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La sequía hace aflorar la antigua La Breña I una década después de que las aguas la sumergieran

La sequía emerge La Breña I | MADERO CUBERO

Alfonso Alba

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En el invierno del 2008, La Breña I (entonces, La Breña a secas) abrió sus compuertas por última vez. A 100 metros de distancia, este pantano construido sobre el río Guadiato en los años treinta del siglo XX parecía una miniatura ante la enorme bestia de hormigón que tenía enfrente: La Breña II. Tres años largos de obras, una inversión de 170 millones de euros y 1,5 millones de metros cúbicos de hormigón levantaban una enorme barrera de 124 metros de altura que iba a ser capaz de almacenar 869 hectómetros cúbicos de agua. La Breña I tan solo tenía capacidad para 30.

Una década después, los restos prácticamente intactos de aquel primer pantano, una obra de arte de la ingeniería hidráulica española del siglo XX, han vuelto a emerger. Por primera vez, la intensidad de la sequía y un desembalse extraordinario para salvar los cultivos aguas abajo del Guadalquivir (para eso se construyó La Breña II) han hecho que se vuelva a ver el antiguo pantano, que llegó a ser una atracción turística con un embarcadero y una zona de ocio.

Actualmente, La Breña II está en mínimos, justo cuando está culminando la campaña de riegos extraordinarios de verano (está previsto que sus compuertas se vuelvan a cerrar en los próximos días). Desde que se construyó y se empezó a llenar, nunca tuvo un nivel tan bajo. Según los últimos datos de la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir (CHG), La Breña II está al 18,71% de su capacidad. Parece poco, pero ahora mismo La Breña II retiene 154 hectómetros cúbicos de agua. El pantano anterior, el que está emergiendo de nuevo, tenía una capacidad de tan solo 30 hectómetros cúbicos.

Eso sí, este fuerte descenso, que ha hecho resurgir la antigua carretera y varias viviendas de trabajadores que quedaron sepultados bajo las aguas, ha hecho que se descubra otro problema que tienen muchos pantanos: el mejillón cebra. Sobre los guardarraíles de la antigua carretera han emergido auténticas concentraciones de esta especie invasora que mantiene en jaque a la mayor parte de las aguas continentales de la provincia de Córdoba.

El descenso, aparte, está provocando una alta concentración de nitratos y sedimentos en el agua. Sin embargo, aún no es preocupante. La Breña II tiene unas dimensiones tan enormes que la cantidad de agua que sigue habiendo tras sus millones de kilos de hormigón es suficiente como para que las concentraciones de fertilizantes no sean preocupantes.

En 2013, La Breña II abrió sus compuertas por primera vez cuando superó el 90%. Fue ahí cuando se alcanzó su máximo histórico. Actualmente, su situación es dramática. La media de esta década señala que a estas alturas de año el pantano tenía que estar al 57% de su capacidad y retener casi 500 hectómetros cúbicos de agua.

El embalse de La Breña II se construyó para ampliar la Regulación General de la cuenca del Guadalquivir, para garantizar el caudal de agua necesario para los regadíos y para el abastecimiento de la cuenca. Precisamente por eso, el gran problema que puede provocar la falta de agua en La Breña II en caso de que no llueva lo suficiente en otoño será agrícola. Miles de hectáreas aguas abajo del Guadalquivir se quedarán sin regadío y sus propietarios prácticamente en la ruina por la enorme pérdida de cosechas.

El cuerpo de la presa, que se sitúa en el término municipal de Almodóvar del Río, en el tramo final del río Guadiato y muy próxima a la confluencia con el río Guadalquivir, está dividido en 25 grandes bloques y aloja cuatro niveles de galerías. En los bloques centrales se ubican el aliviadero y los desagües de fondo e intermedios. El pantano iba a contar con una estación de bombeo para llenar el embalse con las aguas del Guadalquivir cuando el río grande de Andalucía bajase crecido. Esa obra, millonaria, no se ha desarrollado.

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