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Manos jóvenes para el futuro del mundo rural: dos cordobeses inician su camino en la Escuela de Pastores

Juanjo y Paloma se incorporan hoy a la Escuela de Pastores

Alejandra Luque

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No superan la treintena y aman el campo y el mundo rural. Su mundo es ese y no el de las grandes ciudades. Se llaman Paloma Muñoz y Juanjo Cañero y son de Carcabuey y Montalbán, respectivamente. Ella tiene 25 años y él, tan sólo 19. A pesar de su juventud, sienten que su futuro pasa por trabajar en el campo y rodeados de animales. Este lunes inician su formación en la Escuela de Pastores de Andalucía para adquirir toda la formación y práctica para ser aquello que anhelan: pastores.

La pandemia por el coronavirus obligó a la Consejería de Agricultura y Ganadería de la Junta de Andalucía a suspender en 2020 la que iba a ser la décima edición de la Escuela de Pastores. Pero este año sí ha sido posible. Esta Escuela es un proyecto formativo dirigida a personas que quieran afrontar un proyecto de futuro ligado a la producción ganadera pastoral. Coordinada por el Instituto Andaluz de Investigación y Formación Agraria (Ifapa-Junta de Andalucía), la Escuela cuenta con la participación imprescindible tanto de la administración pública como de entidades privadas como empresas y cooperativas.

El proyecto en el que este lunes se sumergen Paloma y Juanjo, junto con otros 13 alumnos más, arranca en el centro de Ifapa Camino de Purchil (Granada). En primer lugar, adquirirán los conocimientos teóricos que supone dedicarse al pastoreo y se acercarán a todos los trámites burocráticos que requiere tener una explotación ganadera. Después pasarán a la parte práctica de la mano de pastores. En total, asistirán a 300 horas teoría y otras 240 horas prácticas entre los meses de mayo y noviembre, con un período de descanso de dos meses, coincidiendo con el período estival.

Los pasos que Paloma ha dado a lo largo de su vida fueron tendentes a tratar, siempre, con los animales. Su etapa académica superior la comenzó estudiando Veterinaria, aunque no llegó a terminar la carrera. “A mí no me gusta tanto estudiar como sí estar en el campo con los animales”, explica, convencida de la importancia de la práctica en esta profesión. Así que se metió en un grado superior de Ganadería y supo lo que era trabajar con cabras. Le gustó, pero nada comparado con “el ganado de oveja y vacas”.

En esas estaba cuando vio que Ifapa retomaba la Escuela de Pastores. Junto con una compañera, echó la solicitud con pocas esperanzas de ser seleccionada. “Me llevé la sorpresa cuando me llamaron a mí pero no a mi amiga”, cuenta la joven, cuyos padres nada tienen que ver con el mundo del pastoreo, pero sí su abuelo y sus tíos, aunque apenas recuerda nada. “Mi abuelo, de joven sí tenía vacas pero nunca llegué a verlo. Mis tíos sí tuvieron cochinos ibéricos en intensivo y lo dejaron cuando era muy pequeña”.

El sueño de Paloma es montar su propia explotación en su pueblo, un reto para el que se requiere un importante capital. Conoce el terreno y sabe el sacrificio que supone su profesión. “Los animales no entienden de sábados y festivos y es dedicación cada día”. Pero tiene lo más importante a su lado: el apoyo de su familia, sus amigas y su pareja.

El futuro de Juanjo, sin embargo, no pasa por poner en marcha su propio negocio. En el pastoreo empezó con su padre, con quien continúa, “y nadie mejor que él para seguir trabajando”. Para él, la Escuela es el sitio idea para hacerse “maestro” de una profesión que ha visto desde su nacimiento. “Mi padre lleva trabajando como pastor desde 1994 y sólo él y yo nos dedicamos a esto”.

Al igual que Paloma, Juanjo es el único entre sus amigos que se dedica al mundo de la ganadería durante “sábados, domingos, festivos y llueva o no llueva”, por lo que enfatiza la importancia de amar esta profesión para que “nada pese”. “Te tiene que gustar mucho porque es muy sacrificado”.

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