'Osio', de Ángel María de Barcia, 'Obra Invitada en la Web' del Museo de Bellas Artes de Córdoba
El Museo de Bellas Artes de Córdoba capital celebra la actividad 'La Obra Invitada en la Web' de este mes con 'Osio', del pintor Ángel María de Barcia, que se encuentra en el Museo Diocesano de Córdoba, cuyo boceto fue donado al Museo de Bellas Artes.
Según recoge la web de la Consejería de Cultura y Patrimonio Histórico de la Junta de Andalucía, consultada por Europa Press, en el Museo Diocesano se encuentra la que “tal vez sea la mejor interpretación” de la figura de Osio (Córdoba, 256-Sirmio, Serbia, 357), el importante obispo cordobés que llegó a ser consejero de Constantino I, luchó contra el arrianismo y reunió el Concilio de Nicea.
La obra --180 por 125 centímetros-- fue realizada por Angel María de Barcia Pavón (Córdoba 1841-Madrid, 1927), que, además de pintor aficionado, fue un gran erudito español.
En la Biblioteca Nacional de España inventarió y estudió sus colecciones de obras sobre papel, catalogando otras colecciones privadas significativas, como la del Ducado de Alba. Esta obra fue concebida en el año 1878 por encargo del obispo Fray Ceferino González (1831-1894), con el fin de que encabezara la galería de retratos de prelados cordobeses del Palacio Episcopal, cuyo origen se remonta a la década de 1660.
La importancia de Osio para la historia de la Iglesia es “innegable”. Asistió al Concilio de Elvira (Granada), acompañó al emperador Constantino a Milán en el año 313 y “parece ser que se implicó en la redacción del edicto de tolerancia religiosa que el emperador proclamó en ese momento”.
Además, combatió la herejía de Arrio, “que negaba la divinidad del Hijo y su consubstancialidad con el Padre, la cual comenzaba a florecer en Alejandría”, a donde se dirigió para mediar entre éste y San Atanasio, convocando en 325 el Concilio de Nicea, donde nació el llamado Credo Niceno.
Barcia lo representó según la tradición romano-bizantina, en el interior de un templete, vestido de pontifical y sentado en un trono o cátedra. Entre sus manos presenta un libro abierto en que figuran palabras relativas a la consubstancialidad del Padre y el Hijo, que pasaron al rezo del Credo.
A sus pies, un par de rollos con los textos de los concilios de Nicea y de Sárdica, y un silicio y una palma que aludirían a la mortificación personal y a su condición de seguidor de la doctrina de Cristo. Paralelamente, ya en 1903, el pintor donó al Museo de Bellas Artes de Córdoba su boceto preparatorio (83 por 53,5 centímetros), donde aparecen los mismos elementos, que formó parte de la donación de un pequeño lote de obras.
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