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Carmen Reina

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María Eugenia Torrealba es de Venezuela. Nihad Chibani proviene de Marruecos. Damariz Marleni Pinillos Palomino nació en Perú. Y Balkissa Halidou Garba en Níger. Estas cuatro mujeres llegaron en su día a Córdoba, donde viven desde hace un tiempo y, estas semanas, se han puesto tras los fogones para preparar las recetas típicas de sus países y ofrecerlas a todo el que quiera aprender los sabores multiculturales de la gastronomía. Crean, así, espacios de convivencia entre personas migrantes y la comunidad local que, con un sabroso plato de por medio, generan el encuentro y la integración buscadas. “A través de los sabores te conectas a las personas”, cuenta María Eugenia.

El olor y sabor de unas arepas, quesillo y ponche crema venezolanos, lo de platos como como batbout, rghayef y jarcha marroquíes, una papa a la huancaína y lomo saltado peruanos o las recetas nigerinas del lafoy tajo y el bissap, no son más que la excusa perfecta para atraer tanto al paladar como a la mente de otros vecinos de Córdoba que quieren conocer la gatronomía y culturas originarias de las personas migrantes que conviven en la ciudad. “El conocimiento abre muchas puertas, sobre todo las mentales”, explica a Cordópolis María Eugenia sobre su experiencia en estos talleres.

Esta venezolana, enfermera de profesión y afincada en Córdoba con su familia desde hace algunos años ya, al igual que sus compañeras de taller gastronómico, explica que en los platos, en la comida, se encuentran “nuestras raíces”, que en esta actividad se abren al resto de personas y encuentran “la empatía de todos, la emoción al probar los sabores de nuestros platos. Es el calor humano, tan gratificante, que hace que te sientas más integrada en la sociedad”. Incluso, dice, “te aumenta la autoestima, porque ves que te toman en cuenta, te valoran al mostrar parte de tu país. La comida es parte de ti”.

“A todos nos encanta comer, nunca falla”

Los promotores de estos talleres de gastronomía multicultural son Córdoba Acoge, que lleva a cabo el programa Convive, por una sociedad diversa e inclusiva, financiado por los Fondos de Asilo, Migración e Integración de la Unión Europea. “Se trata de poner en valor la interculturalidad y la diversidad”, explica a este periódico Blanca Bohórquez, responsable de estos talleres, que llevan a la práctica el “acompañamiento a las personas migrantes en su propio comunidad donde viven. Es importante sensibilizar a la sociedad sobre los beneficios de las poblaciones diversas”, reflexiona sobre el objetivo final de esta actividad.

En estos talleres se trabaja con migrantes que ya cuentan con su NIE, a los que Córdoba Acoge acompaña en su integración en la comunidad local. “A todos nos encanta comer y probar diferentes sabores. La gastronomía nunca falla”, apunta Bohórquez sobre cómo la cocina y el estómago son gustos básicos capaces de unir a las personas, por muy diferentes que sean sus orígenes.

“Excusa para generar espacios de encuentro”

Por eso, estos talleres de gastronomía multicultural “son una excusa para generar esos espacios de encuentro y convivencia, yendo a la raíz, a lo básico: la alimentación y la gastronomía”.

Ante los fogones de las chefs, se disponen quienes acuden a la cita para aprender recetas de otros países y probar sus sabores. Son hasta una quincena de personas, que comparten la tarde con quienes explican ingredientes, recetas y trucos de cocina sobre los platos que más quieren de su tierra natal. Incluso, se muestra dónde se puede comprar en Córdoba ciertos productos típicos de sus países, cómo adquirirlos en tiendas locales y prepararlos para seguir las recetas que se ofrecen.

El espacio de encuentro, la convivencia, llega hasta los propios fogones, donde en ocasiones, alguien del público, participa como pinche de la chef para ayudar en la preparación de los platos. Pero, sobre todo, tras la elaboración de las recetas y el resultado final, llega ese momento más distendido donde, “se empieza a hablar de forma sensorial de la comida, a compartir y charlar”.

Es el momento de la degustación, de probar los sabores nuevos, de compartir la experiencia, de hacer fotos a los llamativos platos y compartirlo también con amigos por el whatsapp y en redes sociales. “Ahí es cuando siempre se consigue el objetivo del espacio de convivencia, entre personas migrantes y quienes han venido a aprender sus platos”. Y, como dice María Eugenia, “los aplausos” hacen que les llegue ese “calor humano”, ese “acercarse” que se busca en esta actividad, entre quienes un día llegaron de fuera y los que son sus vecinos de Córdoba.

Porque a lo largo de los cuatro talleres que han impartido estas cuatro mujeres de Marruecos, Níger, Venezuela y Perú, no solo han compartido los sabores de sus países, sino que han abierto una puerta para que pasen a conocerse mejor con sus vecinos de Córdoba.

“Son encomiables las ganas que demuestran estas mujeres, su predisposición por hacerlo bien y compartir los mejores platos, el sabor exacto de su gastronomía. Eso, es parte de sus vidas”.

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