esa demarcación, al centro de la retaguardia para formar un dúo inédito con Jonathan Bijimine. Y en la izquierda, Domingo Cisma de vuelta. El veterano defensa sevillano llevaba más de un mes lejos del verde por lesión. La retaguardia experimentó reformas radicales, pero en el resto de la formación también funcionó el bisturí de Oltra. Devolvió la titularidad a Alfaro -que se cruzaba con uno de sus ex equipos- y colocó de inicio a Zacharya Bergdich, buscando explotar la velocidad del franco marroquí. Rodri se mantuvo como avanzado y con Juli como aliado, en labor de mediapunta, para alborotar a una defensa balear en la que aparecía como pieza clave el cordobés y exblanquiverde Antonio Raíllo.

El Córdoba arrancó como es debido. Después de encadenar seis semanas sin ganar y teniendo enfrente a un Mallorca que no había vencido en ninguna de sus salidas, hubiese sido impropio abonarse a la especulación o quedarse a verlas venir. La impactante puesta en escena, con la afición muy entregada a la causa, ayudó a que los de Oltra pusieran fogosidad en la disputa del balón y generaran llegadas al área contraria. El Mallorca expuso poco. Sigue dando la impresión de tener mejores jugadores que equipo, una imagen de la que no se despega desde que bajó de Primera hace ya unos cuantos años. Ni siquiera un técnico avezado como Fernando Vázquez está logrando devolver al cuadro bermellón un aspecto consistente. Tuvo, eso sí, la primera ocasión clara. Culio lanzó un centro medido desde la izquierda y Moutinho le pegó fatal con la derecha, para alivio de un Kieszek que desde entonces apenas tuvo trabajo.

Los locales llegaron con frecuencia, a menudo muy acelerados. Pero ahí estaban. Antes de los 25 minutos ya habían lanzado seis saques de esquina. En uno de ellos estuvieron a punto de sorprender a Santamaría con un lanzamiento directo de Juli. Guille Donoso, muy activo, colocó un centro al área y Biel Company, en su intento de despejar, estuvo a punto de colarla en su portería. El peor momento para el meta del Mallorca llegó a la media hora, en una salida errada que aprovechó Rodri para coger la pelota y prepararse para colocarla en la meta. El soriano tocó con habilidad para superar el salto de Héctor Yuste, que le hostigaba, pero cuando el balón iba dentro llegó el cordobés Raíllo para dar un salto y despejar de cabeza. Dos minutos después, Rodri recogió un pase de Bergdich para lanzar un tiro cruzado que Santamaría desvió. El Córdoba lo tenía todo bajo control ante un Mallorca inofensivo, más preocupado de tapar a su rival que de crear nada. El 4-1-4-1 de Oltra le daba el gobierno en el partido, pero las taras se dejaron sentir de nuevo a la hora de definir en ataque.

Los anfitriones tuvieron el gol muy cerca. Lo buscaron siempre. Y, paradójicamente, el Mallorca estuvo a punto de encontrárselo en el último segundo de la prolongación de la primera parte. Brandon controló un pelotazo largo y se situó en buena posición delante de Kieszek, pero no contó con la llegada impetuosa de Antoñito, que se tiró al piso para arrastrar el balón y evitar que el punta mallorquín conectara el disparo. El descanso llegó con la sensación de tarea inacabada, con el irritante cartel de coleccionista de méritos colgado al cuello.

Tras el intermedio, el Córdoba tuvo la primera a los dos minutos, tras un centro de Guille que Caro remató en planta para mandar la pelota a la grada. Siguieron a lo suyo, apretando al rival, pero la falta de concreción a la hora de llegar al área empezaba crear inquietantes sensaciones tanto en los propios jugadores como en la grada. La presión se dejaba sentir.

Y entonces ocurrió. envió un balón filtrado en medio de los centrales del Córdoba para que Thierry Moutinho controlara y batiera a Kieszek. Primer disparo del Mallorca entre los tres palos y 0-1. El mazazo fue brutal en El Arcángel, que tuvo un silencio momentáneo antes de reponerse y dedicarse a su especialidad este curso: ayudar a la resurrección de su equipo. Pero el escenario de jolgorio se había roto. El Mallorca, muy crecido, aprovechó para cerrar aún más sus filas sin ningún tipo de miramiento. A falta de 18 minutos, Oltra decidió hacer su primer cambio. Sacó del campo a Gulle Donoso y envió a la batalla a Pedro Ríos. Mucho antes lo había hecho Fernando Vázquez, que después del gol lo vio claro. Después de ser abrazado por sus compañeros tras hacer el gol, Moutinho fue inmediatamente retirado del campo para que en su lugar se colocara Lekic. El serbio, un delantero tanque de 1'93, se quedaba entonces como referencia en punta, tipo palomero, mientras que el resto se replegaba para dar réplica al previsible asedio del Córdoba.

Con poco más de un cuarto de hora en el marcador, el Mallorca asestó el golpe mortal. Culio lanzó el primer saque de esquina de todo el partido para su equipo. El balón le llegó a Brandon Thomas, que remató en carrera para firmar un increíble 0-2. De ahí al final, El Arcángel fue el escenario de la escenificación de una frustración suprema: la grada se fue vaciando, los que se quedaban entonaban cánticos hirientes a la directiva -“dónde están los millones...”- y los jugadores hacían lo que buenamente podían. Caballero y Borja Domínguez salieron al campo para buscar un imposible. El Córdoba ya estaba derrotado, perplejo ante la repetición de una película en la que sigue siendo ingrato protagonista. Quiere cambiar de papel, pero es un actor encasillado.

FICHA TÉCNICA

CÓRDOBA, 0: Pawel Kieszek, Antoñito, Caro, Bijimine, Domingo Cisma (Caballero, 79'), Luso (Borja Domínguez, 82'), Alfaro, Guille Donoso (Pedro Ríos, 76'), Juli, Bergdich y Rodri.

MALLORCA, 2: Santamaría, Company, Yuste, Raillo, Oriol, Juan Rodríguez (Ion Ansotegui, 76'), Culio, Moutinho (Lekic, 63'), Lago Junior (Pol Roigé, 20') y Brandon.

ÁRBITRO: Cordero Vega (Colegio Cántabro). Amonestó con tarjeta amarilla a los locales Guille Donoso, Antoñito y Borja Domínguez y al visitante Joan Oriol.

GOLES: 0-1 (62') Moutinho. 0-2 (78') Brandon.

INCIDENCIAS: Partido correspondiente a la décimo cuarta jornada del campeonato nacional de Liga 1|2|3, disputado en el Estadio Municipal El Arcángel ante 11.805 espectadores. Los jugadores del Córdoba lucieron unas camisetas con la leyenda Ánimo, Deivid. En el Fondo Norte, la Peña Incondicionales exhibió una pancarta en la que se leía Ningún obstáculo detendrá tu vuelo, dedicada también al central cordobesista, que está lesionado y será operado el lunes.

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